Mi nieta adorada: Al escribir esta carta tienes apenas 3 añitos, guardo la ilusión de que la leas en el año 2039 al cumplir los 18, cuando ya estarás en edad de votar.

Todo lo que sé de la vida, que es más bien poco, lo aprendí leyendo. En mi biblioteca están mis libros que son también tus libros. Algunos están subrayados o llenos de anotaciones, disculpa mi manía. Los escritores y los intelectuales son la conciencia crítica del mundo. Valora a esas personas siempre. Los déspotas no gustan de ellos y han hecho las cosas más horribles para quitarlos del camino.

Por ejemplo, al poeta Federico García Lorca lo fusiló el franquismo por ser homosexual y por oponerse al régimen del dictador Francisco Franco, que era militar. La Guardia Civil desapareció el cuerpo del escritor.

”La Guerra Civil española duró cerca de tres años, de julio de 1936 a fines de marzo de 1939, llevándose más de 500.000 vidas, 130.000 de ellas por ejecuciones”, dice Leslie Staiton, autora de la biografía “Lorca, sueño de vida”.

Otro escritor, Antonio Tabucchi, entendió los peligros de los regímenes totalitarios y lo escribió en una novela: “Sostiene Pereira”. La historia sucede en la Lisboa de 1938 cuando mandaba el dictador António de Oliveira Salazar en Portugal.

Pereira es un periodista viudo, enfermo del corazón y apasionado por la literatura, inspirado en un reportero de carne y hueso al que obligaron a exiliarse. “… había conseguido hacerle una buena jugarreta a la dictadura salazarista publicando en un periódico portugués un feroz artículo contra el régimen”, contó Tabucchi.

En 1974 Portugal recuperó la democracia y el periodista pudo regresar. Tanto el libro como la película, protagonizada por Marcelo Mastroianni, nos permiten entender los horrores que trae el Fascismo. En este enlace puedes ver la peli.

Mario Vargas Llosa dijo que la mayor virtud de este relato “es hacer participar al lector de manera inequívoca en aquel secreto proceso que cambia al pasivo y apático Pereira en cuestiones políticas en un ciudadano en ejercicio, que se moviliza con gran audacia en contra de un sistema cuya asfixiante coerción y crueldad se le acaban de revelar, y arriesga en ellos su libertad y, acaso, la vida”.

Mi niña, en dichas líneas hay un mensaje en clave para ti. No seas ajena a las cuestiones políticas, porque la cosa política tiene todo que ver con los ciudadanos. No podemos dejar que otros decidan por nosotros.

En Colombia también ha habido gente valiente como Pereira. A dos de las personas que más he admirado las asesinaron por defender la verdad: don Guillermo Cano, el director de El Espectador, y el humorista Jaime Garzón. El primero batalló contra la censura gubernamental y después contra los narcos. Uno de esos mafiosos, Pablo Escobar, pagó por su cabeza. A Garzón lo mataron los paramilitares.

A estas alturas ya te habrás dado cuenta que el mundo es un lugar hostil, donde unos pocos le han puesto precio a la vida de otros. Nuestro destino no siempre depende de nosotros. Otros deciden lo que es bueno y lo que es malo para todos. Te pueden engañar fácilmente para que apoyes sus causas cuando vayas a votar.

Mira lo que escribió Primo Levi:

Sentí mi alma estrujarse al leer todo lo que vio y vivió Primo Levi en un campo de concentración nazi, donde llevaron a millones de judíos como él para matarlos de hambre y de cansancio en trabajos inhumanos. Luego, por miles, los llevaban a las cámaras de gas, haciéndoles creer que tomarían una ducha caliente. ¡No! Los aniquilaron con venenos letales cuando ya no fueron útiles para la causa de un tipo llamado Adolfo Hitler, que odiaba a los judíos y los consideraba una raza inferior. Cuando leas “La trilogía de Auschwitz”, la historia del escritor italiano que te cuento, comprobarás todo lo horrible que hicieron aquel ser despreciable y sus secuaces.  

Mi niña: Naciste en un país donde cada quien camina con su propia verdad debajo del brazo, así que pueden hacerte creer lo que otros quieren que creas. ¡Mucho cuidado! Entre los políticos hay gente malvada con dos caras: dicen una cosa y cuando llegan al poder hacen otra. El Fascismo también se pone máscaras. Se disfrazan, por ejemplo, de neofascistas, populistas, ultraderechistas… y aunque haya diferencias entre ellos, unos y otros imponen controles a las libertades individuales, violan los derechos de la gente y usan la violencia cuando les da la gana.

