La hora de los ganadores en contiendas políticas, que tiende a ser cada vez más corta, genera efectos de acomodamiento entre quienes, aun habiendo sido críticos o contradictores del vencedor, buscan la forma de quedar lo mejor que puedan en el nuevo reparto del poder, en busca de la preservación de sus intereses.
A raíz del resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, de la cofradía informal y desordenada de los gobernantes del mundo de hoy, con mayor o menor entusiasmo, desconfianza, hipocresía o desgano, salieron mensajes en busca de figuración en un “mapa de posiciones” respecto del vencedor. Tal vez ello se justifique no solamente en la insistencia de éste en una utópica y amenazante supremacía de su país, sino en la herencia de poder que, en todo caso, queda en sus manos al comenzar un nuevo capítulo de la vida política internacional. Razón por la cual vale la pena dar una mirada a las reacciones del momento, que muestran posiciones de partida que luego van a cambiar.
La reacción rusa fue lo suficientemente ambivalente. El presidente de la Federación expresó admiración hacia el ganador por su comportamiento a la hora del atentado que casi le cuesta la vida, y dijo que la idea de restaurar las relaciones con Rusia y poner fin a la crisis ucraniana merecía por lo menos su atención. A otros les dejó la expresión de la desconfianza por la forma como los Estados Unidos han sido hostiles hacia Rusia al involucrarse indirectamente en esa guerra, y de la esperanza de que se ponga fin a la ayuda americana, “con lo cual en cuestión de días caería el gobierno de Zelensky”. Rusia estaría dispuesta a un entendimiento, con la esperanza de conseguir apoyo a que sus conquistas territoriales se consoliden, combinadas con su deseo de una Ucrania neutral.
Atrapado entre la agresión rusa y los altibajos y limitaciones del apoyo occidental, Zelensky recordó los buenos términos de la reunión que sostuvo con el ahora presidente electo en septiembre y expresó, no se sabe con cuánto entusiasmo, su deseo de “una era de Estados Unidos de América fuerte bajo el liderazgo decisivo del presidente Trump”. Realzó el compromiso del nuevo presidente con “la paz a través de la fuerza”, que consideró conducente a “una paz justa en Ucrania”. Nada dijo, ni podía decir, como tampoco lo dijeron los rusos, sobre la ya famosa promesa de campaña de Trump, de dar por terminado el conflicto en 24 horas, sin que jamás haya dicho cómo aspira a hacerlo. Ucrania entra a la nueva era en medio de la peor incertidumbre.
Keir Starmer, desde la socialdemocracia británica, no podía menos que reiterar el lema de la “amistad especial” con los norteamericanos, y de manera parca ofreció trabajar conjuntamente en los próximos años. Su canciller, David Lammy, que en 2018 había dicho que Trump era un tirano, misógino, simpatizante neonazi y sociópata, dijo ahora que esas son “noticias viejas”, y expresó su interés en encontrar convergencias con el gobierno que inicia en enero. Términos un poco inocuos que alejan de la ilusión pomposa de los conservadores que promovieron el Brexit, que aspiraban a una alianza comercial salvadora con los Estados Unidos. Gran Bretaña sigue sin ubicarse bien entre América y la Europa continental, que gira en torno de la Unión Europea.
Emmanuel Macron, dijo estar preparado para trabajar otra vez juntos, como lo hicieron en sus primeros mandatos, “cooperando con los Estados Unidos de América y defendiendo nuestros intereses y nuestros valores”, aunque no desperdició la ocasión para recordar el compromiso de “trabajar hacia una Europa más unida, más fuerte y más soberana en este nuevo contexto”. Mensaje de autonomía que lleva la marca de la obligación europea de aprender a vivir sin la protección de la “sombrilla americana”.
