Detrás de Interbolsa

Publicado el Alberto Donadio

La amnesia de Maldonado

Esta columna de Paola Ochoa, ex directora de la revista Dinero, apareció en El Tiempo:—
Paola Ochoa

Amnesia
¿Se le olvidaron las cosas, señor Víctor Maldonado?

12:49 a.m. | 30 de noviembre de 2015

Víctor Maldonado tiene amnesia. Lo dijo su abogado, Iván Cancino, el mismo día de su extradición a Colombia: su cliente tiene problemas de memoria. Una laguna más grande que la de Tota que seguramente le impedirá recordar su participación en Interbolsa, uno de los mayores desfalcos financieros en la historia de Colombia.

Maldonado no recordará que era el principal accionista del Grupo Interbolsa. Tampoco, que a través del Fondo Premium estafó a miles de personas y que utilizó esos recursos captados ilegalmente para hacerse autopréstamos. Tampoco entenderá por qué la Fiscalía lo acusa de estafa agravada, captación masiva de dinero, concierto para delinquir, manipulación fraudulenta de acciones y no reintegro de la plata del público.

La peor laguna de Víctor Maldonado será el paradero de todo ese dinero. Caerá en un mar de olvido cuando le pregunten por los 350.000 millones de pesos que captó con Premium. No recordará a dónde se fue esa plata. Mucho menos, los números de las cuentas en Guatemala, Suiza, Panamá, Luxemburgo e Islas Vírgenes Británicas. La pérdida de memoria será total cuando le pregunten por sus activos en Estados Unidos y España.

El desmemoriado terminará en detención domiciliaria. Maldonado acabará viviendo en un apartamento de 800 metros, quizás en Cartagena, quizás en Bogotá. Lo mismo que sucede hoy con Rodrigo Jaramillo, su cómplice y compinche en todo este atraco, que paga su condena en un apartamento a todo taco en el barrio paisa de El Poblado.

Un trato preferencial que desde el mismo momento de su extradición quedó claro: Víctor Maldonado es el primer extraditado que no lleva esposas en sus manos. Me hizo recordar a David Murcia, el también estafador financiero de DMG, que fue montado al avión con esposas y chaleco antibalas. Pero supongo que una cosa es ser estafador de esmoquin de la élite colombiana y, otra muy diferente, un pícaro sin apellidos de Ubaté, Cundinamarca. Nada más clasista que la justicia de la alta alcurnia bogotana: los Michelsen, los Lloreda, los Picas o los Puyo.

Y es que cómo le iban a poner esposas a Víctor Maldonado, el gran personaje del ‘jet set’ colombiano. El dueño del hotel Santa Clara en Cartagena, donde se hospedan los ricos, poderosos y famosos en la ciudad vieja. El gran empresario de pizzas y helados, dueño de una corte de lagartos, césares y lacayos. El hombre que vivía de coctel en coctel, donde todos se morían por cruzar palabra con él.

Ojalá la justicia en Colombia abra los ojos y vea lo que está pasando en otros lugares, donde los billonarios corruptos están cayendo como castillo de naipes. Basta ver lo que ocurre en Brasil, donde hace unos días capturaron al banquero más poderoso de ese país y, meses atrás, al empresario más rico del coloso suramericano. Los dos están acusados de pertenecer a la red de corrupción de Petrobras, el mayor escándalo empresarial en la historia latinoamericana.

Brasil capturó a sus dos más importantes figuras empresariales como si fueran cualquier delincuente, sin ningún trato preferencial. No entiendo por qué en Colombia nos tenemos que aguantar que a los pillos de Interbolsa les den casa por cárcel, o les permitan hacer asados con trago y viejas en la Picota.

El caso de Interbolsa no puede quedar en la impunidad. El ‘show’ de la extradición de Víctor Maldonado no puede ser solo un titular de prensa más. Aquí hubo daño moral para toda la sociedad: perdimos la confianza y la fe en los que dicen llamarse empresarios.

PAOLA OCHOA
@PaolaOchoaAmaya

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