Esto dijo el historiador italiano Enzo Traverso en el diario español El País: “Los nuevos fascismos no son los campos de concentración o la violencia del pasado. Las formas de dominación hoy son muy diferentes. Las nuevas tecnologías permiten identificarnos… Hay formas biopolíticas de dominación que no necesitan el uso endémico de la fuerza. El control no necesita un policía en cada esquina; las cámaras nos reconocen, pueden decir lo que hice ayer. Eso es lo que puede significar un totalitarismo ahora, seamos conscientes. Esas formas de dominio están muy desarrolladas”.

Tampoco yo tengo la verdad verdadera. Pero deseo, con todo mi corazón, que puedas crecer como una persona libre, a la cual le respeten sus derechos. Que también tú respetes los derechos ajenos y estés siempre de parte de los más débiles de la sociedad, esas personas que se acuestan sin comer y que no tienen la culpa de haber nacido pobres. Todos los días vemos en la calle personas que la están pasando mal; de lo único que están llenas es de carencias.

Hay un dato triste que resume nuestra tragedia nacional, todas nuestras violencias juntas. El conflicto interno colombiano obligó a nueve millones de personas a abandonar su hogar, dicho por la ONU. Otros hicieron de sus vidas nada más que escombros. Imagínate huyendo a mitad de la noche, sin nada, hacía un mundo desconocido donde te despreciarán por forastero y nadie te preguntará qué te pasó o si necesitas algo, porque somos incapaces de ver el espanto que ellos han visto. Se llama desplazamiento forzado y sigue ocurriendo en Colombia mientras escribo estas líneas.

Toma en serio a esas personas que procuran hacer del mundo un lugar más justo para todos. Apoya las reformas sociales que busquen el bienestar común y sobre todo el bienestar de los que se levantan y se acuestan rodeados de miseria. No dejes que la insensibilidad te alcance. En una sociedad insensibilizada por la crueldad, permite que la empatía fluya por tu sangre como río que alberga esperanza para los desposeídos.

El mundo está gobernado por hombres y mujeres con ideologías políticas. Y no todas esas formas de pensar buscan el bien común. Ten especial cuidado con esos políticos charlatanes, son sagaces para ponernos a unos en contra de los otros, mientras ellos se dedican a pescar en las aguas agitadas a ver qué provecho sacan.

Te insisto en que leas. Lee todo lo que puedas mientras puedas leer.

No sé si ya te contaron que naciste en el año de la primera pandemia del siglo XXI. Aquel 19 de noviembre de 2020 llegaste con la lluvia. Los agentes de tránsito me impusieron una multa por estar mal estacionado, esperándote. Aquel comparendo valió la pena porque desde ese día he sido el abuelo más feliz. Esta fue una de nuestras primeras selfies juntos.

Aquel fue un año difícil porque no podíamos salir de las casas y debíamos proteger el rostro con mascarillas para evitar contagiarnos con un virus que mató a millones de personas, nadie de nuestra familia por fortuna. Tu llegada en ese tiempo de miedo e incertidumbre fue la noticia más maravillosa. Ese año fue especial para mí porque desde entonces he leído más libros de los que jamás había leído. Así conocí a otro gran escritor llamado Stefan Zweig. Un libro suyo me hizo comprender muchas cosas: “El mundo de ayer”. Es otro tesoro que te espera. Necesitamos conocer el pasado para no resbalar dos veces con la misma piedra.

Colombia es una democracia imperfecta y esa imperfección está manchada de sangre. Desde la Conquista española nuestra Historia se ha escrito con la sangre de las víctimas: los indígenas, los campesinos  liberales y conservadores de La Violencia, los sindicalistas, los políticos de izquierda que han puesto mayormente los muertos y, últimamente,  los líderes sociales y los defensores de derechos humanos.  

Una nación no puede llamarse democrática si la muerte campea en ella. ¿Sabes que pienso? El libro más valioso es uno que escribimos todos los colombianos: es nuestra Constitución Política. En ella están consignados nuestros derechos y nuestras obligaciones. Debería ser nuestro libro de cabecera. Tómalo, léelo y pregunta lo que no entiendas.  

Cuando me vaya de este mundo, me iré feliz de haberte conocido, de haber comido helado juntos y de haberte llevado en brazos cuando me decías con esos ojitos coquetos: —“abuelito, me alzas, no quiero caminar”. Cuando observes mi biblioteca, piensa que allí, en esos libros, estuve yo, feliz, una buena parte de mi vida. También quiero que seas feliz.

Recibe un beso de tu abuelito, que te amará más allá de siempre.   

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