Sin medios de comunicación, a los demás políticos les quedaría de pa´rriba competir contra la posible candidatura de un magnate o una periodista apadrinada por el conglomerado empresarial y bancario.
Sin medios de comunicación, a los demás políticos les quedaría de pa´rriba competir contra la posible candidatura de un magnate o una periodista apadrinada por el conglomerado empresarial y bancario.
Las dos últimas tapas de Semana dan mucho qué analizar. En la primera, titulada “La campaña empezó” (hecha a partir de una encuesta contratada por la misma revista), puso trece rostros (el número de la mala suerte) y los malpensados se preguntan en las redes sociales por qué Vicky Dávila no se incluyó en la baraja.
Pensemos cuál fue el propósito de esa portada, sabiendo que la campaña no ha empezado como la publicación quiere hacerlo creer, en un intento por imponer la agenda mediática sin conseguirlo. De hecho, querida Vicky, según la ley la campaña empieza cuatro meses antes de la fecha de las elecciones, o sea, enero de 2026.
Fíjense: al analizar la encuesta, la revista usa dos veces la palabra outsider a manera de conclusión:
“Hay una vacante que todavía no está llena y es la del outsider en Colombia para las elecciones de 2026… (…) muchos esperan que surja alguien que pueda resolver los problemas de la gente, recuperar la seguridad y la economía, y redireccionar el país”.
Para decirlo coloquialmente, Semana no cree que con los trece de la foto se haga un caldo. Entretanto, el jefe de Vicky Dávila, el señor Gabriel Gilinski, le dio una entrevista a María Jimena Duzán, donde entre líneas se podría interpretar que al hombre no le disgusta la cosa política.
Dijo: “El país tiene que llegar a consensos, tiene que escucharse más y tiene que lograr de alguna manera unificar los propósitos para que todos se beneficien. El país no puede seguir siendo un país de unos cuantos ricos, un país donde la corrupción es rampante. La gente lo que quiere es seguridad, vivir en paz, tener oportunidades para ellos y para sus hijos, y eso es lo como sociedad deberíamos procurar: buscar acuerdos, paz y un desarrollo económico que permita el aumento de la productividad y a la vez la calidad de vida de las personas”.
Se parece mucho a lo que publica Semana, así el dueño jure no meter mano en la cosa editorial.
Más adelante, la revista insiste con la palabreja.
“¿Quién será el presidente de 2026? Dependerá de cómo se muevan los aspirantes, de que cometan la menor cantidad de errores posibles, de qué alianzas se logren, de si aparece el outsider que logre conquistar a los votantes…?”.
Desde esta orilla uno se pregunta, suspicaz: ¿El outsider o la outsider?
Escucho esa palabra y de inmediato me remito al señor Rodolfo Hernández, cuya candidatura, hagamos memoria, la propia Semana infló a punta de titulares, quizás por la afinidad de pares corporativos entre la publicación y el empresario.
La siguiente tapa, del 18 de mayo de 2024, pensé que era un sudoku: “El 10, 10, 10”. Pero no. Es la propuesta de campaña de un candidato o candidata, cuyo nombre aún desconocemos. Dice la portada: “Llegó la hora de una reflexión de fondo sobre el sistema tributario colombiano, el menos competitivo de la OCDE. ¿En qué consiste la estrategia del 10% de IVA, 10% de renta a empresas y 10% de impuesto a las personas naturales?”
¿Salió esta idea de la cabeza de Vicky Dávila que no es economista, ni empresaria, ni politóloga?
Con una oposición ausente, que pasa penas sin gloria, Semana decidió ocupar esa vacante, con una portada y un video, titulado “El 10-10-10 de Vicky Dávila”, explicando la estrategia, no se sabe si como periodista, política o profesora de secundaria. De inmediato, el ex ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, aludido, reviró en X, corrigiendo a la revista, “en la cual hay errores fácticos que parecen intencionales”.
De boca de Vicky Dávila salió lo que podría ser el primer eslogan de campaña: “El que evada impuestos va a la cárcel, como en cualquier país civilizado”.
Ningún político se atrevió a tanto. De hecho, cárcel no es una palabra que les guste mucho a nuestra desprestigiada clase política. Pero, en un país con la bacinilla al tope de corrupción, es de esas medidas populistas que calan en el hartazgo de la gente, así al final sea puro blablablá. ¿Qué sigue? ¿Una portada apoyando la redistribución de la riqueza?