Mark Rutte, desde la OTAN, dijo que “el liderazgo de Trump será clave otra vez para mantener fuerte la Alianza” y que “espera volver a trabajar con él para promover la paz a través de la fuerza” con esa Organización. Tarea que Trump apoyaría al menos con los países miembros que dediquen el 2% de su PIB a sus presupuestos de defensa, que el empresario – presidente exige para cooperar con sus aliados. Y Úrsula Von der Leyen, a nombre de la Unión Europea, completó el mensaje: “Estamos unidos por una verdadera asociación entre nuestros pueblos, que une a 800 millones de ciudadanos. Así que trabajemos juntos en una agenda transatlántica sólida que siga dando resultados para ellos”. Una Europa que, si no llega a un entendimiento con los Estados Unidos, vuelve varios siglos atrás, a tramitar sus intereses por su cuenta. Divorcio que no contribuiría necesariamente a hacer “América grande otra vez”.
Xi Jinping, a nombre de los chinos, objeto de críticas y amenazas por parte de Trump, se atiene a los principios de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación gana – gana, y desea hallar una “manera correcta de llevarse bien”, respetarse y coexistir pacíficamente. Mensaje abierto y claro para comenzar un nuevo capítulo de la relación más difícil para ambas partes en medio de los amagues de “segunda guerra fría” que muchos desearían evitar y otros aspiran a promover.
Aquellos árabes que en Michigan reprocharon el apoyo de Biden a Israel verán ahora cómo la nueva administración apoyará más todavía los intereses del Estado judío. Por supuesto el primer ministro israelí se regocijó del triunfo republicano y le dijo a Trump que “su histórico regreso a la Casa Blanca ofrece un nuevo comienzo para Estados Unidos y un poderoso nuevo compromiso con la gran alianza entre Israel y Estados Unidos”, y tuvo oportunidad de discutir desde ahora sobre la forma de “trabajar juntos por la seguridad de Israel” y afrontar “la amenaza iraní”. Está claro que Israel tiene las seguridades de un apoyo americano prácticamente incondicional.
Para Basem Naim, vocero sobreviviente de Hamas, la elección de presidente es “un asunto privado para los estadounidenses”, y “los palestinos esperan un cese inmediato de la agresión contra nuestro pueblo” además de “el establecimiento de su estado independiente y soberano con Jerusalén como su capital”. Reto enorme para los Estados Unidos, que han apoyado el mandato de los dos Estados, ahora eclipsado por la confrontación armada.
Según Fatemeh Mohajerani, del gobierno iraní, “La elección del presidente de Estados Unidos no es relevante para nosotros”, y los asuntos de política en este caso “son fijas y no cambian con el cambio de individuos”. Irán negó rotundamente que hubiese tenido lugar un encuentro entre su representante permanente ante Naciones Unidas y el millonario Elon Musk. ¿Otra vez, alguien está mintiendo? Queda por verse el contenido de la actitud de Trump frente a la amenaza iraní, que su equipo incluye dentro de la lista de amenazas en las que figuran también China, Corea el Norte y, según vayan las cosas, Rusia.
Del resto del mundo surgieron mensajes de felicitación y deseo de cooperación, aún en casos de abismal asimetría entre el respectivo Estado y los Estados Unidos en materia de poder político, económico o militar. El argentino, campeón del capitalismo ultranza en el hemisferio sur, fue hasta el palacio de Mar a Lago y salió en la fotografía con el jefe del capitalismo del hemisferio norte. La mexicana afirmó con serenidad que el resultado electoral en los Estados Unidos no es motivo de preocupación. El indonesio apareció emocionado en publicitada conversación telefónica con Trump, y le ofreció ir de inmediato a saludarlo, luego de verse con Biden, días después de haberse encontrado personalmente con Xi; para demostrar que, lo mismo que en los pequeños escenarios de todas las disputas por el poder, hay equilibristas capaces de decirle a cada quién lo que desea escuchar.
Ahí está la imagen de partida de una carrera con competidores desiguales, que no se sabe qué rumbo irá a tomar. Con el interrogante abierto de si ahora “América” logrará con Trump ser “grande otra vez”, pues es claro que la vez pasada no lo consiguió. Y con la atención puesta en la forma como la institucionalidad de los Estados Unidos, y la misma Unión, puedan superar la difícil prueba que se aproxima. De lo cual dependerán nuevas reacciones de amigos y contradictores.