Se sufre un impacto con el primer párrafo de la mayoría de sus cuentos del libro Entrevistas breves con hombres repulsivos y de su famosa novela La broma infinita, y se sigue sufriendo con la cadena de párrafos que desarrollan la historia. El talento narrativo de Wallace es evidente y es abrumador. Un talento que…
Se sufre un impacto con el primer párrafo de la mayoría de sus cuentos del libro Entrevistas breves con hombres repulsivos y de su famosa novela La broma infinita, y se sigue sufriendo con la cadena de párrafos que desarrollan la historia. El talento narrativo de Wallace es evidente y es abrumador. Un talento que no deja dudas, excepto e irónicamente para él. Es tal su capacidad narrativa que uno lo lee y siente ganas de tirar la toalla, de guardar los lápices. Dicen que José Ruiz, el padre de Picasso, cuando vio la paloma que Pablito de 8 años había pintado reconoció el talento innegable de su hijo y pensó en invertir mejor su tiempo dedicándose a educar a su pequeño genio. Esto de sentirse uno tan poca cosa me trae a la mente otra historia: la novela corta El Malogrado. Una novela sobre los sentimientos de inferioridad de unos amigos pianistas y colegas de Glenn Gould.*
Afortunadamente la literatura es como la moda, existe para todos los gustos, para todos los niveles, culturas y edades. La verdad es que una vez se entra en el mundo de Wallace, uno se siente golpeado. Son abrumadores los problemas mentales que traslucen en su obra, su sufrimiento interior, su angustia, su miedo, su paranoia, su culpa, su adicción, su desazón, su permanente malestar. Y cuando uno quiere ser feliz, leerlo no es lo más indicado. No quiero decir que uno deba ignorar el dolor ajeno, ni darle la espalda. Pero hay mentes que son un lodazal y uno termina hundiéndose en las palabras y en los sentimientos e ideas de sus libros como si fueran arenas movedizas que te van tragando. Wallace es sorprendente, es brillante, es extraordinario, pero enferma el alma.
En sus ensayos hay mucha sabiduría, y es lúcido y brillante. En “This is Water” (Esto es agua, que está en YouTube, leído por él mismo), un discurso para los graduados del Kenyon College, Wallace nos hace conscientes de nuestras “configuraciones por defecto”. Como la de mirar al mundo desde un centro y no darse cuenta del egocentrismo. Es especialmente interesante, porque en la vida diaria conoce uno muy pocas personas que cuando juzgan la realidad se ponen en el lugar de los demás al tiempo de que reconocen el suyo propio y sus intereses como sesgos importantes de sus juicios. Uno no se da cuenta hasta qué punto uno se va volviendo esclavo de una información que no le interesa, o le da prioridad a lo que no tiene.
Una de sus ideas en este ensayo es la siguiente: la libertad verdaderamente importante implica atención, consciencia y disciplina, y ser capaz de interesarse de verdad por los demás y sacrificarse por ellos una y otra vez, de mil maneras insignificantes y poco atractivas, todos los días. Esa es la verdadera libertad. Eso es educarse y entender cómo pensar.
En “Consider the Lobster” (pensemos en la langosta) que también está en Youtube, con su voz, Wallace habla sobre el trato a los animales, sobre la indiferencia humana frente al sufrimiento animal y cómo dejamos de ser seres morales en la vida cotidiana sin darnos cuenta.
En “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”, Wallace examina la naturaleza del ocio, del consumismo y la desconexión que crean los entornos artificiales supuestamente diseñados para la diversión.
Qué lucidez la de Wallace en sus ensayos, que capacidad crítica y visión aguda, y que contraste con sus novelas, en las que hay tanto dolor y oscuridad.
*El malogrado, de Thomas Bernhard. A raíz del suicidio de su mejor amigo, un hombre viaja hasta su antiguo hogar en Austria. Allí rememora la pasión que ambos compartían por el piano, y la turbia amistad que los unió, trastocada al conocer al virtuoso Glenn Gould. Thomas Bernhard nos adentra en las motivaciones más complejas de la psicología humana, y nos lleva a reflexionar acerca de los ambiguos sentimientos de admiración, frustración y envidia, de la gradual erosión del carácter y de la pulsión nihilista que acompaña una ambición desmedida. Ambientada en una Europa central ya en decadencia, esta gran novela supone también un cuestionamiento de los valores de superación y excelencia tan característicos de nuestras sociedades.
Ana Cristina Vélez
Estudié diseño industrial y realicé una maestría en Historia del Arte. Investigo y escribo sobre arte y diseño. El arte plástico me apasiona, algunos temas de la ciencia me cautivan. Soy aficionada a las revistas científicas y a los libros sobre sicología evolucionista.
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