Así se ven los campos argentinos. @MinAgricultura así queremos que sea nuestra Altillanura: cultivada y productiva. pic.twitter.com/wAGftFEgz9
— Juan Manuel Santos (@JuanManSantos) December 11, 2015
(Ver: Hambre de soja consecuencias de pobreza, hambre y contaminación ambiental por la agroindustria extractiva de Soja)
En el marco de la llamada «revolución verde«, las principales potencias del mundo y organizaciones multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (entre otras), en la década de los 60 gestaron una política mundial de «lucha contra el hambre basada en la agroindustria».
La tesis de esta política consiste en que: «solo la agroindustria o agricultura industrial puede producir una gran cantidad de alimentos para alimentar a una población mundial creciente.»
Esta política ha concentrado el monopolio mundial de la alimentación (desde la producción de semillas, hasta la comercialización) en manos de unas pocas multinacionales subsidiadas por las grandes potencias del mundo, al tiempo que ha empujado a países pobres de Suramérica, Asia y África a transformar grandes extensiones de ecosistemas naturales y a reemplazar tierras productivas de tradición campesina, para la producción de mercancías o commodities destinados a la exportación.
(Vea: No más subsidios para la agroindustria)
En el marco de la «lucha mundial contra el hambre» se exige a países pobres como Colombia que den prioridad al ingreso y entrega de tierras a multinacionales de la Agroindustria (1), lo que en la mayoría de los casos implica la desprotección y vulnerabilidad de los sectores agrícolas. Esto se mezcla con el lobby de las multinacionales presionando cambios en las legislaciones locales para la eliminación de requisitos ambientales, facilidad en la adquisición de tierras y descuentos en impuestos.
– El mejor ejemplo es la propuesta de Ley ZIDRES que hoy se tramita para aprobación en el Congreso de Colombia, impulsada por la coalición de Unidad Nacional en cabeza del Presidente Juan Manuel Santos y apoyada por el Centro Democrático, partido del expresidente y hoy senador Alvaro Uribe Vélez. –
Aunque muchos presentan a la agroindustria como una alternativa innovadora, es importante recordar que ésta ya completa más de 6 décadas de existencia, tiempo suficiente para evaluarla y observar si ha cumplido los objetivos con los que en principio fue defendida e implementada: «la lucha contra el hambre».
.@JuanManSantos Cuando un país come bien y sus campesinos se acuestan seguros de que habrá futuro, la paz ha germinado.
— Aurelio Iragorri V. (@MinIragorri) December 11, 2015
Según Miguel Altieri, es posible concluir que la agroindustria fracasó, al menos en lo referente a la lucha contra el hambre, pues para el 2012 había en el mundo casi un billón de personas sufriendo de hambre crónica, mientras al mismo tiempo había una sobreproducción y desperdicio mundial de alimentos. Hoy es claro que el problema del hambre y pobreza mundial es complejo, y que está más relacionado a la falta de equidad que a la simple producción masiva de calorías.
Es innegable que la agroindustria genera procesos más eficientes y también mayor producción en comparación a otras técnicas campesinas, indígenas o artesanales. Los inconvenientes aparecen cuando se miden otras variables como:
- Ambientales: altos requerimientos de energía y recursos naturales, dependencia total de combustibles fósiles, contaminación ambiental por uso masivo de fertilizantes y agroquímicos, agotamiento de tierras convirtiéndolas en un «recurso no renovable«, deforestación, pérdida de ecosistemas y disminución de la biodiversidad.
(Ver: ¿Por qué la diversidad es sexy para la economía?) - Alimentación mundial: La agroindustria en mayor proporción no es destinada a la producción de alimentos sino de materias primas para la industria como combustibles, textiles, aceites, etc.
- Sociales: aparición de enfermedades asociadas a la agroindustria; conflictos sociales por pérdida del territorio, tejido social, cultural y autonomía; reemplazo de actividades campesinas o indígenas por empleos de mala calidad, intermitentes y en condiciones precarias; pérdida de la soberanía alimentaria de las regiones generando pobreza, incapacidad de adquisición de alimentos y en consecuencia hambre.
