Carlos Campuzano Castelló, arquitecto bogotano. Fotografía: Cortesía Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá. Rascacielos en construcción sobre la Avenida 68 de Bogotá.

Carlos Campuzano Castelló es arquitecto de la Universidad de los Andes, con Maestría en Revitalización de Conjuntos Monumentales del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid, España, además de conferencista, jurado y profesor invitado en foros, bienales y universidades en América y Europa.

Tuve la fortuna de conocerle durante el Conversatorio “La arquitectura en Bogota: Momentos y generaciones”, convocado por la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá. Una frase suya me dio píe para iniciar esta entrevista. “Cantidades de casas fantásticas se fueron al suelo para levantar edificios”, se lamentó durante la charla que tuvo lugar en el Parque Museo El Chicó.

Arquitecto, ¿qué recuerdos tiene de la casa de su infancia y de la Bogotá de entonces?

Mi infancia y adolescencia las viví en una casa en la calle 39, en el barrio La Magdalena en Bogotá, conformado exclusivamente por casas, no había edificios residenciales; tenía la parroquia del Espíritu Santo y el Parque del Brasil. Se podía jugar en las calles, montar en bicicleta, con unas vías de muy poco tráfico, en un ambiente muy agradable, con una muy buena calidad de aire, poco ruido y condiciones óptimas de seguridad, que nos permitía a los niños ir al parque o jugar en los antejardines.

¿Es posible que en el futuro hayan desaparecido las casas bogotanas?

En un gran número han ido desapareciendo. Cuando se cambió la reglamentación en muchos barrios en donde se pasó la altura de 2 ó 2 pisos y medio a 5 y 7 pisos, los dueños cambiaban su casa por el pent house del edificio y la gente en ese momento hablaba de buscar seguridad, entonces apareció el concepto de portería y de vigilancia.

Para poder seguir teniendo lo mejor de ambos mundos, surgieron las agrupaciones de vivienda, que tenían una entrada única, portería, garajes comunes, jardines protegidos interiores y se sentía mucho más segura que en una casa aislada de la ciudad, donde se veía que ocurrían robos y atracos con frecuencia. Eso motivó a la gente a irse a vivir en apartamentos o en conjuntos de casas que se desarrollaban englobando lotes, y en donde no se sacrificaba la calidad que daba la vivienda en casa hasta que la presión del valor del lote, dio para hacer un edificio con muchas más viviendas.

Esto trajo muchos problemas al no haber planeado la ciudad en los diseños urbanísticos originales de los barrios, en el ancho de las vías, en los servicios como acueducto y alcantarillado, sobre todo este último, para pasar de una unidad de vivienda a 24 o más unidades. Surgieron problemas de tráfico como vemos hoy en día, de estacionamiento en la calle y la ciudad se empezó a densificar enormemente, cambiando todo su perfil y creando unas condiciones de vida completamente distintas a las que da una casa.

En su concepto, ¿qué sector de la ciudad tiene las mejores casas?

Considerando que hay casas de diferentes épocas, por ejemplo están las casas de estilo inglés en el barrio La Merced hechas en los años treinta y cuarenta; también en Teusaquillo y La Magdalena, había excelentes ejemplos; en la Cabrera y El Chicó, en los años sesenta especialmente, se hicieron casas con esquemas modernos con un gran jardín interior sobre el cual se abría el área social, como la casa de Rafael Obregón; en los barrios Refugio y Rosales, las casas del Chuli Martínez.

Casa del barrio La Merced, a un costado del Parque Nacional, en Bogotá.

¿Hay forma de impedir que se sigan tumbando casas? ¿Pasa lo mismo en las grandes ciudades del mundo?

Hay barrios que aún las conservan, como Santa Bárbara y Santa Ana. No hay forma de impedirlo mientras prime la especulación con el precio de la tierra. Los ejemplos de vivienda en otros lugares del mundo como Europa y Estados Unidos, que se encuentran en los centros de las ciudades, en edificios de tres y cuatro pisos, se conservan. Con la popularización del automóvil particularmente en la posguerra, apareció la posibilidad de salir y vivir en los suburbios y como en Estados Unidos, con el sueño americano, de tener casa, perro y niños jugando en el jardín.

