Nuestras opiniones no son hechos, sólo opiniones.

Una cosa es el antipetrismo y otra muy distinta la debida (necesaria) vigilancia que debe hacer la prensa sobre el gobierno de Gustavo Petro. Pero resulta que en Colombia ciertos medios cumplen ambos roles. En el pasado fue lo mismo aunque a la inversa.  Por ser uribista, una parte de la prensa dejó de hacer la debida (necesaria) vigilancia a los gobiernos de Alvaro Uribe e Iván Duque.   

Me explicaré.

No me fío de los políticos que actúan como periodistas y de los periodistas que actúan como políticos, pero entiendo que hay una larga herencia en Colombia: la familia Santos en El Tiempo; la familia Gómez en El Nuevo Siglo y 24 Horas; la familia Pastrana en La Prensa y Tv Hoy; la familia López en la antigua Semana y Noticiero de las Siete

Cuando un mismo personaje bucea a sus anchas en dos mares -las aguas “mansas” del periodismo y las aguas turbulentas de la política-, hay que desconfiar de las intenciones de aquel que diserta como político en una columna de opinión y asume luego su personalidad de periodista (a lo Clark Kent) frente a un micrófono. El uno con aires de “salvador”, y soluciones mágicas para casi todo, y el otro con la capa de hombre bien informado.

Dicho esto, pensé que tras la justificada salida de Luis Carlos Vélez de La FM, la Organización Ardila Lulle (OAL), refrescaría su espacio radial mañanero con caras nuevas. Pusieron al frente a Juan Lozano, un veterano político (opositor del gobierno Petro desde las páginas de El Tiempo), que también es veterano periodista. Se repite el caso de Noticias RCN (misma casa periodística), cuyo director, José Manuel Acevedo, hace oposición al gobierno desde su columna en el mismo periódico.

¿Cómo afectan ese doble rol la imparcialidad y la imagen de los medios? ¿Debería eliminarse la puerta de vaivén entre la prensa y el poder en aras de salvaguardar la independencia?

De los ires y venires de Juan Lozano entre política y periodismo, dio cuenta La Silla Vacía.

Me limito a resumir: Hijo del político liberal Juan Lozano y Lozano, militó en el Nuevo Liberalismo, fue alcalde de Bojacá, Cundinamarca; diputado a la Asamblea Departamental, Secretario de Desarrollo del departamento, secretario privado de Luis Carlos Galán, Consejero Presidencial para la Juventud, la Mujer y la Familia (en el gobierno de Gaviria) y miembro de la Comisión de Notables para la reforma del fútbol del Conservador Andrés Pastrana.

En 2002 sonó para Ministro de Interior de Álvaro Uribe, tras apoyarlo desde su columna en El Tiempo, y en 2003 se lanzó a la Alcaldía de Bogotá con respaldo de Uribe y de Enrique Peñalosa, pero perdió contra Lucho Garzón. Fue Consejero de Política Social, y Alto Consejero Presidencial en el gobierno de Uribe, apoyó luego se reelección, y terminó nombrado como Ministro del Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo. En las elecciones de 2010, respaldó la candidatura presidencial de Juan Manuel Santos y fue elegido senador por el Partido de la U, del cual fue Director Único.

En su hoja de vida periodística aparece como periodista político y columnista de El Tiempo, director de City Noticias, panelista de Blu Radio, decano de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Sergio Arboleda, director del canal Red+ y Red+ Noticias y del programa “Al Punto con Juan Lozano”, director de Noticias RCN y hoy director de La FM.

Resumiendo el cuento, es la historia del galanista que cayó en brazos del uribismo para luego dejarse seducir por el periodismo. Veremos pues, si sus creencias ideológicas, como pasó con el señor Vélez, terminan contaminando los próximos debates electorales.

Porque el tono de sus columnas ha sido esencialmente político.  Por ejemplo, abogando por los gobernadores, Juan Lozano escribió en El Tiempo (7 de octubre de 2024): “El laborioso director ejecutivo de la FND (Federación Nacional de Departamentos), Didier Tavera y la actual mesa directiva han preparado una agenda constitucional y legislativa (…) y por primera vez los gobernadores tienen a un hombre 100% jugado con ellos presidiendo la Cámara”.

Más adelante afirma:

“No escribo de oídas. Soy testigo presencial de la movilización suprapartidista y multi-estamentos que lidera el gobernador del Atlántico para que les devuelvan la plata que les quieren recortar (…) y soy testigo presencial de las palabras del ministro Cristo apoyando la agenda de la FND ante una plenaria de gobernadores molestos con el presidente…”.

Ya que el director de La FM intercede por la descentralización —al considerar, con toda la razón, que Colombia “es un país de regiones”—, podría también revivir la descentralización informativa, ya que si uno quiere saber desde Bogotá qué pasa en los territorios, toca esperar a que pase algo grave para enterarse o que un enviado especial se desplace al lugar de los hechos, como ocurrió hace poco con la situación de orden público en El Plateado, Cauca. Nos queda la Radio Nacional de Colombia, que honra en mucho la colombianidad.

