Imágenes tomadas de la cuenta en X de editorial Anagrama.

La editorial Anagrama canceló la distribución del libro “El odio”, del periodista español Luisgé Martín, tras la polémica desatada porque el autor de la obra le dio voz al victimario, José Bretón, quien en 2011 asesinó a sus hijos de 6 y 2 años. El mundo literario y periodístico quedó dividido entre quienes aplauden la medida y aquellos que la rechazan.

A favor se pronunció la columnista Ana Caballé en El País de España: “Dar voz al asesino con el propósito de acercarnos al máximo a dicha oscuridad, lleva consigo un nuevo dolor para la víctima, obligada de un modo u otro a revivir lo sucedido”, refiriéndose a la madre de los dos pequeños, Ruth Ortiz, quien declaró a la prensa: “No podemos dar voz a los asesinos”.

En contra se pronunció la escritora Marisol Oviedo en el portal Voz Populi: “Si aceptamos que el dolor de una madre baste para prohibir un libro, pronto cualquier excusa servirá para prohibir a los escritores que escriban. La literatura es hija de nuestro ancestral instinto de querer comprender (…) Quien no comprende, no puede analizar correctamente la situación (…) Comprender es sobrevivir, Los escritores escribimos para comprender (…) pedirle a un escritor que renuncie a escribir sería como exigir al león que no tenga hambre”.

En Colombia, tenemos el caso de la novela Montes de María, (Periscopio Casa Editorial), de la cual hice una reseña para este blog, y que da voz a las víctimas pero también a los victimarios (en este caso a los paramilitares a través de personajes de ficción). La lectora Yolanda Arévalo se quejó en las redes sociales.  “¿Debería alguien hacer dinero vendiendo el libro? ¿Y dónde quedan dolorosos recuerdos y la falta de reparación y justicia a todas esas víctimas?”. Otro lector, José Dolores Astorquizas, opinó: “Los asesinos están escribiendo sus biografías. Ni para escribir tuvieron el pudor que debe tener un artista o un escritor al narrar cosas tan sucias como su existencia”.  

El escritor bogotano Daniel Ángel respondió así a las críticas: “Pensé que si iba a escribir algo sobre la masacre también tendría que usar la voz de los victimarios, con el riesgo de que me dijeran que estaba haciendo una apología al paramilitarismo. Si lo decidí, fue porque tengo la convicción de que la literatura es el espacio para poner en escena a todos esos personajes que no logramos entender: al pederasta, al sicario, al tirano, al hombre que asesina a sus hijos, no para entenderlo (incluso la sicología o la psiquiatría están a años luz de hacerlo), sino para mostrarlos y preguntarnos qué es lo que se ha hecho mal en la sociedad para que estas personas hayan hecho lo que hicieron”. 

¿Se les debe dar voz a los victimarios en las obras de ficción y no ficción?

JUAN DAVID CORREA, exministro de Cultura, escritor y periodista.

“Debemos indagar en los rincones oscuros de la mente”

Yo no he leído el libro. Las víctimas tienen todo su derecho a manifestar su incomodidad. Pero también creo que cuando la censura llega a la literatura estamos perdidos. Pienso en la historia misma de la literatura, poblada de seres moralmente reprochables, personajes inspirados en realidades oscuras del alma; es precisamente la indagación sobre esa maldad y esos rincones ocursos como los llamó James Ellroy lo que en el fondo nos ha posibilitado tratar de imaginar lo que habita en esas mentes.

Creo que la discusión tendría que ser literaria y no acudir a argumentos de la cancelación que se parecen más a los argumentos de la Inquisición. Pienso en algunos ejemplos evidentes como Raskólnikov en Crimen y castigo, Hamlet, 1.280 almas de Jim Thompson, donde el sheriff de un pueblo es un tipo brutal; Toño Ciruelo, la novela de Evelio Rosero, La metamorfosis, de Franz Kafka; El adversario, de Emmanuel Carrère o American Psycho que se ocupa de la mente de un asesino en la Nueva York de los años 90.

Hacerle el juego a la ultraderecha de creer que debe haber corrección política en el arte o la literatura es un asunto muy peligroso. Por supuesto, los delitos no son admisibles, pero en el territorio de la imaginación tenemos que permitirnos ir a esos insondables Jekyll y Mr. Hyde que hacen parte de nuestra vida.

Es bastante complejo el momento que vivimos, en donde se pretenden borrar los límites de la ficción y la realidad. Me encantaría que vieran la película El segundo acto, que expone la distancia que estamos perdiendo frente a lo que podemos imaginar y lo que creemos que es verdad.

PIEDAD BONNETT, poeta y columnista

“Muchos escritores se han equivocado en sus posturas”

Yo sé que Luisgé cometió un error imperdonable: no haber investigado a la madre y haberle dado credibilidad al asesino. Cometió un error garrafal, ético, que está pagando ahora, pero eso no quiere decir que yo sea partidaria de que no pueda publicar su libro o lo saquen de las librerías. Eso entra dentro de la onda de cancelar a la gente.

Me parece que él debería dar explicaciones, pedir perdón o decir porqué lo hizo y defender su posición.

Estoy de acuerdo con Marisol Oviedo. Creo que muchos escritores a lo largo de la vida se han equivocado en sus posturas y para eso somos lectores críticos.

Y sí, creo que a los victimarios hay que darles voz. Eso es lo que estamos haciendo en Colombia con la JEP. ¿Qué tal que los victimarios no tuvieran voz? Es la única manera de llegar a la reparación. Es una manera de hacer paz. También se trata de entender la mente, incluso la de los psicópatas más espantosos. Son fenómenos humanos que los demás tenemos derecho a comprender.

No he leído el libro, ni lo voy a leer porque no me interesa ese tema, me parece muy doloroso, pero los lectores están en su derecho de elegir si lo leen o no lo leen.

IRENE VASCO, escritora y promotora de lectura

“Los lectores definen lo que quieren leer”

La censura está controlando al mundo y eso no debe ser. Yo pienso que la libertad de expresión y la libertad de lecturas deben estar garantizadas. Se debería poder publicar lo que sea y son los lectores los que definen qué quieren leer y qué prefieren dejar de lado. Un lector crítico no se deja influenciar y, en cambio, podrá controvertir los textos.

DIEGO FERMIANO, editor y crítico literario

“Los crímenes en la literatura no son apología”

Cuando hablamos de literatura, es necesario recordar que estamos pisando terreno de ficción, o de no ficción, es decir, nos ubicamos en un mundo imaginado o calcado de la realidad. Así, entonces, dar voz a los victimarios en una novela o relato es un ejercicio de recreación artística, al igual que es fundamental mostrar el dolor de las víctimas y las situaciones vividas.

Por otra parte, pretender que un trabajo literario sea motivo de escándalo público, o material para pleitos judiciales, es un despropósito, ya que (aunque posible), sería un laberinto infructuoso determinar qué es y qué no es verdad, y si esto sirve o no para enjuiciar o liberar a alguien de culpas.

Muchos libros sobre crímenes se han escrito en la historia de la literatura, pero estos no son, bajo ninguna forma, una apología o una acusación formal para nadie. Antes bien, son formas artísticas de elucidar la voluntad humana, y las consecuencias (o accidentes) de vivir. Como dijo Paul Auster, que desapareció tan rápido y en una llamarada de gloria: «En el mundo real nos ocurren cosas que se parecen a la ficción. Y si la ficción resulta real, entonces quizá debamos reconsiderar nuestra definición de realidad…»

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