“Caminar, descansar y proyectar el soñar se entretejen para posibilitar la creación de puentes para ‘cruzar’ (chakai) formas de comprensión del mundo. Esta acción de “cruzar” tiene su referente cosmogónico en la chakana (‘cruz andina’), entendida como la posibilidad de ir y venir y en ese movimiento recrear y deconstruir conocimientos” Bravo, 2015, p. 65.
In memoriam de la maestra colibrí Leidy Marcela Bravo Osorio
A partir de julio de este año, dediqué las columnas de este blog al análisis crítico y a la búsqueda de alternativas individuales y sociales que nos depara la crisis climática. Reflexionamos sobre el proceso de colonización española, que impuso una modernidad sangrienta que arrasó buena parte de la cultura de los pueblos indígenas de nuestro continente y que marcó el origen del extractivismo que maltrata la madre tierra.
El capitalismo de finales del siglo XVIII y del siglo XIX, incorporó al ideario político de las nacientes repúblicas de Latinoamérica, la tesis del crecimiento económico como promesa para alcanzar progreso y bienestar, basado en la explotación de la naturaleza que promovía la revolución industrial europea y las concepciones instrumentales del desarrollo.
El mito del progreso se fortaleció con la industria petrolera del siglo XX y con ello, emergió la crisis climática como parte de la crisis ambiental de la sociedad occidental, fundada en el extractivismo de la naturaleza y en el modelo lineal del emprendimiento científico y tecnológico aferrado a ideas cartesianas del mundo y en concepciones cientificistas.
El capitalismo sobrepasó los límites planetarios y especialmente el referido a la regulación de la temperatura global del planeta, que se alteraría, por primera vez, debido a la emisión de gases efecto invernadero producidos especialmente por la actividad industrial y por la dependencia energética de hidrocarburos fósiles, fundamentalmente petróleo.
El camino más claro para superar la crisis no está en las promesas de la economía verde promovida por el capitalismo, o en las soluciones técnicas de las ciencias, porque las dos insisten en conservar el modelo económico hegemónico de occidente basado en la manipulación, control o explotación de la naturaleza.
Dialogar con los saberes ancestrales de nuestros antepasados indígenas y valorar los que aún han sobrevivido constituye una mejor alternativa para enfrentar la crisis. La profesora Leidy Marcela Bravo Osorio de la Universidad Pedagógica Nacional, promovió con mucha claridad este camino, en sus trabajos académicos vivió, sintió y defendió los saberes ancestrales de los pueblos indígenas colombianos, especialmente del Cauca y del Putumayo como base esencial para la promoción de prácticas sociales sustentables.
Leidy Marcela Bravo Osorio, profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, conocida como la maestra colibrí por su compromiso intelectual con la defensa de la madre tierra y el estudio educativo del pensamiento indígena. Falleció en septiembre de 2025.
Basados en los aportes de la maestra colibrí[1], podemos pensar en una forma distinta de investigar y actuar frente a la crisis climática apoyados en los saberes ancestrales. En primer lugar, debemos aprender a caminar, es decir, debemos seguir el saber del pueblo Inga de reconocer nukanchipa alpa mama (‘nuestro territorio’); saber en dónde vivimos, con quién vivimos, explorando la biodiversidad, la riqueza hídrica, el aire, la tierra y todas las relaciones ecológicas que sostienen la vida, para conservarla, protegerla y defenderla.
En segundo lugar, debemos aprender el Samaspa iachaikuspa: ‘descansando aprendemos’, o sea, es necesario detenernos para revisar los trayectos realizados de la sociedad occidental sustentada en el antropocentrismo, para reorganizar de forma colectiva qué hace falta para cambiarlo y que nuevas cosas podemos construir juntos para reencontrarnos con la naturaleza y emprender prácticas sostenibles como la agroecología, la permacultura, la movilidad limpia, la construcción sustentable, entre otras prácticas que sigan los ritmos y equilibrios naturales.
Y en tercer lugar, debemos proyectar para soñar, esto significa que el caminar y el descansar nos permite comprender, más allá de lo aparente, emprendiendo diálogos entre distintos saberes que nos conduzcan a una comprensión holística y compleja de la crisis climática para tomar mejores decisiones, que orienten el plan de vida integral que nos permitan superar esta crisis y todas aquellas que trae la crisis ambiental que padecemos. La maestra colibrí nos enseña:
“Caminar, descansar y proyectar el soñar se entretejen para posibilitar la creación de puentes para ‘cruzar’ (chakai) formas de comprensión del mundo. Esta acción de “cruzar” tiene su referente cosmogónico en la chakana (‘cruz andina’), entendida como la posibilidad de ir y venir y en ese movimiento recrear y deconstruir conocimientos”[2].
Mural en homenaje a la profesora Leidy Marcelo Bravo Osorio. Maestros, estudiantes, colectivos cuidadores de la vida. Universidad Pedagógica Nacional.
Es posible superar la crisis climática, y esto va más allá de las insuficientes avances de las cumbres sobre el cambio climático, para esto los saberes ancestrales de los pueblos de Abya Yala, en diálogo con los aportes de las ciencias comprometidas con la ética y la justicia ambiental pueden impulsar nuestro encuentro con la naturaleza para rescatar la identidad olvidada y sobreponerla a la lógica eurocéntrica y anglosajona que insisten en el progreso y desarrollo capitalista como único camino posible.
En palabras de Enrique Dussel, es necesaria una nueva época sustentada en la pluriversidad y en la otredad como reconocimiento de todos y todas, más allá de las lógicas de mercado y del consumo desenfrenado que alinean y borran la dignidad humana. Es posible construir una sociedad sustentable y sentipensante como diría el maestro Fals Borda, que supere el extractivismo y que emprenda alternativas productivas sustentadas en la raíces indígenas, afrodescendientes y campesinas para construir justicia y paz con la naturaleza.
Que el 2026 traiga un reencuentro profundo con nuestras raíces culturales y que tejamos nuevas conexiones con nuestra madre tierra.
Leonardo Boff nos muestra con claridad este desafío: El futuro de la madre tierra no cae del cielo, sino de las decisiones que tomamos en el sentido de entrar en sintonía con los ritmos de la naturaleza y del universo[3].
@LeoMartinezUPN
[1] Bravo, L. ( 2022) Nukanchipa iuiaita maskasunchi: buscar más allá de lo aparente. Buscar una laguna donde no la hay y encontrarla, ¡eso es investigar! En Absalon, J., y Alfonso, T. La práctica investigativa en ciencias sociales. Nuevas perspectivas. (p.179-202)
[2] Bravo, L. (2015). Ugpachisunchi i katichisunchi kilkaikunata – llevando y trayendo la palabra-: territorio, “saber vivir ahí” y pensamiento Inga [Tesis de maestría]. Universidad Pedagógica Nacional. p. 65.
[3] Boff, L. (2021). O doloroso parto da mãe terra. Uma sociedade de fraternidade sem fronteiras e de amizade social. Editora Vozes. (p. 125-126)
Leonardo Fabio Martínez Pérez
Profesor de ciencias naturales y educador ambiental. Doctor en Educación en Ciencias. Rector Universidad Pedagógica Nacional 2018-2022.
En este espacio de opinión compartiré reflexiones educativas sobre el papel de la ciencia, la tecnología (C&T) y diversos saberes para pensar alternativas y soluciones frente al crisis socioambiental que vivimos. Agradezco a la profesora Diana Lineth Parga por la revisión de algunos textos y al licenciado Santiago Edwar Pinto por la correción de estilo.
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