Hay películas buenas, regulares y malas, del mismo modo que hay actores buenos, regulares y malos. La cinta “Jay Kelly”, del director Noah Baumbach, tiene un poco de todo eso.
Hay películas buenas, regulares y malas, del mismo modo que hay actores buenos, regulares y malos. La cinta “Jay Kelly”, del director Noah Baumbach, tiene un poco de todo eso.

Cartel de la película “Jay Kelly” y Carolina Sanín, escritora colombiana. Imágenes tomadas de las redes sociales.
Recuerdo a una tía que suspiraba a sus veintitantos viendo al galán de moda. Tenía un amor secreto en cada telenovela. Un día suspiraba por Julio César Luna o Armando Gutiérrez, pero luego se deshacía en suspiros por Jaime Saldarriaga, y en esas se la pasaba mi tía antes y después del almuerzo, y la cosa empeoraba en el horario prime a la hora de la cena. La tía sigue soltera en todo caso.
Yo suelo desconfiar del criterio generalizado entre los espectadores de Netflix. Aprendí, por ejemplo, que no siempre una película es buena por el hecho de figurar en el top 10 de lo más visto en esa plataforma, del mismo modo que best seller y obra maestra no son sinónimos.
Me acaba de pasar con la cinta “Jay Kelly”, protagonizada por George Clooney y Adam Sandler. Es una película interesante pero no brillante, como algunos afirman. Podría decirse que la historia es sobre el ocaso de un actor de Hollywood, sobre la banalidad de una industria que crea estrellas efímeras y también sobre la transición de cualquiera de nosotros hacia la vejez y de ahí hacia el olvido que seremos, así que uno tiene la impresión de que Clooney, más que representar a un tal “Jay Kelly”, se está representando a sí mismo, sin mayor gracia.
Sin embargo, Carolina Sanín, la escritora y la crítica literaria, se deshace en elogios con la cinta y con su amor platónico; extasiada, confiesa que repitió esos 132 minutos. Ella ve más de lo que lo que demás vemos. Yo vi una historia cargada de clichés (la hija que reprocha al padre ausente, por ejemplo) y una serie de escenas, a veces inconexas, que no dan para catalogarla de obra maestra. Con todo, hay quienes la consideran digna de un Premio Óscar. No es para tanto, se los aseguro.
Cómo será de regular actor George Clooney que en dos premios distintos, el Gotham Independent Film Awards y el Critics Choice Awards, quien aparece nominado es Sandler como mejor actor secundario o de reparto.
Pero Carolina Sanín, como la tía obnubilada, dedica un capítulo de su podcast para elevar a Clooney a la categoría de Dios; entonces, como la tía, me la pude imaginar suspirando por aquel sesentón, como toda una adolescente atravesando sus cincuenta y dos abriles.
Pletórica, de frase en frase, la escritora nos va mostrando que a cualquier edad la gente puede permitirse el sueño de esa estrella inalcanzable de Alcanzar una estrella, la telenovela de moda de cuando éramos jóvenes y bellos.
Dice Carolina Sanín: “Te va seduciendo” (…) ‘La belleza y la expresividad de su cara y la flexibilidad de su cara y su variedad, la variedad de su imagen, va seduciendo tu intelecto” (…) “Lo que pasa cuando uno ve esa película es muy hermoso. (…) “La volví a ver y eran como las ganas de volver a ver un rostro del que ya te has enamorado”.
(Los suspiros quedan a la imaginación del lector o la lectora).
Sanín es una gran crítica literaria, de cine no sé. En las relaciones románticas, la gente se enamora sin atender razones. El deseo anula la razón, creo que todos estamos en capacidad de entenderlo, porque la inmensa mayoría, hombres y mujeres, hemos transitado esos caminos pedregosos.
A medida que avanza con su monólogo, Sanín nos muestra lo fácil que es deslumbrarse: “La carota hermosa de George Clooney” (…) “Una cara de sátiro pero también de sátiro muy bello” (…) “estos montones tan masculinos ” (…) “ese gesto como de Dios, de bruñido” (…) “su increíble belleza más bella en la vejez” (…) “Clooney aparece de blanco, del blanco más blanco y planchado que yo haya visto, y es una belleza cómo refulge”.
Sin ánimo de discutir el derecho de Sanín a tener una estrella inalcanzable en la madurez, yo creo que “Jay Kelly” también es una película sobre ese actor regularcito que es George Clooney pero que a las señoras les encanta; es una película que habla sobre películas memorables, sí, y sobre leyendas vivas del cine, sí, sobre el detrás de cámaras, o sea, la vida real, sí.
Es una película que se esfuerza por parecer original —y tiene uno que otro momento para recordar-, lo que es una rareza en este tiempo en que abundan las películas no tan buenas, incluida esta que tiene cosas rescatables, insisto, pero que aun así no la salvan del todo, porque la historia no deslumbra con esa misma intensidad con que Clooney deslumbra a Carolina Sanín.
Creo que vimos una película distinta. Debe ser porque el señor Clooney no es mi tipo. Mi tipo de actor, quiero decir. Al terminar de verla, pensé en Woody Allen y no sé por qué. Creo que si la idea era hacer una comedia dramática, aquél era el indicado sin importar que carezca de “una carota hermosa”. Con solo verlo, me habría hecho reír.
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