Crédito: Imágenes tomadas de las redes sociales.

Los verdaderos nutricionistas de este país están molestos y con justa razón. Molestos con el doctor Jorge Enrique Bayter Marín, médico anestesiólogo, de acuerdo con su perfil en las redes sociales, donde se hace llamar Doctor Bayter. Se auto-promociona como el “creador de la Dieta Keto Perfecta” y tiene más seguidores que muchos políticos y medios de comunicación en este país: cinco millones en TikTok, 4.6 millones en Instagram, 3.7 millones en Facebook y 800 mil en Youtube.

En la hoja de vida, publicada en su sitio web, no dice que sea nutricionista. “Sencillamente soy Jorge, un médico, intensivista, investigador, educador, que trabajé por más de 25 años en Unidades de Cuidado Intensivo, viendo gente enferma y aun cuando dedicaba todo mi esfuerzo y mi conocimiento, no era suficiente, no lograba salvar sus vidas”, confiesa.

Entonces, ¿cuáles son sus credenciales?

“Soy Médico y Cirujano, especialista en Anestesia, especialista en Medicina Crítica y Cuidado Intensivo. Líder latinoamericano de seguridad en cirugía plástica, conferencista Internacional en todos los países de Latinoamérica, Estados Unidos y España. Autor del libro Catástrofes en Cirugía Plástica y de más de 30 artículos científicos y ganador del mejor Artículo Internacional de la revista Aesthetic de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica. Socio fundador del Centro Médico Quirúrgicos Bayos- Clínica El Pinar, una de las principales clínicas ambulatorias de Cirugía Plástica en mi país Colombia y mi ciudad Bucaramanga, caracterizándose por ser la institución más segura en dichos procedimientos”.

No conozco al doctor Byter y en lo personal no tengo nada contra él, ni dudo de su buena intención de querer salvar al mundo, pero sí tengo reparos a lo que dice y la manera muchas veces grotesca de comunicar sus mensajes, con ese lenguaje soez e innecesario. Al ver su pomposo currículum, es obvia la primera pregunta: ¿Por qué siendo experto en anestesia, el Doctor Bayter funge como experto en nutrición? ¿Está acaso usurpando el puesto de los nutricionistas?

Debemos tener en cuenta que al hablar de alimentación estamos hablando de salud humana y el sentido común indica que se necesita la formación idónea en este campo para orientar de forma responsable a cualquier paciente.

¿Por qué siendo experto en anestesia, el Doctor Bayter funge como experto en nutrición? 

El Doctor Bayter tiene una clientela cautiva y, como pregona en su sitio web, le ha enseñado “a más de un 1.000.000 de personas en el mundo a comer para sanar, ayudándolos a revertir enfermedades, perder peso y mejorar su salud a través de la alimentación”, por medio de lo que él denomina “el método DKP”.

Por sus shows en redes sociales ha estado envuelto en más de una polémica: un día glorificando el chicharrón, al otro día satanizando el banano y, últimamente, hablando pestes del tamal. Usó el término “mierda” para calificar esta comida (no es la primera vez que acude a la vulgaridad para mostrar desprecio por los alimentos), por lo que desde la Gobernación del Tolima le exigieron respetar. 

Es normal que la gente del común diga groserías y disparates en las redes sociales. Pero dice mucho de un galeno que usa palabrotas para aconsejar a esa opinión pública que lo sigue como a un Mesías.

“Este señor cree tener la verdad absoluta y desconoce la cadena productiva que hace parte de este plato típico, la proveeduría campesina, la cultura alimentaria y la identidad regional e internacional, pues el tamal también se elabora y consume en otros países de la región, siendo parte esencial de nuestra ancestralidad andina”, me cuenta el profesor Jhon Jairo Bejarano Roncancio, nutricionista de la Universidad Nacional de Colombia y autor de un artículo titulado: “Educación alimentaria y nutricional en la salud pública. Complejidades y perspectivas”, (leerlo aquí), donde, entre otras cuestiones, habla sobre el “analfabetismo nutricional” que existe en Colombia.

Considera que al demonizar el tamal “se atenta contra la soberanía y cultura alimentarias, y la cadena de suministro, generando pánico y desestimando el consumo de ciertos alimentos”. En este punto, concuerdo con él en que los gremios productores de este sector, (Augura, Asohofrucol, Fenalce, etcétera), empezando por el órgano rector, el Ministerio de Agricultura, deberían pronunciarse por las consecuencias que la desinformación puede generar en la economía de un país.

