En En estos días salió un artículo, en Los Angeles Times, sobre una mujer que tenía debajo del sofá de su casa, sin saberlo, una pieza de arte muy valiosa: una de las 16 pinturas de castas del mexicano Miguel Cabrera (siglo 18). Durante 250 años la pintura atravesó el atlántico varias veces hasta dar a parar en la casa de Christina Jones Janssen, quien sabe cómo. Un misterio atractivo para un detective o un periodista.
Este género de pintura se dio solo en México y en Perú. Hasta hora se sabe de cincuenta colecciones, conformadas en general por dieciséis piezas, y se reconocen cuatro o cinco artistas, pues el resto son anónimos. La mayoría de las veces se realizaban por encargo del Virrey, como un tipo de catálogo, para identificar las mezclas raciales que se daban en el nuevo mundo.
El término casta viene del latín castus, que quiere decir casto o puro. En el contexto de esta pintura quiere decir impuro, pues se trataba de mostrar cómo la mezcla racial “quebraba” el color. Quebrar el color significaba, en términos de la época, oscurecerlo. Las pinturas describían, como siguiendo una receta, la trilogía conformada por el padre, la madre y el vástago. Claro, haciendo énfasis en las diferencias fisionómicas de los distintos grupos étnicos, llevándolas al estereotipo por medio de los accesorios y la indumentaria, en aras de hacer más fácil el reconocimiento o, en este caso, la discriminación.
Las pinturas de castas aparecieron en México, a principios del siglo 18. Eran pinturas profanas que hacían hincapié en los elementos folclóricos, dos aspectos en sí mismo especiales, pues las pinturas anteriores se detenían en la expresión de temas religiosos, expresados con parafernalia europea. En el estilo recuerdan lejanamente la pintura de Goya, y su técnica y forma se aprendían en la academia de artes. Cabe aclarar: solo abierta para blancos “no quebrados”. Su afán era determinar la pureza de los individuos que colonizaban el nuevo mundo, definir su casta. Para darles a las personas un mayor o menor valor dentro de la sociedad, en un claro afán jerárquico. El análisis de las colecciones revela lo que es esperable: los varones, tanto españoles, como negros e indios aparecen muchas veces; siendo muy entendible que la mujer española asomara como una rareza en las pinturas, pues eran los hombres españoles los que se casaban con las mujeres indígenas y negras, ya que muy raramente las españolas se casaban con indios o negros. En el análisis del ADN de las poblaciones de Antioquia se observa lo mismo: somos, en la mayoría de los casos, hijos de varones españoles y mujeres indígenas.
En estas pinturas, la mujer india y el español eran los principales protagonistas. La mujer india ubicada en distintos estratos sociales; el hombre español, siempre en el más alto lugar: de personaje de armas, educado y rico. El indio varón era representado usualmente desempeñando los oficios de estratos más bajos, muchas veces de vendedores callejeros, mientras que los hombres negros, muy bajos en la jerarquía social, casi siempre de cocheros o en los oficios domésticos. Pero lo que es más simpático, o lo más antipático, es darse cuenta de que los nombres inventados para bautizar esas múltiples posibilidades de unión estaban relacionados con animales o con la crianza de caballos. Mulato viene de mula. Miremos algunos:
De español con india: mestizo
De mestizo con india:coyote
De negro con española:mulato
De mulato con española: morisco
De español con morisca: albino
De español con albina: negro- torna- atrás
De negro con india: lobo
De lobo con india: sambaiga
De sambaigo con india: albarazado
De indio con albarazada: chamizo
De chamizo con india: cambuja
De indio con cambuja: lobo torna-atrás
De lobo-torna-atrás con india: tente en el aire
De albarrado con india: cachimboreta
Pero no había que mezclarse, el solo nacer en el Nuevo Mundo bajaba la posición social. A los hijos de la unión entre españoles nacidos en América se los llamaba criollos. Así lo escribió El Inca Garcilaso, en sus Comentarios reales (1609). Se cita por la belleza de la escritura.
“A los hijos de español y española nascidos allá, dicen criollo o criolla, por dezir que son nascidos en Indias. Es nombre que lo inventaron los negros y assí lo muestra la obra. Quiere dezir entre ellos negro nascido en Indias; inventáronlo para diferenciar los que van de acá, nascidos en Guinea, de los que nascen allá porque se tienen por más honrados y de más calidad, por haver nacido en la patria, que no sus hijos, porque nacieron en la ajena, y los padres se ofenden si los llaman criollos. Los españoles, por la semejança, han introduzido este nombre en su lenguaje para nombrar los nascidos allá (1943: 278-9)”.
Somos animales jerárquicos, vergonzosamente, y tenemos que luchar con la razón para superar la necesidad de poner a otros por debajo o por encima de nuestras narices. Hacemos lo mismo que hacen lo lobos: en menos de diez minutos de haber conocido a una persona la ponemos en un puesto de la escala social, para agacharnos ante ella o para pisarla.
El arte es un espejo de lo que somos los seres humanos, y por tanto ha sido racista, muchas veces sin proponérselo; pero en el caso de la pintura de castas lo que se perseguía era precisamente discriminar y alinear. Si estas pinturas son una maravilla, lo son sobre todo porque actúan como testimonio de la importancia que le hemos dado en otras épocas a nuestro legado animal. Es una muestra de crecimiento moral el que la pigmentocracia tenga cada día menos fuerza en los prejuicios humanos, o que al menos se vea incorrecta. Que nadie espere gratuitamente de otros el servilismo, el autoritarismo, la superioridad, o el complejo social, y mucho menos si está relacionado con el color de la piel. Que ni la inteligencia ni la disposición moral y anímica sean juzgadas por el color y los rasgos físicos. Todavía uno oye decir a mucha gente en Colombia: sí, ella o él son muy hermosos, pero son negritos.
Ana Cristina Vélez
Estudié diseño industrial y realicé una maestría en Historia del Arte. Investigo y escribo sobre arte y diseño. El arte plástico me apasiona, algunos temas de la ciencia me cautivan. Soy aficionada a las revistas científicas y a los libros sobre sicología evolucionista.