Llegamos a Bahir Dar después de bordear el lago Tana embutidos en una mini-van durante al menos 2 horas. Aunque la carretera bordee el lago Tana, no esperen encontrar muchas vistas del lago pues la carretera transcurre casi todo el rato a centeneras de metros de sus orillas, aunque sí pueden esperar cruzarse con varios campos de cultivo de qat.
El qat es una planta alucinógena que se mastica. Está prohibida un muchos lugares del mundo pero en Etiopía sigue siendo legal cultivarla, venderla y mascarla. De echo, es bien común encontrar gente mascándola en plena calle, además existen también los comederos de qat.
Bahir Dar es una ciudad de unos 6 millones de habitantes que cuenta con Universidad propia, La Bahir Dar University. Allí me dirigí durante mi primer día en la ciudad. Quería encontrarme con un profesor a quien mi madre, desde la Universidad de Lleida, le colaboró para encontrar proyectos de cooperación internacional y así conseguir ayudas para su tesis sobre la cabra montesa etíope, natural de las montañas Simien, llamada Capra Walia y que está en grave peligro de extinción.
En medio de esta vegetación luce la universidad de Bahir Dar:
Desde Bahir Dar hay dos puntos de interés que no deberíamos dejar de visitar:
1) Navegar por el lago Tana hasta la península Zege para visitar alguno de los 20 monasterios esparcidos por la península
Varios barcos salen desde Bahir Dar para llevarte hasta la península Zege dónde existe un conjunto de 20 monasterios ortodoxos y numerosas explotaciones de café. El trayecto en barca no suele incluir la entrada a ninguno de los monasterios, dónde habrá que negociar el precio a cada entrada. Antes de subirse a la balsa, es recomendable conciliar bien con el capitán qué monasterios se visitaran. La barca irá parando en diferentes embarcaderos para visitar uno o más monasterios en cada parada. Durante la ascensión desde el embarcadero será común ver mujeres porteando pesados sacos de lo que parecen unas naranjas y además de diferentes puestos de artesanía.
Quizás el monasterio Ura Kidane Mehret sea el más importante. Durante mi visita por fuera, a solas, me encontré con un señor que rezaba en la parte trasera, escondido de la puerta principal por donde entran los turistas. Rezaba con un libro pequeño hasta que me vio pasar, se levantó y se dirigió a mi en amhárico. Obviamente no entendí nada de lo que me dijo pero por alguna razón que desconozco abrí mi mochila y le dí un lápiz. Sigo desconociendo si fue eso lo que me pidió pero a juzgar por el número de reverencias que me hizo abrazando el lápiz con las dos manos, puedo entender que acerté en la ofrenda. Eso me dio bastante pesar ya que la entrada al monasterio era bastante más cara que un juego de lápices.
El segundo punto de interés que no podemos dejar de ver son:
2) las cataratas del Nilo Azul
El Nilo Azul nace en el lago Tana y es junto al Nilo Blanco, los dos mayores ríos que al juntarse en Jartum (Sudán) forman el río Nilo, el mayor río de África y que se disputa el puesto del río más largo del mundo con el Amazonas.
A las cataratas se las conoce bajo el nombre de Tis Abay y así lucen actualmente:
Desgraciadamente así vimos nosotros las cataratas. Ni rastro había del «agua humeante» que en amhárico anuncian los etíopes al llamarlas Tis Abay, pues en 2011 se iniciaron los trabajos para construir la central hidroeléctrica más grande de África.
Así lucían las cataratas antes de reducir el caudal de agua desviándolo por la central para generar energía:

Las diferencias entre las dos fotografías son notables.
De todos modos el camino hasta llegar a lo que queda de cataratas es preciso. Quizás no pudimos ver todo el esplendor que Tis Abay lucía hace unos años, pero el espectáculo que presenciamos al sentarnos al borde del puente colgante, tan solo viendo pasar los lugareños regresando del mercado con sus compras o lo que no habían podido vender, fue impresionante. Burros rebeldes que no quieren cruzar el puente y se escapan, bueyes también con instintos escapistas, cabras que tiran pal monte, niños que juegan a mirarte, mujeres que cargan pesados sacos, todos descalzos y todos diferentes con sus historias de regreso a casa. Recuerdo ese momento como un auténtico espectáculo difícil de explicar y que quisiera que todo aquel que lee estas líneas pudiera revivirlo también de alguna manera.
Y con este magnífico momento en nuestras mentes nos dirigimos a nuestro siguiente destino, no sin antes divertirnos un buen rato con el operador de Ethiopian Airlines a cargo del mostrador del aeropuerto de Bahir Dar gracias a su sofisticada balanza con la que te cobra esos quilos de más que llevas en la maleta. Sonrisas de África…