De chévere a xerinola

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Colombia, gente chévere

Mi estadía en Colombia finaliza y debo decir que me gustó que este blog naciera justo mientras yo me encontraba de viaje por el país. Nuevas aventuras seguirán y estoy seguro que tarde o temprano regresaré a este país que se esfuerza en destrozar tópicos.

Si los días anteriores a mi viaje a Medellín los pasé por la parte sur ahora toca conocer la Candelaria y la parte norte. Si una cosa me resultó curiosa es que la gente que vive en el sur de la ciudad sí conoce el norte mientras que de los del norte pocos son los que conocen el sur de Bogotá; «no voy a ir por ahí dando papaya» me decía uno cuando le pregunté. Igual esta bien eso de ir destrozando los mitos que algunos extranjeros puedan tener sobre Colombia, pero algún día tocará destrozar también los mitos locales.

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Aunque esté de visita por el norte, no duermo por acá y me abruma pensar que éste viaje en transmi, que podría también llamarse transmilenario de sardinas enlatadas,  es obligado trayecto para muchos. Ahí uno se da cuenta la necesidad de mejorar el sistema de transporte público de esta ciudad, así que ojalá que la hoja de ruta que inició su actual alcalde sea terminada.

Los parques son bonitos, aunque el famoso parque de la 93 me decepciona completamente. La culpa es mía, yo pensé que se trataba de un parque bonito, y lo es pero tanto como par que merezca la popularidad que tiene? Me di cuenta que su popularidad va de la mano de los locales que lo rodean así como su emplazamiento, que por cierto es muy bonito, con la ventajas de menor ajetreo y menos carros que en el sur.

De noche estas calles son tomadas por todo tipo de gente que anda de parranda en busca de rumba. Hay multitud de locales con multitud de estilos musicales para pasarlo chévere aunque era obvio que terminaríamos bailando salsa. Si de donde yo vengo la parranda está más centrada en el trago que en el baile, aquí el trago es imprescindible para hidratarse después de tanto baile. El punto negativo de la noche llegó a la hora de regresar a casa. Es triste ver como los taxistas incumplen su compromiso de no preguntar para donde va, entre tantas respuestas negativas la búsqueda se transforma en una locura llena de incredulidad e impotencia para muchos que solo quieren dormir en su casa después de una noche de fiesta. Así que más iniciativas de las redes deberían salir en contra de esta practica tan injusta.

La Senyera

En estos últimos días también subí a Montserrate a pie y no pude dejar de sentirme atrapado por el país al ver la senyera arriba el cerro Monterrate custodiando La Moreneta junto con la bandera Colombiana.

Familia

Finalmente, y antes de volar, la familia que me ha abierto las puertas de su casa me tiene guardada una última sorpresa. En el parque de la Independencia me esperan Elsa y Jesús, para celebran sus 30 años de casados comiendo con tres de sus hijos, recordándome que tienen otro más que anda viajando en bici por latinoamericana. No podía finalizar mi última entrada de este, corto pero intenso, viaje por Colombia con unas palabras de gratitud para ellos y su familia. Ya lo dije en el título: Colombia, gente chévere.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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