Les contaré la historia que contó Leonardo da Vinci, casi seiscientos años atrás: “Las ostras se abren por completo cuando hay Luna llena; y cuando los cangrejos ven una ostra abierta, tiran dentro de ella un piedra o un trozo de alga, a fin de que la ostra no pueda volver a cerrarse y el cangrejo pueda devorarla. Éste es también el destino de quien abre demasiado la boca, con lo cual se pone a merced de quien lo escucha”.

Señor presidente, no nos llamemos a engaños: acepte que la suma de pecados y errores configuran su cuota de responsabilidad en los resultados electorales del 29 de octubre. Primer pecado: sus frecuentes impuntualidades, lo que es ofensivo para ciudadanos que sí o sí madrugamos a conseguir el pan. Segundo pecado: la improvisación a la hora de conformar el gabinete y deshacerlo luego de un plumazo, al sacar a figuras progresistas muy valiosas, caso Cecilia López y José Antonio Ocampo, que lo acercaban con el centro y la derecha, y que de cierta manera le dieron un parte de tranquilidad al país y a las élites mientras las tuvo de su lado.

El tercer pecado fue un error de cálculo político: torear a la prensa por necedad. Olvidó que su primer año de gobierno era también un año electoral. No jugó bien sus cartas, la prensa opositora sí, y el ruido le hizo y le sigue haciendo demasiado daño. Mientras usted se fue a China, a la alcaldesa Claudia López   le abrieron páginas, micrófonos y cámaras la semana de cierre de campaña para darle el empujón final al nuevo alcalde Carlos Fernando Galán, (y de paso pavimentar la aspiración presidencial de ella),  usando como excusa perfecta el Metro de Bogotá.

Cazó una pelea innecesaria con un tema que –¡perdón!- nos sabe a cacho. Se confió, y en política, se sabe, el aliado de hoy es el oportunista de mañana. Los ratones hicieron fiesta durante su ausencia, tómelo como lección o como un cuarto pecado.

Su candidato, Gustavo Bolívar, tuvo seis feroces rivales de derecha, incluido ese rarísimo fenómeno de izquierda llamado Jorge Robledo, al que si bien le ha ido como a los perros en misa haciendo alianzas fracasadas con sus nuevos mejores amigos de la derecha, tiene el “gran mérito” de haber sido capaz de implosionar a la izquierda, por un odio casi visceral, tanto que estoy por pensar que algo muy grave pasó entre ustedes. Ese palo en la rueda le ha hecho daño y lo seguirá haciendo si el asunto no se trata con pinzas; es decir, por las buenas, sentándose a conversar como la gente civilizada, que en política hablar de “gente civilizada” es mucho decir. A la vuelta de dos años esa inquina no tratada hará metástasis, con un Robledo que ya mostró comodidad comiendo a la izquierda de la derecha, sin que le acusen de haber sepultado al MOIR. Tampoco se entiende cómo Lucho Garzón, sin mucha bulla, terminó en brazos del nuevo alcalde Galán, quiero decir, guarecido bajo la sombrilla del Nuevo Liberalismo.

Pero no nos distraigamos, que el asunto de fondo es usted, señor presidente.  Se lo ve como una persona arrogante a veces (quinto pecado). Para un primer presidente de izquierda, con cien millones de ojos encima, la arrogancia equivale a suministrar gasolina gratis a una oposición que necesita mantener el fuego de las pasiones encendido. No sea porfiado.

Los únicos que pueden dárselas de arrogantes son los dictadores para quienes el límite es la muerte o el derrocamiento, pero no usted que logró abrazar el “poder” democráticamente, arrebatándoselo a una derecha que –no nos digamos mentiras- jamás perdonará que un ex guerrillero se haya metido a la Casa de Nariño. Les duele demasiado y harán lo impensable para que no ocurra de nuevo. Sin ser brujo, casi puedo asegurar que el día que María José Pizarro tenga estatura presidencial, la derecha recalcitrante se encargará de mostrarla como la hija de un guerrillero; mucha gente no sabrá que ese guerrillero ya no lo era cuando lo asesinaron siendo candidato presidencial, un magnicidio más. Quiéralo o no, a diferencia de naciones sin conflictos armados, aquí la izquierda es víctima de su propio pasado. La oposición crea narrativas, se las cree y las hace creer.

