Tengo ya cien mil años y hasta ahora no he encontrado otro mástil de más fuerte
que el silencio y la sombra donde colgar mi orgullo;
tengo ya cien mil años y mi nombre en el cielo se escribe con lápiz.
-León Felipe-

Bat: Le llaman justicia poética. Y ocurre cuando la justicia llega por el camino de una paradoja. Miguel Gómez llamó a una revocatoria sin saber que, al final de los finales, su iniciativa terminaría siendo el argumento decisivo a favor del Alcalde. Así lo indicó el Tribunal de Cundinamarca cuando dejó sin efecto el fallo del Procurador en contra de Gustavo Petro.
Man: ¿Se está burlando?
Bat: Para nada. Todo lo contrario. Me siento maravillada con lo que ha ocurrido. Lo mire por donde lo mire, quien está ganando en todo este proceso es la ciudadanía.
Man: A mí me parece todo lo contrario. Si alguien está perdiendo con todo esto es Bogotá. Esa inestabilidad ya no la aguanta nadie. Todo tendría que definirse de una vez por todas. No sé en dónde ve usted la ganancia de la ciudadanía…
Bat: Simple. El representante Miguel Gómez invocó el poder ciudadano. Y ha sido escuchado. Gustavo Petro también lo hizo. Igualmente fue atendido. Tres valientes magistrados del Tribunal de Cundinamarca nos devolvieron a los constituyentes primarios el protagonismo en esta democracia. No es Gómez, ni es Petro quienes decidirán. Somos nosotros los que definiremos cómo terminará este capítulo.
Man: Pues me parece que esos logros son filosóficos únicamente. En la práctica, lo que necesitamos es que esta ciudad siga andando. Que se resuelvan los problemas. Necesitamos gerencia, soluciones. No turbas, ni más campañas, ni nada de eso.
Bat: Es una manera de pensar muy industrial. Que haya resultados, productos, sin importar a qué precio funciona la fábrica. Y muy respetable su punto de vista, pero hay otras maneras de verlo. A lo largo y a lo ancho del tiempo, en Bogotá se está escribiendo la página política más importante desde la promulgación de la Constitución del 91.
No es un secreto para nadie. Colombia vive la transición definitiva entre la democracia representativa que marcaba la Constitución del 86 y la democracia participativa que consagró la nueva Constitución.
Man: No veo dónde esté la transición… La Constitución del 91 rige desde que se promulgó. Todas las leyes se han hecho sobre esa base. No veo por ninguna parte que haya gente promoviendo volver a la del 86…

Bat: Se equivoca, Man. Los sectores más conservadores de esta sociedad no han cambiado mentalmente de paradigma. Siguen pensando que la ciudadanía es un rebaño que toca pastorear. Los votantes son para ellos clientelas. Las leyes son un comodín. Y el país, una finca para hacer negocios.
En el caso de la Procuraduría, visto está que con su decisión de sacar del camino al alcalde Petro, estaba formulando una fuerte apuesta por la impunidad. Que se ordenara algo ilegítimo y el país obedeciera, como suele suceder. En la decisión de Ordóñez jamás fuimos tomados en cuenta los ciudadanos, ni siquiera como concepto abstracto. Nuestra Constitución le ordena lo contrario a los poderes públicos: que el ciudadano sea el fundamento de todo el Estado.
Precisamente fue esa omisión de los derechos ciudadanos lo que hoy tiene sin efectos el fallo que profirió.
Man: Pero dígame una cosa, Bat. En plata blanca, ¿nosotros qué ganamos con eso? ¡El que ganó fue Petro! Es un águila ese hombre. Convirtió un problema administrativo en un asunto político, se automartirizó y armó el zafarrancho del siglo. Hoy por hoy, los ciudadanos estamos igual que ayer.
Bat: Para nada, Man. Primero, el que llevó un asunto disciplinario a un problema político fue el mismo Procurador. ¡Eso es precisamente lo que dice el fallo del Tribunal!
En estas últimas semanas el protagonista no ha sido el Alcalde Petro, sino las miles de personas que están respaldando su mandato y el propio voto que depositaron en las urnas. Petro ha podido decir hasta misa, pero si su caso tomó las dimensiones que ha tomado es gracias a que fue elegido a conciencia por personas que hoy respaldan la decisión de haber votado por él.
A muchos los tranquiliza pensar que no. Que quienes han estado en la Plaza de Bolívar son borregos hipnotizados por un caudillo mesiánico. “El ladrón juzga por su condición”. Pero si usted mira en detalle, la situación ha sido muy diferente. Petro ha estado rodeado sobretodo de sectores sociales, no tanto de partidos o grupos políticos.
Eso es lo fascinante. Los miles de ciudadanos que lo han venido acompañando son minorías congregadas.
Man: ¿Minorías congregadas?… ¿Qué es esa vaina?
Bat: Pues grupos minoritarios de diversas procedencias que coincidieron en la plaza. Gente que se ha visto beneficiada por las políticas de Petro de distintas maneras. Los animalistas, los barristas, la comunidad de hip hop, la comunidad LGTBI, los recicladores… Y a ellos se unieron otros segmentos que traen una lucha social, que no política, del pasado… Los campesinos, los indígenas, las mujeres…
Es a varios de ellos a quienes el Tribunal de Cundinamarca les está restableciendo los derechos. Fíjese que la tutela de Petro ni siquiera pasó…
Man: Sigo sin verle lo grandioso que usted le ve… Me parece que es un asunto más de romanticismo que de otra cosa…
Bat: Man, en Bogotá se dio un proceso que contra todos los pronósticos logró devolverle el poder al ciudadano. En Bogotá se está sentando un precedente que tiene consecuencias en el tiempo y en el espacio. En Bogotá restablecimos el valor del ciudadano y del Estado de Derecho. Pero no solo para Bogotá: para toda Colombia.
Man: Y mientras tanto, la ciudad al garete…
Bat: No está al garete. Está más enfocada que nunca.