La directora del Instituto A.v Humboldt Brigitte LG Baptiste lo ha dicho fuerte y claro aunque las imágenes parezcan desmentirla. En el Casanare no se está viviendo una sequía excepcional que pueda ser atribuida al Cambio Climático; lo reafirma el IDEAM diciendo que las mediciones de precipitación de lluvias para la región caben dentro de lo normal.
A pesar de las declaraciones del Ministro de Minas y Energía Amylkar Acosta Medina y de la Ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible Luz Helena Sarmiento, «la sequía en el Casanere no se debe a un cambio en el clima o disminución de las lluvias».
¿Pero entonces a qué? El problema persiste, los pobladores que conocen la región insisten en que la mortandad de animales silvestres y de ganado es exagerada, y también que las sequías se han ido encrudeciendo con los años y que hoy llegan a un nivel insoportable.
Resta esperar nuevos estudios para tener más información, pues hasta el momento no hay datos públicos que nos permitan asegurar que la mortandad de animales durante esta sequía es más alta que la de periodos anteriores.
Aún así, las imágenes de animales agonizantes nos han conmovido a todos. Los animalistas han clamado por detener el fenómeno: -llévenles agua, exigen. Y en efecto el gobierno del presidente Santos, ante lo impopulares de las imágenes de cientos de chigüiros, caimanes, tortugas, zorros y vacas sedientos, les llevará agua. ¿Pero resuelve esto el problema inicial? ¿Se ha respondido la pregunta de por qué hay una sequía tan intensa?
Mitigar la sequía del Casanare no es como apagar el incendio que hace días azotó a Unguía en el Chocó. Hace falta más que unos helicópteros, sacar animales del barro y abrir pozos de agua subterránea para entender lo que sucede y solucionarlo. Invertir cientos de millones de pesos para salvar animales agonizantes en un departamento cuya capital lleva más de dos años sin suministro de agua potable y donde los niños mueren a cientos por desnutrición (por la culpa de las petroleras), no solo no resuelve nada sino que es mezquino y cruel.
De otra mano, gracias a la coyuntura se dio a conocer un video de divulgación del año 2012 del Ingeniero de petróleos Oscar Vanegas. En él, el ingeniero hace un análisis del impacto de la explotación de petróleo en esta región del país: cita una tesis del 2012 de un análisis hidrogeológico, muestra fotografías comparativas de los caudales de los ríos e incluye explicaciones técnicas de la extracción de petróleo que proyectadas a hoy, sugieren que la sequía en el Casanare se debe a malas prácticas de extracción de Petróleo en lugares en donde a pesar de haber petróleo, no debería existir explotación, por riesgo de contaminar o agotar el agua subterránea (acuíferos). Según los cálculos del ingeniero, la extracción en esta región corresponde en un 90% a agua dulce y 10% a petróleo.

Después de ver el video completo se puede deducir que las petroleras en el Casanare y en general en los Llanos Orientales, llevan años chupándose y envenenado las aguas subterráneas. El problema es que estos acuíferos son una especie de ríos subterráneos que invisiblemente alimentan las charcas, lagos, lagunas y morichales de la sabana llanera, ¿será por eso que muchos se están secando a pesar de que las lluvias son las mismas de siempre?
En el video, el ingeniero sugiere que existe una solución técnica para mitigar este problema de sequía, aunque no el de contaminación de agua dulce; bastaría con que las petroleras reinyectaran a los acuíferos el agua que extraen para sacar el petróleo, pero también asegura que en un escenario ideal se debería dejar de explotar. Al rededor de la práctica de reinyección de agua a los acuíferos hay mucho debate, pues el agua regresa contaminada lo cuál podría generar otro tipo de problemas.

Los ciudadanos sensibles, amantes de la naturaleza y defensores del ambiente no nos podemos dejar utilizar por el Ministerio de Minas y Energía para lavarle la imagen a las petroleras que hoy anuncian en los medios «donaciones» para mitigar la sequía (Artículo aquí), cuando hay evidencias que muestran su posible responsabilidad en este fenómeno, producto de malas prácticas ambientales y empresariales, además de la falta de control del Estado. Si bien no se puede culpar al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible por la mala administración ambiental que ha tenido esta región durante décadas (con otros impactos adicionales como agroindustria, ganadería extensiva y otros), sí se le pueden exigir medidas inmediatas e incluso suspensión de licencias a las petroleras que contaminan o explotan mal el petróleo (Ver: contaminación laguna por petroleras).
Aunque las imágenes de «animalitos» agonizantes son desgarradoras, debemos aceptar que esas vacas, chigürios y hasta caimanes, muchas veces han terminado en nuestros platos. No nos dejemos engañar, echarles un chorrito de agua no resolverá la crisis ambiental en el Casanare. Este episodio debería servir más bien como punto de reflexión sobre qué tipo de desarrollo queremos para el país, así como el futuro inmediato de la región vecina: el Vichada, que en el plan de reelección del presidente Santos promete convertirse en un segundo Casanare, con todo y sequías, crisis ambientales, niños desnutridos y poblaciones abandonadas.