Escena 1

Cuando Missis Ruth entraba al salón su primera frase era siempre la misma: “Silence, please”. Y todo el 602 se callaba. Así está el país y así está el mundo: todos cotorreando, del verbo parlotear: “hablar mucho y sin sustancia, por diversión o pasatiempo”, dice el diccionario. O por falta de oficio, digo yo.

A mí también me cae mal Nicolás Maduro y no quisiera ver más su figura larguirucha aplastada en el poder, como no quise ver aquí, en Colombia, acaballado sobre la silla presidencial, a Álvaro Uribe Vélez cuando pretendió reelegirse a las malas por tercera vez, después de convertir nuestra Constitución en moneda de cambio: el trueque de un articulito por notarías. Cuando le hicieron entender que el Solio de Bolívar no se escrituraba, quiso gobernar en cuerpo ajeno: en el de Juan Manuel Santos primero y en el de Iván Duque después, aunque antes de aquellos estaba Uribito, Andrés Felipe Arias, al que le cambiaron Casa (de Nariño) por cárcel.

Sí, a los adictos al poder toca recordarles que el Eterno está en los cielos.  

Escena 2

“Silencio pulgas que la noche es larga”.

Las redes sociales estuvieron alborotadas, porque el presidente Gustavo Petro no se pronunció al mismo tiempo que otros mandatarios de la región sobre los resultados de las elecciones en Venezuela. ¿Quién entiende a la oposición? “Malo si sí, malo si no”, ¿cierto Aterciopelados?

Han criticado al presidente por trinar como loco y gobernar desde su cuenta de X. Hasta encontraron pasatiempo en sumar cuánto trinaba por hora, por día, por mes, y lo llamaron al orden por entrometerse en el conflicto Israel-Palestina.

Hay silencios prudentes y quizás el de esta semana fue uno de ellos. Ya veremos por qué. Mientras tanto, toca calmarnos o sufriremos de un infarto colectivo.

Escena 3

Trinó Fernando Carrillo, ex Procurador General de la Nación: “¿Quién se gana la medalla de oro en las olimpiadas del silencio ante la crisis venezolana?  ¿Será diplomacia, será cobardía o será pusilanimidad ante la tiranía?”.

Trina, como loco, Daniel Samper Ospina: “Berto habló con su silencio: nada que hacer”. Y volvió a trinar. “¿Y Berto sigue son datos? Y a esta hora sigue trinando como desesperado.

Sé quién es Daniel Samper hijo pero no sé quién diablos es Berto. Es una de las razones por las cuales uno no puede tomarse en serio a ciertos opinadores. El día que trinen sin hacer chiste de todo tal vez hasta el presidente de la República los tome en serio.

Trinó el abogado Ramiro Bejarano, uno de mis columnistas favoritos: “Petro no puede guardar silencio frente al robo en Venezuela. Ante este atropello solo queda la insurrección. Bienvenida. Se equivocan gravemente quienes asumen posiciones tibias y promueven la solución de que el pueblo acate el resultado del CNE, eso sería indigno”.

Trinó el escritor Juan Carlos Botero: “Se robaron otra vez las elecciones en Venezuela, y lo hicieron con el apoyo y los aplausos de @petrogustavo y su canciller @LuisGMurillo”.

Me gustaría ver las pruebas de esta acusación, como mínimo el video de ambos funcionarios aplaudiendo.

Trinó Felipe Zuleta Lleras, nieto de un ex presidente: Trino 1: “La posición del gobierno de Colombia frente a lo que está pasando en Venezuela es una vergüenza. Y sigue el silencio cómplice”. Trino 2: “Me dicen que el presidente @petrogustavo guarda silencio porque está enfermo”. Trino 3: “Si el presidente @petrogustavo está tan enfermo como me dicen mis fuentes, no haré un chiste de eso”. Trino 4: “¡Por qué continua el silencio?”.

¿En qué quedamos entonces, en que son o no son confiables las fuentes del nieto del expresidente Alberto Lleras Camargo?

Pacho Santos dijo que la única salida que tienen los venezolanos es tomarse el Palacio de Miraflores y el Parlamento.

Escena 4

Hay silencios necesarios.