A los pocos días, la directora tituló una noticia donde ella es la protagonista: “La dura verdad que Vicky Dávila expuso ante Paola Castillo, alcaldesa de Jamundí: `Usted no manda, manda las FARC”. De un plumazo revivió a la extinta guerrilla, advirtiendo, para quien las agarró por el aire, que ese sería su otro caballito de batalla. La historia enseña que en este país la guerra da votos.
A la oposición le queda una salida para enfrentar a su rival Semana: ponerse a legislar y mostrar resultados vía leyes y reformas, o van a quedar como los “Padrastros de la Patria”.
Cuando el poder no corrompe, seduce. Y seduce no únicamente a los políticos, sino a los empresarios, que tienen su propio discurso ganador: generar riqueza (para ellos, claro) y empleo para los demás.
Cada vez más empresarios se sienten cómodos entre políticos (y del mismo modo en el sentido contrario) y cada vez más empresarios sueñan con la banda presidencial.
Para la muestra, en una lista corta caben los vivos y los muertos: Piñera en Chile, Noboa en Ecuador, Trump en Estados Unidos o Berlusconi en Italia (1936-2023).
Silvio Berlusconi, el magnate de medios e hijo de banquero, fue clave en la política italiana durante medio siglo: izando las banderas del populismo (las mismas que ondean Trump o Milei), se hizo con el poder en tres oportunidades: 1994-1995, 2001-2006 y 2008-2011. Es decir, tenía 58 años cuando lo picó el bicho, y luego fue llevado a juicio por corrupción y abuso de poder. ¿Y cómo comenzó? Fundando o comprando medios de comunicación.
Supongamos.
Imaginemos a Vicky Dávila presidenta de 2026 a 2030 y a Gabriel Gilinski presidente de 2030 a 2034, aunque también cabe pensar que él quiera ser el presidente y ella su vicepresidenta (o al revés). O Gilinski, sin necesidad de lanzarse, podría gobernar en cuerpo ajeno. La política es dinámica, recuerden.
Si bien Vicky Dávila carece de experiencia y méritos políticos para el cargo, le sobraría padrino financiero para hacer campaña. Desde esa óptica, tiene sentido la compra de Semana y demás medios por parte del Grupo Gilinski… y los que falten, porque a sus 37 años el empresario y politólogo tampoco descartó esa posibilidad:
—¿Va a comprar más medios?, le preguntó María Jimena Duzán.
—“Si hay oportunidades con casos de negocio interesante, como cualquier oportunidad de negocio, la miraré (…) lo que tenga sentido mirar, lo miro y lo que no tenga sentido, pues lo descarto”.
Cuando El Tiempo le preguntó en 2020 ¿por qué todos los líderes empresariales quieren tener medios de comunicación?, refiriéndose a la compra de Semana respondió así: “…Quiero que todo esto sirva para construir un país más estable y justo”.
Faltan muchas preguntas por hacer:
¿Quiere ser presidente Gabriel Gilinski o en principio la candidata (todavía en la sombra) es Vicky Dávila?
¿A quiénes debería preocuparles una posible candidatura salida del seno del Grupo Gilinski o de su revista?
Veamos: A la oposición que queda, por mérito propio, como pintada en la pared y, en tal caso, con un rival fuerte y medios propios para las próximas elecciones. Debería preocupar también a los partidos tradicionales, cuya imagen por el suelo es la consecuencia de haber permitido el nacimiento de partiditos que se crean en cada elección o que desaparecen, despojados de su personería jurídica, por alguna irregularidad. Abrieron el boquete y ahora deben atenerse a las consecuencias.
También deberían preocuparse los demás cacaos (grupos económicos) que podrían quedar en desventaja con un competidor en el poder… con más poder.
Las demás empresas periodísticas deben estar alerta y agremiaciones como el CPB o la FLIP deberían manifestarse sobre esta especie de Frankestein que deforma el periodismo para coquetear solapadamente con la política, sin mostrar sus verdaderas intenciones.
¿Podríamos estar ante el próximo Berlusconi colombiano o más bien será Vicky Dávila nuestra Giorgia Meloni criolla? Un día la presidenta italiana se acostó periodista y al siguiente se levantó haciendo política desde la ultraderecha.
¿Es el Grupo Gilinski un imperio mediático lo suficientemente robusto para brincar de la calle 77 con Carrera 11 a la calle 7ª con Carrera 8ª?
¿Cuántas Semanas faltan para que lo sepamos?
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