Por: Melissa Ramírez Cotes
Cuando vi en Twitter, el lunes 16 de marzo, la noticia que decía ‘Senadora Paloma Valencia propone dividir el Cauca entre indígenas y mestizos’, pensé que era obra de Actualidad Panamericana. Pero resultó cierto. Supongo que nunca me acostumbraré a vivir en el país del realismo mágico, donde una alta funcionaria caucana puede decir semejante barbaridad y haya personas de acuerdo con ella.
Me puse a pensar cómo sería para mí un cambio de esa magnitud: me imaginé a una congresista de ultra derecha imponiendo dividir La Guajira, y que finalmente pasara la propuesta. Entonces yo no sabría con quién irme. Podría irme con los wayuús porque mis abuelas son wayuús; podría quedarme con los ‘blancos’ porque mis abuelos lo son. ¿Pero, qué pasaría con los preciosos islámicos de Maicao? ¿Dejaría de verlos y comprar su deliciosa comida de Medio Oriente? ¿Y con los paisas invasores y bien recibidos de las tiendas? Esos que hacen que uno quiera ser hincha del Atlético Nacional por lo menos un día.
De verdad me aterra tanto la segregación porque nunca la he visto lejana. He sido víctima de racismo desde que tengo memoria. Pero ser wayuú, criada tanto como ‘blanca’ e ‘indígena’ y trabajar con turistas nacionales y extranjeros, me ha ayudado a ver las diferencias entre todos y amarlas. No quiero sentir que amo a mi continente solo cuando escuche Latinoamérica de Calle 13, ni que amo a Colombia solo cuando juega y gana la Selección. El regionalismo y el racismo son males acechantes, palpables y reales… pero la señorita Paloma de la no paz Valencia propone dividir un departamento a partir de un criterio racial y territorial.
Sencillamente, me niego a satanizar a los indígenas del Cauca. Me niego a satanizar cualquier grupo porque sí, porque como wayuú no como piojos, como guajira no soy violenta o contrabandista, como costeña no mamo burra ni lo haría si tuviera pene y como amiga de musulmanes no los considero sinónimo de terroristas. La situación del Cauca es complicada, diferentes intereses, diferentes maneras de pensar, pero definitivamente la propuesta de Valencia es absurda. Tal vez no quiso sonar xenófoba, tal vez tuiteó sin pensar. Solo me podía imaginar al Cauca dividido por un Muro de Popayán, como en la vieja Alemania. Este país necesita menos muros y más puentes, más diálogo y menos guerra.