Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Turner Prize

El Turner Prize es quizás el premio de arte más sonoro que se otorga cada año a un artista plástico. La organización Tate Britain lo creó en 1984 para hacer visibles los nuevos desarrollos del arte contemporáneo. Al premio pueden aspirar los artistas británicos o aquellos que vivan en Inglaterra, que sean menores de cincuenta años, y que hayan realizado durante el año inmediatamente anterior una exposición que según criterio de los jueces invitados muestre características artísticas excepcionales.

El cinco de este mes, el premio fue otorgado a Martin Boyce. El crítico de El Guardian, Jonathan Jones, escribió en su blog que se había hecho muchas ilusiones cuando vio dentro de los opcionados al premio a George Shaw, y que fue grande su decepción al saber que no le había sido otorgado a este; más adelante, comenta que es prácticamente imposible que este premio vaya a dar a las manos de un pintor. Para Jones, George Shaw es uno de esos artistas escasos cuya obra trata con sentimientos enigmáticos y profundos. Shaw fue seleccionado por sus pinturas de paisajes urbanos sin figuras humanas, basados en la localidad donde él nació, un suburbio de Coventry, en el Reino Unido.

La obra de Martin Boyce, según se puede apreciar en videos, parece, al menos, una obra sorprendente, nueva e imaginativa. Si alguna característica ha tenido el Turner Prize es que se otorga a obras poco atractivas para el público general, por lo cual siempre ha generado una fuerte polémica. En la mayoría de los casos los ganadores han desaparecido de la escena artística en menos de diez años.

En la entrevista y el video se aprecia un espacio cuasi doméstico en el cual se distribuyen concienzudamente distintos objetos, desde una especie de mesas hasta biombos, basureras y lámparas. Boyce dice que intenta encontrar lo poético en lo abyecto, que su trabajo se concentra en el espacio, en los espacios entre las esculturas y en las esculturas en sí mismas. El trabajo por el cual fue seleccionado para el Turner se llama La biblioteca de las hojas, fue expuesto en Suiza en la galería Presenhuber, de Zúrich, y consiste en un parque escultórico de árboles de cemento y hojas de papel.

A partir del estudio de las formas de las hojas que se desprenden en el otoño selecciona y rediseña nuevas formas para llegar a la creación de patrones que se repiten, al tiempo que se nutre del constructivismo y del cubismo. De allí resultan la estructura de una rendija de ventilación y unos cuadros de signos que parecen convertirse en palabras y adquirir significado. Además, Boyce quiere que lo “externo” habite en lo interno; del parque, de los árboles, se debe llegar al interior, al lugar privado. Boyce se concentra en los objetos familiares, y con fragmentos de objetos del exterior construye estos otros objetos evocativos que conforman sus espacios escultóricos. Para recordar el efecto del clima sobre los objetos, oxida pedazos de los materiales con los que construye sus esculturas, como diciendo que el clima también afecta las estructuras y formas interiores.

Le interesa el proceso de la memoria, las reminiscencias que traen los fragmentos de las cosas. En resumen, en su obra se construyen espacios por medio de la interrelación de objetos fabricados con fragmentos de otros objetos, que a su vez recuerdan fragmentos de la vida.

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