Imágenes de “Bogota: City of the lost”.

Primero que todo, nunca he entendido porqué a los malos de carne y hueso les ponen como alías el nombre de personajes que amábamos en nuestra infancia. Ahí están, por ejemplo, alías Popeye, el sicario que no necesitaba comer espinacas para matar gente a sangre fría. O alías Oso Yogui, que resultó tan avispado como el osito animado, cuya frase favorita era: “¡Soy más inteligente que el oso promedio!”. Según la prensa, el hombre posee información que dejaría mal parado al Clan Char de Barranquilla.

El otro famoso por estos días es alías Papá Pitufo, el llamado Zar del contrabando; con una vida de película en el mundo del chancuco, cuyos tentáculos se extenderían, presuntamente, por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) y la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa). Nada que ver con el tierno Papá Pitufo del cómic: también es líder pero de su propia familia de pitufines, un sabio anciano con 542 años, a diferencia de su “copia” humana, de 62.

La historia de alias Papá Pitufo parece calcada (o al revés) de “Bogota: City of the lost”, (Bogotá: tierra de últimas oportunidades), filmada por coreanos en la capital colombiana, cuyo protagonista es Song Joong Ki. Las groserías nuestras en boca del actor asiático son a otro nivel.

Bogotá es la nueva Ciudad Gótica. Aquí los gánsteres (coreanos y criollos, claro), compran a quien sea para hacer billete con mercancía ilegal, sin pagar aduana, en connivencia con autoridades y funcionarios corruptos.

En un principio no quise escribir sobre esta película para no hacerle el juego a ese cine que nos muestra a los colombianos como gente violenta y despiadada (sí, hay manzanas podridas, lo sabemos). Pero cuando estalló el escándalo de alías Papá Pitufo, cambié de opinión. Porque a una y a otro, a la cinta coreana y al personaje colombiano, los une el mismo cordón umbilical: las mafias del contrabando, la impunidad y el prontuario delictivo.

¿Coincidencia? Con todo, la realidad siempre supera la ficción, como dicen que dijo Oscar Wilde.

¿Qué me gustó de la cinta? Básicamente, qué se rodó en Bogotá; así que me alegré viendo lugares de mi ciudad amada, a pesar de las habladurías. Lo digo porque el otro día un tipo argentino escribió en X: “Vivir en Bogotá es como casarse con una vieja por interés: vos sabés que nada te va a faltar, que vas a hacer plata, vas a ir a buenas fiestas, pero no te gusta ni mierda y te preguntas todos los días: ¿Yo qué putas hago aquí?”.  

¡Gente malagradecida hay en todas partes! “Hágase revisar la cabeza”, fue lo único que se me ocurrió contestarle, como cachaco herido en su amor propio, para no ser grosero. El trino alcanzó casi medio millón de visualizaciones y más de ocho mil Me gusta.  

Imágenes de “Bogota: City of the lost”.

Bogotá sí es una tierra de oportunidades para lo bueno, aunque lo sea también para lo malo.

Bastante pobreza se refleja en las casi dos horas que dura la producción. Por ahí leí que al director coreano le encantó Bogotá porque se parece mucho a su país. No sé si eso sea un halago. Nos hubiera hecho el favor de mostrar, también, que Bogotá sí es una tierra de oportunidades para lo bueno, aunque lo sea también para lo malo, como todo.

Los actores son coreanos y uno que otro colombiano. Las actuaciones en general me parecieron buenas, al igual que los efectos especiales. No podría poner una calificación de 1 a 10, porque tengo sentimientos encontrados. Por un lado me encantó ver escenas de acción rodadas en sectores de la capital que son emblemáticos, como el barrio Egipto, la Avenida Circunvalar, los San Andresitos o, cerca, el Salto del Tequendama y Choachí.

Que el mundo vea el potencial cinematográfico de Bogotá es un piropo, y entiendo que por ese concepto la ciudad recibe unos ingresos extras.  Pero que nos muestre ante el mundo como un lugar aterrador debería ser una ofensa. Mucha gente confunde ficción y realidad, aparte de que nos antecede la mala fama que sembró un siniestro Pablo Escobar.

Las mafias del contrabando pululan en Latinoamérica, pero justo nos tocó a los bogotanos el deshonor de salir en Netflix. Mucho me temo que un extranjero que quiera venir a la capital lo pensará dos veces antes de empacar maletas. La historia está plagada de violencia y de villanos que matan por dos pesos. Salen mal paradas instituciones como la Policía y la DIAN, infectadas de corrupción. Es raro que nadie se haya quejado aún.

Me gustaría conocer la opinión de personas que conozcan de cerca el mundo de los Sanandresitos para saber qué tan exagerado o ajustado a la realidad está el libreto.

¿La vieron? ¿Les gustó? ¿La recomendarían? Charlemos.

Imágenes de “Bogota: City of the lost”.

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