 ¿A partir de qué año empezaron a reemplazarse casas por edificios?

Han sido varias normativas en diferentes momentos, comenzando en los años 60, que han ido incrementando la altura y modificando la reglamentación en diferentes barrios, como lo que estamos viviendo ahora con nefastos casos en los que se pueden levantar hasta 30 pisos en un barrio residencial.

“Con la proliferación de edificios en Bogotá perdemos calidad de vida”: Carlos Campuzano, arquitecto

Casa de infancia del arquitecto Carlos Campuzano en el barrio La Magdalena, en Bogotá: sobre la carrera 18A con 40. Afuera, el auto Packard de su padre,

Foto: archivo particular.

Al quedar una ciudad sin sus casas, ¿qué perdemos en términos arquitectónicos y urbanísticos? ¿Es algo grave?

Sí es grave, porque perdemos la memoria de épocas, la memoria de un estilo de vida,  de un perfil urbano, y toda una serie de valores que con el aumento de la densidad a esas proporciones, se están viviendo grandes problemas de movilidad, de calidad del aire y de calidad de vida entre otros.

¿Se podría decir que la sobrepoblación (explosión demográfica) nos está conduciendo a un caos inmobiliario por cuenta de la profusión de edificios?

Yo creo que sí, porque la infraestructura de vías, de servicios públicos, de parques, empiezan a ser insuficientes; la calidad del espacio público no se hace en la proporción debida. Empieza a ser casi únicamente una ciudad para adultos, en la cual los niños y los jóvenes no tienen un espacio propio.

“Bogotá es casi una ciudad de adultos, sin espacio para niños y jóvenes”: Carlos Campuzano, arquitecto.

Otro fenómeno tiene que ver con la aparición de los conjuntos de casas en la Sabana de Bogotá y municipios vecinos. ¿Ve esta cultura urbanizadora con buenos ojos?

La pérdida de calidad de vida llevó a familias jóvenes con niños a buscarla en los alrededores como Chía, Cajicá, La Calera. Un fenómeno que colaboró con esto es que una gran cantidad de colegios se fueron hacia el norte, a los suburbios, y aparecieron los centros comerciales, con lo cual cambió el sistema de vida, al no tener que depender de la ciudad, pudiéndose tener una casa con jardín.

Lamentablemente estamos viendo como los edificios de apartamentos y las altas densidades se están yendo también a los suburbios, con lo cual se va a repetir la situación. Todo esto viene dado por la especulación con el valor de la tierra, naturalmente el valor de un terreno lo da el número de pisos y de viviendas que se puedan construir en él, entre más se puede hacer, el valor va subiendo y tierras rurales o semi-rurales se están convirtiendo en una extensión de lo urbano con edificios de altura.

¿Qué opina de los edificios de 30 pisos y más que ahora se construyen en Bogotá?

Estamos llegando a los edificios hiperdensificados como los construidos en China. El producto de este tipo de solución es desastroso en términos de convivencia, del perfil urbano, de movilidad y de lo que se está dando como volumetría a la ciudad.

En 2038 se cumplirán 500 años de la fundación de Bogotá. ¿Cuál es su mensaje para la nueva generación de arquitectos de cara a la ciudad del futuro?

La buena arquitectura no tiene tiempo, sugeriría tratar de hacer lo mejor posible para quien va a habitarla. Si la vivienda no resuelve con emoción y con ilusión esa calidad de vida entonces lo único que se estaría haciendo es un alojamiento y nada más.

Finalmente, ¿usted vive hoy en casa o apartamento?

He tenido la fortuna de haber vivido siempre en casa. Actualmente vivo en un conjunto de tres casas y gracias a eso tengo un disfrute de las calidades que tiene la vivienda de baja densidad en la ciudad.

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