Hay caminos por recorrer,
¡esa es la buena noticia!,
lugares donde aún
no se ha erigido un burdel
ni se ha aplastado la vida
debajo de una autopista.
Hay muchos caminos de grava,
de risco y hojarasca,
o inmensas montañas arrodilladas,
ante el umbroso silencio de Dios.
Hay una piedra
que hace cosquillas
al río
y unos árboles vírgenes
que ya saben bailar.
Hay muchos vientos
trotamundos
que nos quieren abrazar
y unos cielos, remotos y limpios,
que esperan el canto de tu voz.
Allá iré.
¡Esa es la buena noticia!
Iré al acantilado
e iré hasta la hierba
y allí, diminuta en importancia y estatura
al lado de la inmensidad,
allí, crecida de amor y de silencio,
caeré de rodillas para besar
lentamente la tierra.
(Es una de las pocas formas,
todos sabemos,
en que Dios se deja besar).
Ponte en marcha conmigo,
hacia todos los atardeceres
que aún no han sucedido
y nos esperan pacientes
a la orilla del mundo.
La tierra todavía palpita,
¡esa es la buena noticia!
Hay caminos sin humo
y tierra sin pavimentar
y cosechas honestas
aún por recoger.
Ponte en marcha conmigo,
vamos a cubrir los dos
esa buena noticia.