¿Qué les pasa a los vietnamitas que están contentos todo el tiempo? Me pregunto mientras miro maravillada a mi alrededor. Hay algo muy familiar en Vietnam, ese algo que lo hace a uno sentir en Colombia, pero al mismo tiempo hay ese otro algo que es tan garrafal, tan diferente.
Absorta en mi intensa observación, mirando inevitablemente con el olfato, dejándome invadir por los aromas a caldo, a especias, a hierbas almizcludas y a frutas prohibidas, de repente tengo un momento de claridad. Súbitamente entiendo porqué los vietnamitas, cultura tropical como la nuestra, que ha sufrido los horrores de la guerra como la nuestra, sonríen todo el tiempo. No hay una razón para esto, hay dos: la primera, sin ninguna duda, es porque comen delicias todo el día, a toda hora y siguen tan filiformes sin inmutarse. La segunda tiene nombre propio y se llama CA PHE SUA DA, ahhhhh!
El significado literal de CA PHE SUA DA es café helado con leche dulce. Sin embargo, estoy segura que los “viets”, en el fondo, lo llaman así porque uno casi siempre “SUA” mares cuando decide sentarse en un café, en ese calor, a pedir su cosa. También se “SUA” la gota gorda por la impaciencia que “DA” esperar a que el café a su vez, gota a gota, se termine de colar. Todo allí es un ritual, todo es una enseñanza disfrazada de cotidianidad.
Paradójicamente esta bebida, que te producirá el embale de tu vida, te enseña a esperar. Y uno mirando la leche condensada que dulce y cremosa espera. Mirando ese vaso escarchado lleno de hielo, la cuchara y el pitillo que esperan. La pierna cruzada y el pie que se balancea de agitación mientras uno, sentado ahí, sin más remedio, espera.
Déjenme decirles que el CA PHE SUA DA también “DA” adicción. El infinito acelere que produce en el corazón, hace que el día se despierte más dulcemente, que el trabajo se haga más rápida y placenteramente, que el cuerpo queme más calorías y por lo propio, necesite más comida para agarrarle el ritmo a la mente.
Para mí, un café que suda y hace sudar pero a la vez refresca y endulza la vida es un invento revolucionario que merece más bombo. Ah! y como si tanta dicha fuera poco, el café en Vietnam siempre viene acompañado de un té de jazmín. Una dupla bastante inesperada, gratis y perfumada que tal vez pretenda hacer las veces de digestivo. Es como la calma después de una tormenta con rayos y centellas.
Este café también puede tomarse caliente, sólo basta omitir los hielos. En ese caso se estarán tomando un ca phe sua nong. El procedimiento que les muestro es para hacer un ca phe sua da original, es decir, teniendo cuidado de que el café haya sido molido grueso y asegurándose de utilizar ese curioso coladorsillo que parece una taza de aluminio y utiliza un sistema de colado por gravedad. Sólo que uno se siente en la luna, donde no hay gravedad, esperando que caiga cada gota. Esta cafetera prepara sólo un café a la vez.
El café en Vietnam se toma MUY concentrado, se utiliza el doble o triple de cantidad que acostumbramos en América y yo diría que cuatro veces lo que se acostumbra en Colombia. El tipo de café también es fundamental para hacer un ca phe sua da como Dios manda. En Vietnam, el café de mayor producción es el robusta, pero además, para ésta preparación, al café molido, antes de empacarlo, le agregan un toque de esencia de mantequilla y un toque de cacao. No, no, no se asusten, suena desagradable pero el resultado es bastante deliciosísimo, por no redundar demasiado. Así que bueno, como éste café y su cafetera son imposibles de conseguir en la tienda de la esquina, mi intención no es otra que contarles una historia de amor. Chuc ngon mieng! (buen provecho!)
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