Gabriel García Márquez, periodista. Fotografía: Centro Gabo.

Han pasado ya casi treinta años desde que Gabo pronunció esas palabras en su discurso de 1996 ante la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP. Me pregunto si su reclamo tiene vigencia y si lo que se enseñan en las facultades se ajusta al frenético presente dentro y fuera de las salas de redacción.

La academia ya no tiene el monopolio del conocimiento, como señalan, en este episodio de A fondo, Raquel Bernal, rectora de los Andes, y Fabio González, profesor de la Universidad Nacional.

Dice el profe: “Hemos sido lentos en reaccionar (…) Creo que con la inteligencia artificial nos toca actuar de manera mucho más rápida. (…) Enfocarnos en formar ciudadanos (…) que puedan adaptarse a estos cambios y que puedan seguir aprendiendo a través de la vida (…) La idea de que vamos a tener a un estudiante cuatro años para enseñarle todo ya no es válida (…) Ya no tenemos el monopolio del conocimiento”.

La rectora añade: “Las universidades hemos seguido trabajando más o menos de la misma manera que hace muchos años. Somos una institución muy tradicional (…) nos ha costado renovarnos, a diferencia de los otros sectores económicos, los medios, los bancos… (…) La inteligencia artificial me parece una herramienta supremamente útil, tiene un potencial muy grande (…) Además, graduamos jóvenes que van a vivir en ese mundo (…) las universidades no podemos sacarlos ya rezagados”.

El periodismo no es ajeno a esta realidad. A los retos que impone la tecnología, hay que agregar las crisis en materia de confianza, calidad y ejercicio ético.

Lo que está pasando en Estados Unidos, por ejemplo, refleja un problema global, donde la política envilece el ejercicio periodístico, deformando su deber ser para satisfacer al poder, no al ciudadano. The Washington Post perdió más de trescientos mil suscriptores en lo corrido de 2025 al cambiar abruptamente su línea editorial, para complacer al dueño, Jeff Bezos, amo y señor de Amazon, quien busca congraciarse con el presidente Donald Trump.  

“Bezos nos presionó para que encontráramos más escritores del corazón del país, que pudieran entender el atractivo de Trump. Más inquietante fue su deseo expreso (…) de que la página editorial encontrara algo, cualquier cosa, positivo que decir sobre Trump. (…) El Washington Post al que me uní, el que llegué a amar, no es el Washington Post que dejé”, dice la columnista Ruth Marcus, quien trabajó por cuarenta años en el icónico diario que destapó el escándalo Watergate. Marcus contó los detalles de su renuncia en este artículo de la revista The New Yorker, que incluye la columna que le vetaron.

Mientras tanto, ¿Qué está pasando con el periodismo colombiano y especialmente con las facultades que forman periodistas? ¿Qué responsabilidad les cabe en esta crisis? Busqué respuestas.

Ser éticos desde la casa

ALEXANDRA CORREA SOLARTE, periodista y presentadora de noticias del canal alemán Deutsche Welle (DW). 

La responsabilidad es compartida, entre la familia, la universidad y toda la sociedad. No solo las facultades de comunicación social y periodismo deberían asegurarse de graduar a periodistas éticos y con alta responsabilidad; sino que desde la crianza deberíamos las familias garantizar la entrega de ciudadanos honestos y éticos, especialmente en carreras como el periodismo, clave para la democracia. Los periodistas debemos recordar que nuestra profesión está al servicio de los ciudadanos y no de los intereses económicos y particulares. Desinformar, mentir y manipular, tienen un enorme costo reputacional, que mina la credibilidad, lo más sagrado que tiene un periodista.

Autocrítica, la asignatura pendiente

ANDRÉS PÁRAMO IZQUIERDO, periodista, panelista de Presunto Podcast y analista de medios.