Lo mismo podría pasar con su hija Sofía, una figura promisoria de la política. Mientras las guerrillas sigan vivas, ese argumento, aunque demencial y rebatible, le resulta útil políticamente a los detractores. No así el senador Iván Cepeda, a quien el uribismo acusó falsamente de comprar testigos en el mismo proceso contra Álvaro Uribe; para quienes no saben, el padre de aquel, el periodista Manuel Cepeda, fue asesinado el 9 de agosto de 1994 yendo de su casa al Congreso, un crimen de lesa humanidad que nos recuerda que el extermino de la UP se dio durante los gobiernos de derecha, con participación de militares y paramilitares.

De ese tamaño es el monstruo que enfrenta una izquierda desunida. Si no junta los pedazos, reagrupándose y deponiendo las vanidades, sólo le queda una posibilidad hacia el futuro: el papel segundón como opositores de los gobiernos de turno. Pero nada está perdido, nada está ganado. “Ni Petro está derrotado ni la derecha ya ganó el 2026”, dice El País. 

Así que de usted depende, señor presidente, que el paso de la izquierda por la Casa de Nariño no sea un mero accidente de la historia. Urge un relevo generacional,  caras nuevas que le hagan contrapeso a la estigmatización, alrededor de un único partido fortalecido, no caudillismos que morirán cuando muera el caudillo.

El hecho de que todavía goce de cierta popularidad entre los jóvenes (52%) es un indicador contundente que la izquierda debe saber capitalizar. Pero no estoy seguro de que esa tarea le corresponda a usted. De usted más bien se espera que haga el papel que soñó durante décadas: “Me llamo Gustavo Petro y soy su presidente”.

Ya quedó claro que no podrá reformarlo todo. Debe hacer una lista de prioridades para definir cuál será su legado, así como debe exigirle a cada ministro el suyo, pues cuando llegue la hora de rendir cuentas, se les juzgará por el haciendo sobre el diciendo.

¿Cuáles son esas prioridades? ¿Una reforma agraria para darles tierras productivas a los campesinos? ¿Una reforma a la salud para que las EPS, que son negocios privados, no sigan manejando dineros públicos ? ¿Una reforma laboral que mejore las condiciones de los trabajadores? ¿Una reforma política que impida que gente cuestionada o con antecedentes judiciales sea premiada en las urnas, como acaba de pasar?

No la tiene fácil en todo caso. Recuerde que a Alfonso López Pumarejo, siendo del establecimiento, un Laureano Gómez lo tildó de comunista por haber hecho cuatro grandes reformas: constitucional, agraria, tributaria y educativa. Dese por bien servido si logra una sola reforma y bien hecha. Eso será más importante a que lo recuerden por llegar tarde a todo o, peor, por no llegar.

Necesita liderar el acuerdo nacional prontico. Lance su propuesta en una alocución televisada donde quede claro su gesto de buena voluntad y el país sepa si los partidos le patinan a la reconciliación. Ese acuerdo nacional no es otra cosa distinta que un gobierno de unidad nacional, como el que conformó al principio, no para satisfacer únicamente las voracidades burocráticas de unos partidos, sino para delegar responsabilidades en gente capaz que genere confianza y garantice resultados, en línea con el programa del cambio que nos ofreció, pero ajustado a la realidad, no a las utopías. Muévase un tris a la derecha para hacerles campo en su proyecto de gobierno. En el dominó de la política, lo saben ellos, a veces toca ser el rey disfrazado de peón.

