El veto de Lula al ingreso de Venezuela en los BRICS+ ha sido interpretado como una acción de injerencia y coacción, ajeno al espíritu de ese acuerdo. La actitud del presidente brasileño podría marcar el inicio de un nuevo equilibrio de poderes en América Latina. “Yo no sé muchos nombres de volcanes o selvas; esta…
El veto de Lula al ingreso de Venezuela en los BRICS+ ha sido interpretado como una acción de injerencia y coacción, ajeno al espíritu de ese acuerdo. La actitud del presidente brasileño podría marcar el inicio de un nuevo equilibrio de poderes en América Latina.
“Yo no sé muchos nombres de volcanes o selvas;
esta parte del mundo para mí representa
unas doscientas almas (digo
doscientas por decir) que miran a lo lejos
de distinta manera cada una
con cierto dejo de común azoramiento”.
-José Emilio Pacheco-
Bat: El veto de Lula para el ingreso de Venezuela en los BRICS+ fue realmente sorpresivo, sobre todo si se tienen en cuenta tres factores:
1) Venezuela le hubiera aportado a los BRICS un peso enorme en el mercado petrolero; eso, sin contar, con que hubiera sido un paso decisivo para que ese país recuperara la senda de un progreso económico incalculable.
2) Este año los BRICS+ no aceptaron nuevos miembros de pleno derecho, sino solamente “socios”, es decir, miembros con voz, pero sin voto. Beneficiarios parciales del acuerdo. Un “casi sí” son integrantes del acuerdo y “casi no” lo son.
3) Aunque los BRICS son un acuerdo geoeconómico, para todo el mundo es claro que cada vez adquiere un matiz más geopolítico. Muchos de los países que lo conforman no están de acuerdo con la política de Estados Unidos de imponer sanciones unilaterales (y, por tanto, ilegales) a los países que a su juicio no tienen el gobierno que les parece correcto. El veto de Lula equivale básicamente a una sanción de ese tipo.
Sin embargo, si me lo pregunta, lo verdaderamente llamativo es que haya sido el propio Vladimir Putin quien públicamente “echó al agua” a Lula. Si no hubiese sido por esa denuncia tan directa, quizás nos habríamos quedado especulando y haciendo conjeturas sobre la razón por la cual no entró Venezuela en los BRICS+. Algún personaje políticamente correcto habría dicho que la situación de ese país es inestable y por eso se consideró inconveniente su ingreso. Pero no. Putin puso las cartas sobre la mesa y el resultado es un sismo de mediana intensidad en América Latina, sobre todo.
Man: Yo creo que usted está hilando muy fino. Era perfectamente predecible que Lula se opusiera al ingreso de Venezuela a los BRICS+, porque él no ha reconocido el gobierno de Maduro y, de hecho, ha tenido una posición muy dura frente a esas elecciones manipuladas. No sé qué le sorprende. Si Lula acepta el ingreso de Venezuela, automáticamente es como si aceptara la legitimidad de Maduro. Tenía que vetarlo.
Bat: No necesariamente. El acuerdo se hace con los Estados, no con los gobiernos. La decisión de Lula no fue la reafirmación de una postura política, sino un gesto injerencista de coacción. ¡Al más puro estilo de los gringos y en el marco de los BRICS! Lo peor es que la consecuencia es la misma de las sanciones gringas: el que más pierde no es Maduro, sino el pueblo venezolano.
Man: Lo mejor para el pueblo venezolano es tener un sistema democrático. Lula simplemente no puede darle la mano a un régimen que él considera ilegítimo.
Bat: ¿Sí ve? ¡El mismo discurso de los gringos! ¿Quién se cree Lula que es para determinar si el gobierno de un país soberano debe seguir o no? Yo creo que ese gesto, imperialista de medio pelo, fue el que suscitó la “echada al agua” de Putin.
Man: ¡Claro! ¡Como Putin también es un dictador! ¡Entre dictadores se entienden!
Bat: No voy a discutir con usted si alguien elegido por una mayoría absoluta en Rusia es dictador o no. Los datos hablan. Lo cierto es que Lula apostó y perdió.
Man: ¡No! ¡Ganó!
Bat: A veces ganar un poco es perder más. Le hizo el mandado a los gringos, que por ningún motivo quieren permitir que Venezuela salga de su órbita de influencia, ni que se zafen de las sanciones que ellos le han impuesto. En ese sentido, Lula ganó. Quedó bien con sus patrones. También quedó divinamente con la amplísima oposición interna que afronta, tanto en el Congreso, como en los gobiernos locales y hasta en las calles. Por ese lado, tiene más protegido su trasero.
Pero lo que perdió fue más. Quedó, él sí, sin legitimidad para liderar la integración latinoamericana. Él era el referente por excelencia de ese proceso. Casi un mito. Quizás ahí también hizo la tarea: nada mejor para el occidente global que fragmentar a los pueblos hermanos.
En todo caso, la izquierda que lo llevó al poder y las izquierdas que lo han apoyado y defendido, perdieron la confianza en él. También perdió la confianza de Rusia, porque no se puede explicar de otra manera la denuncia pública de Putin sobre la postura de Brasil. Y si vamos un poquito más allá, probablemente China lo observa. Usted sabe que los chinos son así: pacientes y pragmáticos. Pero observan y toman nota. Brasil es su principal socio comercial en América Latina y no van a poner en riesgo eso. Pero, seguramente, ya no van a invitar a Lula a las reuniones más privadas, de las privadas.
Lo peor es que Lula dejó una marca indeleble en las bases. En el pueblo. Las muchos, muchísimos, ya no creen en él. Como alguien dijo: “La caída de Lula no fue en el baño. La caída de Lula fue en la historia”.
Man: Yo no sé por qué usted es tan exagerada. No me parece que las cosas lleguen a esos extremos. Lo que sucedió es un simple síntoma de la tensión regional entre Brasil y Venezuela; entre un demócrata y un dictador. Ya está.
Bat: Brasil, y en particular los gobiernos del Partido de los Trabajadores (Luis Inacio Lula y Dilma Rouseff) habían mantenido un equilibrio interesante en sus relaciones entre el Norte hegemónico y el Sur global. Durante sus dos gobiernos anteriores, Lula había sido muy sabio en el manejo de ese equilibrio.
Sin embargo, todo indica que el contexto actual supera las posibilidades de Lula en su tercer mandato Ha tratado de mantener una “neutralidad” babosa, en el marco de una realidad que exige la toma de posturas claras. Lula ya tomó posición. Los BRICS, afectados por esa postura, lo saben. Usted lo sabe. Yo lo sé. Todos lo sabemos. Y esto va a traer consecuencias en la región.
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Fotografías: “X”.
Bat&Man
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