Los periodistas tienen que aprender desde la facultad a ser autocríticos y a entender que la única manera en la que pueden sobrevivir a una crisis de legitimidad como la que está afrontando el oficio es ejerciendo una transparencia radical. Voltear las costuras significa entrar de lleno a una nueva era en la que la objetividad se siente como un valor relativo y olvidado. Asimismo, yo le daría un consejo a los profesores: es importante estimular en los estudiantes que hagan el contenido que a ellos les gustaría ver. Una especie de capítulo nuevo (no único) en las lecciones.  Es muy importante eso, porque a veces nos olvidamos de que el periodismo es también lo que hoy llaman “contenido”. 

Descuidamos el quinto poder

WENDY PERALTA, periodista y directora de Quinto Poder.

Si bien el cuarto poder es el periodismo, el quinto poder es la voz del pueblo en los canales digitales. En este sentido, la academia tiene la gran responsabilidad de formar profesionales íntegros, con valores éticos y rigor investigativo, para contrarrestar la proliferación de noticias falsas.

Ahora, los reporteros son ellos. Muchos, sin formación ni dirección, toman un celular y ya se consideran periodistas. Enhorabuena urge que las facultades adapten sus pensum a las nuevas dinámicas del periodismo, incluyendo el digital, la inteligencia artificial y el análisis de datos.

Deben promover la comunicación alternativa con responsabilidad y orientar a los estudiantes en estrategias de financiamiento como la monetización y la publicidad digital, para fortalecer su independencia y erradicar el paradigma de ‘extorsionistas’ que se ha impuesto a los periodistas.

Combatir las malas prácticas periodísticas desde la academia

ÓSCAR DURÁN, periodista y director del Área Académica de Comunicación Social – Periodismo, Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Creo que tienen mucha responsabilidad si replican o mantienen las lógicas perversas de algunos medios de comunicación tradicionales, que hace rato disfrazaron de información lo que es a todas luces opinión y sesgo. Conozco muchos casos de programas y facultades que mantienen en sus clases una férrea ética hacia los principios periodísticos fundamentales, aquellos que establecen que la información es un servicio público y que el periodismo debe estar como contrapeso de los distintos poderes, no como altoparlantes o replicadores de la información oficial. Sé, también, que muchos programas y facultades de periodismo, cansados de ver a colegas y medios informar sin rigor, verificación o contraste, decidieron crear medios de comunicación universitarios que lleven la voz y el enfoque periodístico juvenil a esas audiencias que tanto reclaman objetividad, honestidad y equilibrio a los medios de comunicación.

En el programa tratamos de mantener ciertos criterios de selección para los medios y empresas que nos piden estudiantes en calidad de practicantes. Una de esas condiciones tiene que ver con sus buenas maneras o no en el ejercicio periodístico. En eso no podemos fallar. Además, vinculamos profesores que, al mismo tiempo, desde los espacios o medios de comunicación en los que laboran, hagan un periodismo guiados por los principios éticos del oficio, con aquellos con quienes nos sentimos identificados.

Periodistas como salchichas

JACOBO SOLANO, periodista, escritor y columnista de El Pilón y Kienyke

Todos tenemos parte en este caos que vive el periodismo: los medios, la academia, los periodistas… Descuidamos ese periodismo integral, donde la ética y el rigor deben ser la columna vertebral. Los periodistas no podemos entrar en el juego de la polarización porque perdemos el foco del oficio. Las facultades de comunicación social y periodismo gradúan muchachos como quien hace producción en serie de salchichas o chorizos, sin una verdadera concientización de la responsabilidad que implica ser periodista, y tampoco hemos aprendido a entender el nuevo sistema de comunicación que pasa por las redes sociales. Hace rato deberíamos estar hablando de integralidad en el periodismo.

Se deben actualizar los planes de estudio

EDUAR BARBOSA, comunicador Social y Periodista, director del Programa de Periodismo y Opinión Pública de la Universidad del Rosario y director de URosario Radio.