(Ver: problemas con la revolución verde)
Si bien en la década de los 50 y 60 era plausible la tesis de lucha contra el hambre de la revolución verde, después de casi seis décadas las evidencias permiten cuestionarla. Es más honesto y efectivo tratar a la agroindustria como una actividad económica generadora de impactos socioambientales que podría ubicarse en la misma categoría que la minería cuando implica la exportación del 50% o más de su producción y se asocia a materias primas, caso en el cuál se clasificaría como una actividad extractivista.
Por si sola se calcula que la agroindustria aporta el 14% de los gases de efecto invernadero, dato que aumentaría al 30% si se sumaran otras actividades asociadas a su cadena de producción como: pérdida de ecosistemas y biodiversidad (que regulan el CO2), uso de agroquímicos y de maquinaria agrícola, así como emisiones por el transporte para la comercialización.
(Ver: agricultura y cambio climático)
Argumentos engañosos a favor de la agroindustria como la «lucha contra el hambre», «producción de combustibles limpios» o incluso que ciertas plantaciones como las de palma reciban bonos de CO2 equivalentes a las de un bosque, han sido la estrategia de las multinacionales para garantizar su expansión sin mayores controles y optimizar sus ganancias, dejando las deudas sociales y ambientales a los países de acogida.
Evadiendo el debate de la viabilidad de la agroindustria y asumiendo que su implementación en Colombia es imprescindible, es necesario quitarle el falso carácter de «salvadora» para de este modo poder regularla como se debe, disminuyendo los riesgos que implica, jalonando mejores prácticas, exigiendo menor dependencia del petróleo, procurando la disminución o manejo de sus impactos sociambientales y reclamando una alternativa para campesinos e indígenas que no sea el de terminar como empleados de segunda categoría de estos emporios.
Es desconcertante que la propuesta de Ley ZIDRES del presidente Juan Manuel Santos planee eliminar cualquier requisito socioambiental que pudiera regular la agroindustria. De este modo esta actividad extractiva será más lesiva que benéfica. Colombia no debe olvidar la reciente sequía en el Casanare que de acuerdo a los expertos nacionales tuvo origen en una pésima planeación y gestión ambiental de actividades económicas como los monocultivos extensivos de palma, arroz y caña (además de ganadería extensiva e hidrocarburos).
(ver: El mico de las ZIDRES para saltarse al Minambiente)
Después de la tragedia en el Casanare en Colombia se pudo haber aprendido una valiosa lección para el manejo de recursos y zonas de importancia ambiental como la Altillanura y la Amazonía; hoy ésta parece haberse perdido. De aprobarse hoy la Ley ZIDRES el presidente Juan Manuel Santos pasará a la historia como el primer responsable de los futuros desastres sociales, económicos y ambientales de la expansión descontrolada e irresponsable de esta industria.
(ver: Las falacias de la Ley ZIDRES)
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Referencias
(1) Los organismos multilaterales presionan condicionando futuros préstamos o pago de deuda externa y las potencias mundiales con imposición Tratados de Libre Comercio – TLC desfavorables para economías más débiles. En el caso de Colombia el balance de los primeros años de los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea arrojan cifras negativas y preocupantes. Ver: Balance de los tres años de tratado de libre comercio con Estados Unidos.
(2) Conspirando por un mundo mejor: No más subsidios para la agroindustriaEntrevista Miguel Altieri ¿Por qué la agroecología es la solución al hambre y seguridad alimentaria? (inglés)
(3) Entrevista El Espectador Brigitte Baptiste ¿Por qué la diversidad es sexy para la economía?
(4) Libro electrónico ciencias de la tierra y el medio ambiente: La revolución verde
(5) El Fracaso del algodón transgénico en Colombia
(6) Agroecología: potenciando la agricultura campesina para revertir el hambre y la seguridad alimentaria del mundo – Miguel Altieri
(7) La Silla Vacía:El mico de las ZIDRES para saltarse al Minambiente
(8) Oxfam Colombia: Las falacias de la Ley ZIDRES
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