Por: Andrés Felipe Bossa
“Yo soy un costeño, pero del mediterráneo, uno de la costa amalfitana en Italia”
Si bien la justicia colombiana está jodida, es un bálsamo saber que un titinísimo gentleman defiende a la gente bien; que hay un ilustre jurista que no deja a los poderosos, a los ricos y a los famosos a su suerte en la vorágine de la tramitología y la paquidermia del aparato judicial colombiano.
Es que somos afortunados de tener un abogado de la talla de Abelardo de la Espriella posando las suelas de sus zapatos Louis Vouitton en los pasillos de los juzgados de Paloquemao, así sea muy de vez en cuando, pues la zona T de Bogotá es el escenario que alberga sus oficinas; que si bien no se acerca a lo que tan eminente doctor merece, pues como lo afirma en varias de sus columnas de opinión somos una “republiqueta caníbal” que no ha alcanzado la civilidad y carece de desarrollo, es de lo más exclusivo que hay.
Esta multifacética eminencia no solo ha sido abogado en su recorrido hacia el éxito; trabajó en medios como Telecaribe cuando era muy joven y eso le sirvió para que ahora nos podamos deleitar de su espacio en el periódico El Meridiano de Córdoba, su verdadero terruño; que no tiene mucho de parecido con las costas italianas, pero ¿qué más puede ofrecerle esta tierra olvidada por los dioses blancos del progreso?
Desde hace tres años y casi 100 columnas, su pluma repetitiva, quejumbrosa, que pareciera no tener más motivación que atacar desde el flanco ultra derecho al gobierno de Juan Manuel Santos (otro de esos caballeros que no parecen colombianos y de los que debemos agradecer al destino por equivocarse y dejarlo nacer acá) escribe de política, aunque sostiene que “a mí la política me parece un fastidio”.
Por supuesto que le tiene que parecer un fastidio. ¿Quién en sus cinco sentidos quiere ver a diario la cara impávida y arrugada de Gerlein, el bigote de Serpa o las escamas que deja Roy Barreras en el Congreso al terminar las plenarias? ¿O aguantarse los berrinches en la Corte Constitucional? Qué pereza ser senador o magistrado; es muchísimo mejor tener al lado a Natalia Paris o a la ex señorita Valle Diana Salgado, unos “churritos” con problemas realmente serios que requieren de un abogado de primera, pues sus casos, según él, no tienen precedente constitucional.
Otra razón por la que nuestro jurista ejemplar, el doctor de la Espriella, considere una mamera la política y prefiera seguir como abogado litigante es la paga. Por ejemplo, al todavía magistrado Pretelt -que ahora es su apoderado- Fidupetrol, presuntamente, le dio un cariñito de 500 millones de pesos. Qué chichigua. De acuerdo con declaraciones del narcoparamilitar alias ‘el Tuso’ Sierra Abelardo les cobraba 4.000 millones de pesos para “tocar” a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, con el fin de que pudieran aplicar a varios beneficios de la ley de Justicia y Paz. ¡4.000 millones ¡Eso sí es platica! y como respondió dignamente el doctor De la Espriella a Noticias Uno por este tema: ¡“¿Cuál es el problema?”! Sin olvidar la frase que revolucionará lo anales del derecho criollo: “La ética no tiene nada que ver con el derecho”.
En una entrevista con el diario El Espectador este costeño de las costas italianas, dice: “¡Un momento, hermano!, antes tengo que maquillarme, eso es algo que siempre me gusta hacer antes de un retrato”. Sorprende, pero ese es De la Espriella, alguien capaz de reconocer que para poner la cara siempre es recomendable dar el mejor ángulo. Ojalá se maquille bien todos los días, para que las verdaderas intenciones no se le noten tanto. Y siga tan sonriente, como se le ha visto al lado del impertérrito Pretelt.