Detrás de Interbolsa

Publicado el Alberto Donadio

Respuesta a Jorge Arabia

Columna publicada en El Heraldo de Barranquilla:——–Respuesta a Jorge Arabia
POR: THIERRY WAYS
A muchos les pareció cínica y tardía la carta que usted publicó en Semana, Jorge; a mí, en cambio, me pareció valiosa y sincera. Pero mientras usted se siente orgulloso (no sin razón) de la educación que recibió en algunas de las mejores instituciones del mundo, yo creo que no, que es al revés, que su educación, y la de otros profesionales de su entorno, tuvo mucho que ver con lo que pasó en Interbolsa.

Lo que se recibe en las carreras “prácticas”, aun en esas universidades prestigiosas en las que muchos sueñan estudiar, es, a lo sumo, una formación técnica muy costosa y sofisticada, pero tan carente de elementos humanistas que difícilmente se le puede llamar a eso ‘educación’. A esa formación le falta más Filosofía, donde se enseña el concepto del ‘hubris’ de los griegos y la manera como los dioses trataban a quienes se creían similares a ellos, lo que le habría ayudado a conservar la humildad en medio del dinero y el poder. Le hace falta más Sociología y más Estadística, para concluir correctamente que, sobre todo en este país, nuestros supuestos logros y triunfos son obra nuestra solo en pequeña medida, pues están más correlacionados con la situación social y las conexiones de la familia y los amigos que con el mérito individual. Lo que aquí pasa por ‘meritocracia’, Jorge, es una mentira que se dicen las clases privilegiadas para justificar sin complejo de culpa ventajas heredadas, y los diplomas y reconocimientos hacen parte del armazón con el que nos protegemos de esa realidad. Le hace falta también a esa educación “de élite” algo de Historia del Arte, esa cosa inútil para los pragmáticos, pero en la que se aprende el motivo por el que los maestros de la escuela flamenca incluían calaveras en sus composiciones: para recordarle a la vanidad que tarde o temprano la muerte, la gran igualadora, reduce a su debida importancia todos los logros y todos los triunfos.

Y a esa formación le hace falta, sobre todo, mundo. No el “mundo” de la alta burguesía internacional, que es una burbuja de hoteles intercambiables, marcas repetidas y restaurantes seleccionados por algoritmos en Internet, sino el otro, el real: mezclarse con la gente de la calle, con quienes se ganan la vida haciendo cosas distintas a las de uno, con artistas, artesanos, pequeños empresarios y autodidactas sin títulos. Con los anónimos educadores, periodistas y miembros de la fuerza pública que le ponen la cara a la violencia y son los seres más valientes de este país, pero que nunca serán llamados por la sociedad “triunfadores”. Entre ellos se aprende que en todas partes hay personas tan “brillantes” como usted (lo digo sin sarcasmo, estoy seguro que por sus logros académicos y profesionales se lo habrán dicho muchas veces), pero que los mueven recompensas distintas al dinero y el estatus. Ni el valor ni el rango de una vida humana está definido por una casilla en un organigrama ni por un sello en un diploma, y la inteligencia y la creatividad tienen muchas maneras de desplegarse al margen del mercado y las universidades.

Todo esto se lo digo, Jorge, sin juzgamientos ni moralismos. De hecho, se lo escribe alguien que, como usted, tuvo la inmensa suerte de recibir una educación de lujo, de muchos de cuyos efectos trabaja todos los días por recuperarse.

@tways / [email protected]

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