Es un hecho notorio que en Interbolsa imperaba la mala fe. La quiebra que llevó a las pérdidas que hoy lamentan los miles de inversionistas no se produjo por mala situación económica en el país, por recesión, por un colapso bursátil generalizado o por efecto de una crisis económica internacional, sino por actuaciones de mala fe en el manejo de recursos captados de inversionistas de buena fe. El Presidente no ha tenido una sola palabra de condena para los jerarcas de Interbolsa que actuaron de mala fe, ni de simpatía hacia los damnificados. ¿Cómo se puede interpretar ese silencio? Es la solidaridad del Presidente con la mala fe.
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