Para construir el legado, construya primero el acuerdo nacional sin imposiciones; mejor dicho, haga  las paces con sus contrarios, antes de la paz total; toca que cesen las hostilidades de parte y parte, especialmente en las redes sociales; ya nos ocuparemos del tema.

Ahora bien: la prensa, que tiene sus propios pecados, es lo que es, gústele o no, y no cambiará porque usted se lo pida, señor presidente. Trate a la prensa con respeto para que pueda exigir respeto. No insista en negociar un mejor trato de la prensa hacia usted, con la prensa no se negocia nada (a no ser la pauta), porque ella está para fiscalizar e incomodar. Además, no se le olvide que una parte de esa prensa está hoy en manos de grupos económicos ligados al poder, acostumbrada a no dar puntada sin dedal. Se lo dijo usted  mismo a María Jimena Duzán: “Yo llegué al gobierno pero no al poder”.

Un ejemplo: Seguí la transmisión en directo por Caracol Radio. Vi a Vanessa de la Torre muy emocionada (no sé si con orinada y todo), queriendo anunciar la “primicia” (de la Registraduría) del nuevo alcalde  Carlos Fernando Galán, a quien su esposo, el columnista Diego Santos, apoyó hasta el cansancio en redes sociales. Creo que hay un tipo de periodismo que se volvió desvergonzado y evidente. Asistimos al nacimiento del periodismo paté, tema para otra columna.

Mi abuelita solía decir: —disimule un poco el hambre, cuando nos daba por mostrarlo, con razón en nuestro caso. Supongo que lo mismo pasaba en revista Semana y en la cabina de La FM con Darcy Quinn y Luis Carlos Vélez. ¿Cambiar ese tipo de periodismo? ¡Otra utopía!

No comunicar bien es el sexto pecado. Ese es un problema frente a una oposición que usa la burla y el sarcasmo para descalificarlo; el chiste a través del meme se volvió arma efectiva de propaganda, (banalizar para  anular el pensamiento crítico); por lo tanto, toca ser doblemente sagaz (asertivo y transparente) para que los mensajes calen en la opinión pública.

¿Ha pensado en un alto consejero de las comunicaciones? Alguien con los quilates suficientes, que genere respeto en el medio, que no llegue a adular, sino que le permita una introspección serena y sincera. El adulador está cerca de la lambonería pero lejos de ser sabio. Evalúe con honestidad si quienes le hablan al oído son las personas indicadas para este río revuelto. Es mejor sentarse en el diván que en la palabra.

Séptimo pecado: su adicción a X (antes Twitter). Aprenda de la Primera Dama: enhorabuena hizo uso del bajo perfil, un dolor de cabeza menos para su gobierno.  La excesiva exposición en esa red social es un arma filosa que alimenta el discurso de la oposición, así sea por sus faltas ortográficas. De usted depende jugar o no ese juego provocador. Nada lo obliga a trinar. Deje de hacerlo por un día y verá los efectos. O trine con mesura. Cuando sienta la pulsión, piense en la brutal frase de “Bartleby, el escribiente”, el personaje de Hermann Melville: “Preferiría no hacerlo”. Hay placer sano en resistirse a las tentaciones.

“Diga siempre menos de lo necesario. Cuando intente impresionar a la gente con palabras, tenga en cuenta que cuanto más diga tanto más vulnerable será y tanto menor control de la situación tendrá. Incluso cuando lo que diga sea sólo una banalidad parecerá una idea original si la plantea en forma vaga, abierta y enigmática. Las personas poderosas impresionan e intimidan por su parquedad. Cuanto más hable, mayor será el riesgo de decir alguna tontería”. (Ley 4ª de Las 48 leyes del poder).

Prepárese con decoro para el retiro. Cuando sea un feliz expresidente, será dueño de su tiempo para cazar peleas si quiere, aunque lo veo más en el papel de estadista, yendo por el mundo con su mensaje en favor de la paz y la salvación del planeta. O podrá hacer como un inteligente Belisario Betancur, que se encerró a leer poemas, mientras doña Dalita daba forma a sus esculturas, y, colorín colorado, la historia se fue olvidando de la responsabilidad del expresidente en la retoma del Palacio de Justicia.