Tanto él como la Asociación Colombiana de Dietistas y Nutricionistas, ACODIN, a la cual pertenece, señalan que personajes como Doctor Bayter no representan a un gremio que le apuesta a la salud de los colombianos. “El sólo busca monetizar a través de sus publicaciones con escasa o nula evidencia, sumadas a una personalidad aplastante en las redes sociales; pasó ya con las frutas y en especial con el banano”, subraya el profesor Bejarano.

Recordemos que en Instagram, Angie Díaz, estudiante de Nutrición y Dietética, de la Universidad Nacional de Colombia, se hizo viral al desvirtuar con soporte científico lo referido por el Doctor Bayter, “quien de manera grosera y hasta sexista, la envió a madurar”, recuerda con vergüenza el profesor.

En una entrevista con Blu Radio, la presidenta de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica, Diana Trejos, hizo la siguiente precisión al desmentir algunas afirmaciones del doctor Bayter. “Nutrición es una ciencia, no una opinión. Y básicamente lo que hace este personaje es dar una opinión (…) pero desconoce una bases muy importantes de la nutrición”, afirma ella.

“Usted no puede dar cátedra a una población general, decir que esto le sirve a todo el mundo, porque así no es. Esto lleva a que las personas tengan ideas falsas sobre la realidad. La gente empieza a restringir una cantidad de alimentos que conducen a una enfermedad que se está viendo mucho en los jóvenes de ahora, el trastorno de alimentación evitativo /restrictivo. La gente está evitando un poco de comidas y restringiendo otras porque alguien dice que son malas, y la consecuencia de eso es que se están malnutriendo o desnutriendo tratando de buscar la salud”, advierte la doctora Patricia Restrepo, miembro de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica.

“La desinformación –añade el profesor Bejarano- nos está llevando a temores y miedos hasta con los alimentos naturales; incluso, puede llevar a trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la ortorexia (obsesión por comer sano), que puede acarrear una desnutrición, porque la gente, ávida de soluciones mágicas, cree más fácilmente en las supuestas maravillas que publicitan estos gurús”.

En Colombia la Ley 73 de 1979 reglamenta la profesión de nutricionista-dietista. “Ningún programa académico en Colombia para formar médicos tiene una asignatura de Nutrición, mucho menos en la especialidad de anestesiología y reanimación. Solo algunas horas dentro de alguna asignatura en pregrado”, aclara el profesor Bejarano.

Para él, la información carente de sustento científico genera malas prácticas en la población. “Cuando doy consejos de nutrición, sin ser nutricionista titulado, apalancado en mi título como profesional de la salud, pontificando sobre lo que se debe o no se debe comer, eso se llama intrusismo. Quienes hacen esto contribuyen a crear un problema serio de salud pública al desinformar y generalizar”. Pone como ejemplo a esos influencers que emplean su propia experiencia personal, (la pérdida de peso corporal), sin soporte médico.

No basta con una sanción social. En aras de la transparencia, se requiere una normatividad o legislación desde el Ministerio de Salud o el Congreso de la República para que estos personajes adviertan a sus audiencias si son o no nutricionistas, del mismo modo que en los empaques de productos ultraprocesados, ya se previene sobre los riesgos de consumir alimentos altos en azúcares o grasas.

Los medios de comunicación, dentro de su función social, al igual que las sociedades científicas, podrían hacer pedagogía al respecto, verificar datos inexactos cuando sea del caso o suministrar listas de fuentes confiables a sus audiencias. La confianza es hoy un bien supremo. En un mundo donde cada cual va con su propia verdad debajo del brazo, se vuelve imperativo determinar en quién podemos confiar. (A todas estas, bueno sería, por ejemplo, saber cuál es el aporte nutricional de los tamales y las recomendaciones pertinentes sobre su consumo. Más allá del escándalo, ¿no es este un buen tema para que los medios ilustren a sus audiencias?).  

Pero, en últimas, cada ciudadano tiene un deber consigo mismo. Debemos ser cuidadosos con lo que llevamos a la boca, responsables con lo que consumimos en las redes sociales y entender algo básico: la información que circula por Internet jamás remplaza la consulta con el especialista. 

Cada quien decide en qué manos pone su bienestar. El debate está servido.

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