Bien lo dijo Jenócrates, el filósofo griego: “Me he arrepentido muchas veces de haber hablado; jamás de haber callado”. Y lo corroboró su colega chino Lao Tzu: “El silencio es una fuente de gran poder”. Yo, que no conozco al presidente Petro, aplico el sentido común para no ceder a las especulaciones. Yo especulo, tú especulas, todos nos empeliculamos.

Tan fácil que es escribir bobadas, tan difícil que es argumentarlas. “Lo digo pero no lo sostengo”, decíamos en mi época.

Habló el gobierno, a través del Canciller Murillo y del Ministro Cristo. Al ex ministro Alejando Gaviria ese le pareció “un comunicado insulso, tibio, cómplice”. Es fácil juzgar estando por fuera del gobierno.

Los dos altos funcionarios pidieron reconteo de votos y verificación independiente de actas, y por fin el presidente rompió el silencio para insistir en lo mismo y calmar el pulguero alborotado.  

Los colombianos debemos respetar la soberanía de los otros países para que respeten la nuestra. Los venezolanos deben hacerse cargo de su realidad, porque éste ya no es el Reino de la Nueva Granada que en tiempos virreinales despachaba órdenes desde Santafé de Bogotá.

No es hora de entorpecer las relaciones con Caracas porque hay demasiado en juego: para empezar la vida de más de 28 millones de venezolanos. En mucho ha mejorado su situación gracias, precisamente, a Petro, con la reapertura de la frontera, lo que ha permitido dinamizar la economía de ambas naciones. El cierre fronterizo decretado por Iván Duque, no olvidemos, condenó a la miseria a miles de personas. No sobra recordar las escenas de horror de familias que cruzaban el río Táchira para comprar medicinas y alimentos en Colombia, hambrientos, soportando temperaturas de hasta 35 grados centígrados y pagando vacuna. Varias personas se ahogaron. Refresquemos la memoria con estas imágenes.

Aplaudieron al presidente de Chile, Gabriel Boric, también de Izquierda, por hablarle duro a Maduro, pero se les olvida que aquel no tiene que lidiar con una frontera de 2.200 kilómetros, la cual Colombia debe cuidar, pues allí, de lado y lado, hay criaturas humanas.

A todo lo anterior, súmele la macro-delincuencia, que no se puede combatir sin la ayuda del país donde se origina; eso sin contar que la Paz Total pasa por territorio venezolano, que ha sido refugio de guerrilleros del ELN y las FARC.

El presidente Petro debe acudir al guante de seda (diplomacia que llaman), sin los acaloramientos de las redes sociales, donde nadie mide las consecuencias de sus palabras. Los odios de hoy sólo buscan réditos políticos de cara a las elecciones del 2026.  Ninguna opinión en esta Colombia polarizada es gratuita, mucho menos altruista.

El domingo anterior, El Espectador informó, con cifras de la DIAN, que pasamos de tener exportaciones por US$96 en 2019 (cuando gobernaba Iván Duque, a US$673 millones en 2023 y US$344 millones en lo corrido de 2024 (es decir, durante el gobierno de Gustavo Petro).

Hay que tener tacto y pensar en las miles de familias, cuya subsistencia depende de una frontera activa. ¡Sensatez, por favor! Que las autoridades hagan lo propio para establecer la legitimidad de las elecciones.

Una declaración de Gustavo Petro, salida de tono, puede resultar peor, no necesariamente para Nicolás Maduro, sino para quienes viven del comercio binacional.

Ojalá a nadie se le ocurra pedirle al presidente cerrar otra vez el paso fronterizo, lo cual sería un suicidio económico, pues cualquier sanción termina siendo una medida inhumana.

Se descuenta que el país de Rómulo Gallegos será tema obligado en las elecciones del 2026. Independientemente del rumbo que tome Venezuela en las próximas horas o semanas; ojalá aquí no elijamos un gobierno que castigue, ¡otra vez!, a los venezolanos de a pie, cerrándoles el tránsito hacia Colombia, porque de paso castigarán a los colombianos que dependen de ese país.

La frontera es el cordón umbilical de venezolanos y colombianos. Estamos de acuerdo en que el malo de la película se llama Nicolás Maduro, así que no deberían pagar justos por pecadores.  

Tal vez sea hora de callarnos todos a ver si por fin nos escuchamos. Que el silencio no nos estorbe…  Hagámosle caso a mi teacher de inglés: “Silence, please”.

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