Nomás observe al doctor Álvaro Uribe: de ser supuestamente “el gran colombiano”, se ha desdibujado a sí mismo: apocado políticamente conforme pasa el tiempo, acorralado por la justicia y con la honra hecha trizas, todo por esa mezcla peligrosa de soberbia y adicción al poder.

Borrar su pasado no es posible. Pero construir un legado sí, para que lo recuerden los libros de historia y en ese recuerdo quede implícito que los cambios son posibles.  Que la izquierda, a diferencia de las estirpes condenadas a cien años de soledad, sí merece una segunda oportunidad sobre esta tierra macondiana. No lo eche a perder mientras baila con la más fea.

LAPI-DIARIO

LUNES: Si Alex Char ganó la alcaldía de Barranquilla, entonces perdió el buen periodismo. El periodismo independiente, en solitario, es esa golondrina que no hace verano. Pienso que el libro La Costa Nostra, de Laura Ardila, sobre el clan Char, debió llamarse La Costra Nostra. Una costra con el suficiente billete para llegar algún día a la Casa de Nariño. En Latinoamérica tenemos una larga lista de empresarios seducidos por el poder. Ahí tienen al joven multimillonario Daniel Noboa, listo para gobernar a los ecuatorianos.

MARTES: Las voces en contra del Metro subterráneo dicen que elevado es más bonito para que la gente aprecie la ciudad, argumento medio chimbo –sorry– sabiendo que, sea en Metro, en bus, o en carro particular y aún en moto o bicicleta, la gente va metida de cabeza en sus teléfonos celulares. Además, ¿a quién le interesa ver edificios de hormigón tapando las montañas?

MIÉRCOLES: Otra vez Matador se enfrenta a la censura por sus opiniones. Miembros de la comunidad judía en Colombia lo acusan de antisemita (odio a los judíos) y le piden rectificar por una caricatura en la que, a través de la conversación entre un niño y su padre, cuestiona el papel de las religiones en el conflicto Israel-Palestina. Recomiendo leer este artículo del escritor David Grossman (El País de España) para entender que no hay antisemitismo en la obra del artista, pero sobre todo para comprender el concepto de Estado judío. “… la nación ocupante se considera superior y, por tanto, con un derecho innato a controlar. (…) a medida que la religión tiene más peso, arraiga la idea de que esa es la voluntad de Dios”. Para decirlo con ironía, la paz vendrá el día que Dios una a sus religiones. Nadie sabe si hay un cielo para los buenos pero es un hecho que hay un infierno en la Tierra para todos. Que yo sepa, las caricaturas no matan, las bombas sí. En 2006, Grossman perdió a un hijo en la guerra entre el Líbano e Israel por un misil del grupo Hezbolá.

JUEVES: Desde enero Tunja tendrá alcalde ruso de Rusia, sumercé: Mikhail Krasnov. No faltará quien diga que el “camarada con ruana” es un espía de Vladimir Putin.

 VIERNES: Una fiscal revoca la orden de captura contra Cielo Gnecco. Como la doña está prófuga de la justicia, ¿será una estrategia para despistarla y echarle mano?

SÁBADO: Mucha gente está molesta con el impuesto a las bebidas azucaradas. Argumentan que los pobres serán los más afectados. El gobierno debe educar: Enseñar que una fruta alimenta más que un vaso de gaseosa. Que una libra de moras es más saludable y barata que un litro de gaseosa. Que no se trata de comer lo que se nos da la gana porque estamos en un país libre, sino de saber que tenemos derecho a alimentarnos mejor para enfermar menos.  Porque finalmente entre todos sostenemos  vía impuestos el sistema de salud. Sepan quienes defienden a la industria que las bebidas azucaradas y los “paqueticos” contribuyen al aumento de diabetes tipo 2, obesidad y caries en la población.

 

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