
Tanto, tanto, tanto me han hablado, y me habéis hablado, de la Pony Malta que ayer decidí que era el día para probar el refresco más nutritivo y tradicional de Colombia. La verdad yo no estaba lo que digamos muy animada, pero Laura, veloz como una gacela, fue de una carrera hasta la cigarrería y en menos de cinco minutos ya tenía el famoso brebaje frente a mis narices. Bueno ¿y qué? Os tengo que ser sincera: no me gustó. Es que tiene un color que me recuerda al jarabe que me daba mi madre en España de pequeñita cuando estaba enferma. Y ese olor tan fuerte. Y ese sabor dulzón entre cerveza sin alcohol y Coca-Cola. Uy no. Y eso que le di una segunda oportunidad y me tomé otro traguito pero no hubo manera. Ni muy fría, ni con pandebono, ni con Chocoramo, ni con roscón, ni con almojábana, ni con nada de nada: la Pony Malta igual que entró ya salió de mi vida. Pero por favor, ¡no dejéis de leerme por esto! Sigo amando Colombia igual que antes, pero es que tenéis que reconocer, como dice una amiga, que la Pony Malta es de amores y odios. Si te gusta no puedes vivir sin ella, pero si la odias ni cerca la quieres. En fin, ya dice el dicho o refrán que sobre gustos no hay nada escrito.
Bavaría la lanzó al mercado y para su formulación se consultó al Instituto Nacional de Nutrición porque lo que se buscaba era una bebida para los jóvenes que no llevara alcohol y fuera refrescante y muy nutritiva con alto contenido en minerales, proteínas y vitaminas. Hasta alguien se inventó un eslogan que decía: Sólo los que toman Pony Malta están mejor preparados. Luego llegaría Bebida para campeones y Que nada te detenga, en boga todavía. La combinación de malta de cebada y azúcar -con algún otro ingrediente más por ahí cien por cien natural- funcionó a las mil maravillas y ahora, creo que no exagero, media Colombia la toma. La otra media no quiere verla ni en pintura.
Hay Pony Malta en botella de cristal, envase de plástico, en lata, más grande, más pequeña, mini. Compite con refrescos y lácteos y la encuentras en cada esquina. Y ahora la pregunta del millón: ¿Os gusta o no os gusta? Y si os gusta, ¿con qué la acompañaríais?
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