Ya se que en mi anterior escrito les prometí que viajaríamos a Bahir Dar, pero es que ya llevamos unos días por Etiopía y nos ha surgido la oportunidad de conocer su vida nocturna.
Quizás alguno al ver la bandera Etíope haya relacionado la fiesta con la música rastafari, pues los rastafaris adoptaron la bandera etíope como la bandera rasta substituyendo el círculo azul con una estrella dorada de cinco puntas por el león de Judá. Lejos de ésto, la música etíope poco tendrá que ver con la música rasta.
El movimiento rastafari, aunque iniciado en Jamaica con su archiconocido embajador Bob Marley, debe su fundación al último embajador de Etiopía Haile Selassie I cuyo nombre de nacimiento era: Tafari Makonnen. Ras significa príncipe, de ahí el nombre ras-tafari.
Me alegra entrar en el bar y ver que el único turista que hay es otro chico, a juzgar por su aspecto blanco y pelo rubio. Está rodeado de otros Etíopes que le van pidiendo cervezas y haciéndole alguna que otra broma mientras él va anotando todo lo que pasa en una especie de libreta. Me alegra porque confirma que estoy un un lugar normal sin las excentricidades que pueda haber en un bar enfocado únicamente hacia turistas.
Los bares suelen estar ambientados por un percusionsita y diferentes parejas de músicos encargados de animar el público asistente. Los músicos se van alternando durante toda la noche.
La pareja consiste en un hombre que, al mismo tiempo que canta, toca un instrumento de cuerda llamado masenqo y una mujer que baila y también canta. Hasta aquí pareciera bastante normal, pero es que el señor que canta no pareciera que canta sino que recita. Sus cánticos parecen más a un cuenta historias donde todos pueden participar, ya que si un espectador le llama, el músico se le acerca mientras sigue tocando el masenqo. Entonces el que ha realizado el llamado acostumbra a recitar alguna cosa para sus acompañantes o espectadores como nosotros. Pues todos nos miraban, pararon la música y en medio de un silencio sepulcral me preguntaron que de dónde era: Barcelona respondí, y siguió contando alguna historia donde solo pude entender las palabras: Xavi, Messi e Iniesta. Cuando el que recita termina, todos aplauden y cantan una especie de mantra que se repite tras cada recital.
http://youtu.be/Ohj4aeg2CcQ
Al mismo tiempo, la chica va recorriendo las diferentes mesas moviendo el cuerpo al ritmo de la música y más que cantando, gritando y haciendo ruidos con la boca. Pero cómo baila! Si a un Europeo le parecería que los Colombianos tienen 20 articulaciones entre cadera y tobillo cuando bailan salsa, un Etíope tendría 20 o más articulaciones entre cadera y cuello. Mueven los hombros en diferentes direcciones, la cabeza hacia adelante, atrás y los lados mientras mantienen el tronco inmóvil.
La chica a la vez es la encargada de recoger las propinas. Ella sugiere una propina mientras se saca un billete del sostén y se lo pone rápidamente en la frente para volverlo a guardar allí. Esta acción la repetirá varias veces a una gran velocidad hasta recibir una propina y seguir su ruta a otra mesa. Este pago no es obligatorio, pero sí puede ser justo compensar de algún modo el entretenimiento recibido por un par de músicos a quienes el bar no les paga, en un país dónde las condiciones de vida son tan duras y donde todos buscan diversos métodos para ganarse la vida.
Del mismo modo que el público puede participar con el músico cantando, también lo puede hacer con la chica bailando, moviendo los hombros en mil direcciones mientras ambos, sincronizados, inclinan el cuerpo hacia adelante y atrás.
Ahora sí, ahora ya nos dirigimos a Bahir Dar.