El Colombiano publicó un artículo de Germán Jiménez sobre la Fundación Interbolsa (dic. 26).—————
El grupo tenía una Fundación enfocada en la nutrición infantil, de la que tomaron fondos para meterlos en repos de Interbolsa. Afectados 11 comedores para niños de bajos recursos.
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El Grupo Interbolsa estaba tan necesitado de plata para asegurar la presunta toma hostil de la textilera Fabricato, que en medio de su iliquidez echó mano hasta de una parte de los dineros de su Fundación, el brazo social que le servía para combatir en cuatro ciudades colombianas la desnutrición crónica de los niños más pobres.
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Un exmiembro de la Junta Directiva de la holding que lideraba Rodrigo Jaramillo Correa, le confirmó el pasado 19 de noviembre a El Colombiano que la Fundación posee un repo de Interbolsa por valor de 150 millones de pesos. Dicho de otra forma, de los fondos que la Fundación tenía para atender a la población infantil, le prestaron a Interbolsa ese dinero y se recibió como garantía acciones de una firma que, según el mismo exmiembro de Junta, hoy vale cero pesos.
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Cálculos efectuados a partir de las cifras reportadas por la Fundación, indican que con 150 millones de pesos se podía contribuir durante más de dos meses a la alimentación de 2.211 niños, niñas y madres gestantes que acuden a 11 comedores de Bogotá, Soacha, Cali y Medellín.
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En el caso de la capital Antioqueña, mediante una alianza con la Fundación Saciar se atendían 175 niños, a los que se agregan 172 a través de la Fundación Golondrinas.
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Fuentes de la Fundación Interbolsa en Bogotá afirman que en los mejores años se manejaron presupuestos anuales superiores a los 1.200 millones de pesos. Uno de los hombres más comprometidos con esta causa social era Juan Carlos Ortiz Zárate, el «zar de la bolsa» o «Midas de las inversiones», socio de Rodrigo Jaramillo Correa en más de 27 empresas, de las cuales solo tres están vigentes.
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Un excomisionista de Interbolsa en Medellín recuerda que Ortiz Zárate los motivó a punta de videos para que apoyaran los programas de nutrición infantil, los cuales también había promovido a través de la Fundación Proyectar Sonrisas.
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«Cada año -recuerda una excomisionista de Interbolsa- Ortiz contrataba una buseta y nos llevaba a un templo comedor para que viéramos la manera como estaban invertidos nuestros aportes y para que renováramos nuestro apoyo. Eso era impresionante. Los más pequeños lo veían como una especie de «diosito», algo apenas natural porque la obra, en verdad, era muy bonita».