Un periodista me confirmó que mientras Luis Carlos Vélez estuvo como director de La FM, “a los corresponsales les tocaba dar las noticias de su tierra casi que de afán, y eso cuando les abría el micrófono”.  ¿Ha cambiado eso? Toca preguntarle a don Juan Lozano. Mientras tanto, desde la cabina de Bogotá nadie controla las (a veces) largas y tediosas disertaciones de los periodistas que, sin ser necesariamente expertos, fungen como panelistas de la realidad nacional. De un día para otro, el bla bla bla se volvió costumbre en la radio informativa colombiana, por encima de la inmediatez, que tanto brillo le dio en el pasado. Si del amor al odio (de las audiencias) hay un paso, del lustre al lastre también.

Se sabe que el centro de poder está en la capital, pero a ciertos noticieros radiales se les olvida que hay ciudadanos (¿electores?) desperdigados a 1.141.748 km2 a la redonda, (o 2.070.408 km2, contando la extensión marítima colombiana). El episodio La FM versus la COP16 mostró el alto precio de maltratar a las regiones (o ignorarlas, que es lo mismo). Ojalá aquella lección sirva de algo.

No se trata de poner a los equipos humanos de Bogotá a pasear por el país. Se trata de darle importancia al periodismo que se hace desde la región, incluso crear corresponsalías donde no las hay. El buen periodismo exige inversión y los grupos económicos deben saberlo. Enhorabuena, el país está reconociendo la importancia de los medios alternativos, como las emisoras comunitarias, que cuentan lo que pasa en la provincia, en el barrio o la vereda, acontecimientos que rara vez son de interés para los grandes medios.    

Puede que rellenar espacio con opinión resulte más rentable, pero a la larga puede traer consecuencias. Hay quienes creen, yo entre ellos, que si Caracol Radio perdió liderazgo (segundo lugar por debajo de Blu Radio), fue precisamente por el marcado antipetrismo de los opinadores de su mesa de trabajo, el cual se traslada a las cuentas de varios de sus reporteros en X.

Por otro lado, está pasando que ahora a periodistas y directivos de los grupos mediáticos les está picando el bichito de la política: Si cuajan las candidaturas presidenciales de Fernando Carrillo y Vicky Dávila será interesante ver el equilibrio informativo con el que el grupo Prisa Media (dueño de Caracol Radio) y el grupo Gilinski (dueño de Semana) tratarán cada cual a su candidato y a sus rivales.

Una radio que quiera recuperar poder (no el poder de la inmediatez que perdió hace rato), debe nutrirse de voces que miren a Colombia sin sesgo ideológico, una mirada quizás más humanista, sociológica y, por qué no, filosófica. En aras de fortalecer la democracia, se requieren formadores de opinión, pero no sólo desde el periodismo, si no desde otras corrientes del conocimiento.

La información tendenciosa o sin verificar también lesiona la credibilidad. Ocurrió en La FM hace una semana, por cuenta de un Porsche Tycan estacionado en el parqueadero del canal público RTVC. Darcy Quinn preguntó en X “¿quién es el empleado de RTVC que tiene para comprar un carro de 600 millones?” y el dueño le respondió que él: un integrante de la agrupación The Mills, que daba una entrevista en Radiónica. “Dejaron mal parada a Darcy Quinn”, tituló Publimetro. En realidad, quedó mal parada otra vez La FM.

La fórmula de éxito de Blu Radio es simple: la pluralidad de pensamiento de su panel, discusiones (a veces auténticas garroteras) que se vuelven tendencia, generando debates necesarios para el país. Si se quiere, un campo de batalla ideológica que oxigena la conversación nacional. “Blu ha logrado consolidar casi dos millones de oyentes mes a mes, según las últimas cifras Ecar”, informa el portal Las 2 orillas.

La insana uniformidad de pensamiento ocurre también en las páginas editoriales de algunos periódicos: Cancelé la suscripción a El Tiempo, porque se volvió aburrido que, un domingo, por ejemplo, de siete columnistas, cinco atacan al gobierno o a sus funcionarios, porque si o porque no.  

No quiero decir con esto que deban callarse ante lo inadmisible de los gobiernos de turno. Digo que hay más poderes y poderosos a los que se debe fiscalizar, o muchos otros asuntos por fuera del juego del poder de los que no siempre se habla.

Por dar una idea: Tenemos 289 “honorables padres de la Patria” legislando. La paga de ellos y ellas, al igual que la del presidente de la República, la asumimos nosotros; por consiguiente, los ciudadanos tenemos derecho a saber si esos empleados están haciendo lo que deben o nos salen a deber por incompetencia.

La frase de la semana lo resume todo: “Yo dizque venía a Cali a descansar”, dijo con desfachatez el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca, (Partido Alianza Verde), desde Cali, sede de la COP16, evento en el que el mundo tiene sus ojos puestos por las decisiones que se tomen en favor del futuro del planeta.

Algunos senadores y senadoras también andan en “vacaciones proselitistas”, haciendo campaña con sueldo del erario público. Bueno sería que los periodistas cuestionen ese abuso antes de meternos al candidato de sus preferencias por los ojos. Porque allá, en el sótano del Edificio Nuevo del Congreso, también parquean carros. Y cuando no van a trabajar, pues no los parquean.

 Mi cuenta en X: @alexanvelasquez

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