Las universidades son responsables de fomentar un aprendizaje ético e integral que responda a las necesidades del entorno, por lo tanto, cuestiones como la falta de formación del criterio periodístico o la verificación correcta de los datos y la avalancha de herramientas sin un uso apropiado, entre otras, representan un reto para las instituciones. Las facultades de Periodismo y Comunicación deben formar críticamente a los profesionales que desempeñarán distintos roles en los medios informativos, pero cuando no hay una actualización decidida de los planes de estudio, no se abren los espacios de discusión apropiados o no hay una sólida fundamentación teórica, la labor de la academia puede quedar en entredicho a causa del desempeño de sus profesionales.

¿Qué responde el gremio que representa a las facultades de periodismo?

MANUEL IGNACIO GONZÁLEZ BERNAL, presidente de la Asociación Colombiana de Facultades y Programas Universitarios de Comunicación (AFACOM). Decano Facultad de Comunicación Universidad de La Sabana.

La crisis del periodismo está basada en tres grandes pilares. Primero, la crisis del modelo de negocio que vino con la disrupción digital y cambió la estructura de ingresos de los medios de comunicación tradicionales.

Segundo, estamos frente a una crisis de calidad, sin generalizar, porque también hay ejemplos de periodismo hecho con vocación, talento y espíritu de servicio a la sociedad. Sin embargo, hay dificultades para financiar el periodismo de profundidad, de investigación, de largo aliento. 

El tercer elemento, consecuencia de los anteriores, es la crisis de confianza. La sociedad no confía en los medios.

Vista la crisis así, podemos analizar cuál es el rol y la responsabilidad de la academia. Entre universidad y sector productivo ha habido una brecha histórica en muchos países y en todos los campos. Dicha situación ha venido cambiando durante los últimos cinco años, entre otras cosas porque las universidades también están en proceso de disrupción, reinventándose. Esa brecha histórica se viene cerrando.

Desde el punto de vista del talento, se tacha a las universidades de tener profesores que no conocen el mundo real. Lo cierto es que hoy, en campos como la comunicación, la formación de las nuevas generaciones en buena medida está en manos de profesores de cátedra que son periodistas en ejercicio.

Por otro lado, debemos reconocer que algunos programas persisten en una formación generalista, lo que por supuesto genera brechas entre la expectativa de quien contrata y las posibilidades reales de quien llega al mercado. Los medios están contribuyendo a cerrar las brechas al permitir que los practicantes o profesionales jóvenes terminen de formarse allí. Ese proceso sucede de manera natural, pero yo creo que ahí las facultades todavía tienen una oportunidad.

A diferencia de los periodistas que se recibían en el pasado, los muchachos de ahora buscan otras cosas; la vocación de servicio a la sociedad -ese espíritu y disposición al sacrificio-, a veces es más difícil de encontrar en ellos, debido a las jornadas extenuantes y las condiciones laborales. Pero soy optimista.

Las universidades tienen la oportunidad –muchas de ellas lo hacen y muy bien- de fortalecer la formación práctica, para que se aprenda haciendo que es una forma motivante y más eficiente del aprendizaje.

Decir que la crisis del periodismo encuentra sus raíces en las universidades me parece injusto en la medida en que los pilares de la crisis están en un contexto gobernado no por los medios ni por las universidades, sino por el avance del mundo y de la tecnología, y en otros casos sí por el propio aparato productivo de cada medio de comunicación.

No es una forma de evadir responsabilidades. Las universidades son muy conscientes de autoevaluarse y de buscar procesos de mejora continua. En el QS World University Ranking de las 10 facultades de comunicación más importantes de América Latina, 3 o 4 son colombianas, lo que muestra que tenemos una capacidad importante de formación.

Buenos periodistas y buenas historias se cuentan; retos hay y los habrá más en el futuro, pero en ese propósito de hacer periodismo de calidad, de servir a la sociedad y de encontrar la sostenibilidad, debemos comprometernos todos.

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