De la manera como evolucione y se llegue a consolidar el estado de cosas en el Mar Negro, dependen los resultados de la guerra y la post guerra entre Ucrania y Rusia, además de otros aspectos de la vida internacional del futuro. 

El uso pacífico del Mar Negro como ruta esencial de salida de alimentos, de procedencia sobre todo ucraniana, es clave para la seguridad alimentaria mundial. Por eso se busca ahora hacer efectiva una nueva tregua, similar a la que estuvo vigente en los primeros tramos de la guerra, conseguida gracias a la ayuda de Turquía y de las Naciones Unidas. Tregua que permitió la continuidad de las exportaciones del granero ucraniano, que logró colocar más de 32 millones de toneladas de cereales en 45 países de varios continentes. 

Rusia, que también se benefició en su momento, resolvió salirse del marco de lo pactado, alegando el incumplimiento de la promesa de reconexión de algunos de sus bancos al sistema SWIFT, que permite transferencias expeditas, y ahora se muestra reticente a entrar en nuevos pactos mientras su acceso al sistema no le sea garantizado y no se alivien sanciones económicas occidentales. 

Alejado de las vivencias propias de la Europa occidental y más aún de las que conciernen a las Américas, el Mar Negro sigue siendo, como lo fue desde tiempos inmemoriales, escenario de acciones que animaron la vida de varias civilizaciones. Para los griegos de la antigüedad, fundadores de asentamientos costeros, era ya objeto de negocios y creencias míticas. Hasta allí fueron en busca del Vellocino de Oro. Desde entonces, a sus orillas se establecieron romanos, más tarde rumanos, eslavos, bizantinos y turcos, y hoy tienen costas sobre sus aguas Bulgaria, Georgia, Rumania, Rusia, Turquía y Ucrania. 

Los rusos mantienen a toda costa su interés supremo en una salida marítima efectiva que les resulta mucho más confortable que el reducido campo de acción del Ártico y el Báltico o el lejano Pacífico, para el flujo marítimo de su comercio. Para esos efectos, la toma de Crimea consolidó una de las más preciadas ambiciones. Y al desatar después la guerra contra Ucrania, revivió la agitación en un mar que a lo largo de siglos mantuvo un equilibrio difícil entre potencias con intereses diversos.

A pesar del ataque ruso a puertos ucranianos y de la contraofensiva ucraniana que ha debilitado el poderío naval ruso mediante ataques con drones marinos, el tránsito de diferentes flotas que hoy surcan el Mar Negro representa un reto importante para muchas partes. Sin descontar el interés por detectar la posible presencia de una “flota fantasma” de las que se ocupan de burlar sanciones y prestar servicios de transporte marítimo discreto, bajo banderas ajenas. 

Los riesgos de la navegación bajo las condiciones de la guerra han afectado no solo los intereses de las partes beligerantes, sino los de Rumania, Bulgaria, Moldavia, Georgia, Azerbaiyán, Armenia y Turquía. Por lo cual son muchos los actores interesados en la búsqueda de un modelo de seguridad marítima que proteja no solamente los desplazamientos en la superficie marina sino la infraestructura crítica para garantizar los procesos de transporte. 

Es indudable que la estabilidad en el Mar Negro resulta crucial en el juego geopolítico para la seguridad de los Estados interesados y también para la economía a escala muy amplia, que incluye países africanos, del Medio Oriente y del sur y el sudeste asiáticos. Por ahora, Rusia ha sido empujada hacia la parte oriental de ese mar y Ucrania transita por la occidental, de manera que ambas tienen su propio corredor informal de salida hacia los estrechos que controla Turquía y le dan a este último país un poder de acción política definitivo. Razón por la cual su presencia en cualquier arreglo en lo concerniente a la navegación hacia otros mares, indispensable no solo para los actores de la guerra sino para muchos otros Estados. 

Kaja Kallas, la jefe de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, ha mostrado interés en la mejora de la seguridad en la zona, que afecta a Rumania y Bulgaria, miembros de la Unión, y a Georgia, Turquía, Ucrania y Moldavia, interesados en hacer parte de ella. Los Estados Unidos, a pesar de su retórica aislacionista, mantienen un ojo abierto en observación permanente de los acontecimientos. Y todos los actores se interesan por la preservación de infraestructuras críticas, como los cables submarinos y los gasoductos que pasan por allí. 

La toma de Crimea en 2014 representó un golpe brutal para la estabilidad de la región, y una ganancia a mano armada con disfraz de referendo para Rusia. El control forzado del puerto de Sebastopol fue como la toma de una fortaleza que cambió a fondo la geopolítica regional. A diferencia de 1853, cuando una alianza entre el Imperio Otomano, Francia y la Gran Bretaña frenó en la Guerra de Crimea las aspiraciones expansionistas de Rusia, el liderazgo occidental del Siglo XXI miró hacia otro lado y de manera tibia permitió la consolidación de las aspiraciones rusas. 

Todo lo que ahora se llegue a negociar, sea en materia de seguridad, en asuntos de infraestructura, o de respeto por los intereses comerciales de las partes involucradas, se tiene que hacer con una Rusia que, con su golpe del año 14, ha pasado de dominar un 10% de las costas del Mar Negro a controlar por lo menos un tercio de ellas. 

Al nuevo interés de la Unión Europea por la región se suma la presencia china, que por lo menos ha ganado una licitación en Georgia para construir en Anaklia un puerto de aguas profundas. De manera que la tradicional relevancia de Turquía y Rusia tiene ahora competencia. Aunque en algo parecen estar los viejos y nuevos interesados de acuerdo, y es en mantener a los Estados Unidos retirados de la región lo más que se pueda. 

En la medida que la significación geopolítica y económica del Mar Negro se debe apreciar dentro de un conjunto que incluye el Cáucaso, el Mar Caspio, el Asia Central y el Oriente Medio, tal vez lo más urgente sea establecer mecanismos de seguridad que permitan vigilar la zona desde el espacio hasta el fondo marino en tiempo real, para que sea posible contar con alertas tempranas que eviten inconvenientes. También será necesario acertar en el manejo y defensa de los ecosistemas de un mar de características peculiares, que recibe los caudales del Danubio, el Dniéper, el Dniéster y el Don, y que tiene zonas que no permiten la vida de ninguna especie. 

Ese es el propósito plausible de una iniciativa que denota el interés creciente de la Unión Europea en el ejercicio de la responsabilidad de buscar un esquema de aprovechamiento de ese mar inserto entre Europa, el Asia y el Mediterráneo, donde se cruzan intereses tan variados. Para lo cual no basta con el interés de los miembros de la Unión y de los candidatos a serlo, pues será necesario atender la satisfacción de intereses rusos y turcos, que son inamovibles debido a la geografía y de un proceso de encuentros y desencuentros políticos de vieja data. 

Avatar de Eduardo Barajas Sandoval

Comparte tu opinión

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 EstrellasLoading…


Todos los Blogueros

Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.