Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Nuevos descubrimientos para tratar la obesidad

Imagen tomada de  https://blogs.elespectador.com/wp-content/uploads/2016/09/dieta-adelgazar.jpg

Si la obesidad fuera fácil de tratar no habría en el mundo más de 600 millones de personas obesas, y más personas con sobrepeso que con el peso por debajo de lo normal. En el presente, uno de cada diez hombres y una de cada siete mujeres son obesos. La principal causa se debe a que no vivimos en el mundo para el cual evolucionamos. El hombre del paleolítico gastaba enormes cantidades de energía en la tarea de sobrevivir. La vida sedentaria es muy nueva en términos evolutivos, así como el tipo abundante y energético de alimentación al que estamos expuestos: los alimentos procesados, con muchas calorías y muy fáciles de digerir. Estamos diseñados para comer más de lo que necesitamos y así prepararnos para futuras hambrunas, como era lo usual en nuestro pasado de cazadores- recolectores. Para mantenernos en forma deberíamos gastar mucha energía realizando actividad física y, en cambio, hoy permanecemos sentados, pues hasta para movilizarnos lo hacemos sobre ruedas en vez de usar los pies.

El peso corporal no depende completamente, como muchos creen, de la cantidad de alimentos que ingerimos. No se es gordo porque se come mucho. El peso corporal depende del balance entre lo que gastamos y consumimos, pero ese balance depende de cientos de factores, entre ellos están: las bacterias que tenemos en el intestino, centenas de hormonas y señales que regulan el metabolismo de la glucosa, el metabolismo energético, la regulación del apetito, la sensación de saciedad, el consumo de energía corporal en ejercicio y calor, la forma como se guardan los lípidos, la eficacia en el guardado y la cantidad de calorías que consumimos. Se sabe que no solamente esas hormonas se influyen unas a otras, sino que lo hacen de manera muy compleja. Además, están los aspectos sicológicos, como los malos o buenos hábitos y la relación con los alimentos como formas de recompensa o castigo.

La nueva esperanza en el tratamiento de la obesidad está puesta en las células gliales. La palabra glía, del griego-bizantino, significa unión; seguramente de allí sale la palabra glue, del inglés. Cuando fueron descritas por primera vez, en 1859, se consideraron células de pegamento entre las células nerviosas, elementos sin función relevante. Ahora, en cambio, se sabe que desempeñan muchas funciones en el cerebro, como regular el apetito y el metabolismo. En el hipotálamo, las células gliales llegan a ser el 80%.

Cuando las células gliales son bloqueadas (en ratones de laboratorio), el cerebro deja de responder a la leptina. Al no responder a esta, el apetito se mantiene, no se suprime, como ocurre cuando las células grasas la liberan. La leptina es una hormona que sueltan las células grasas cuando han crecido hasta llegar a un tamaño indicador de que ya hay suficientes reservas en el organismo, reservas de grasa. Sin esta respuesta, se tiende a comer en exceso. El peso de casi todos los ratones del experimento se duplicó en un solo mes al bloquearles las células gliales.

Los investigadores dicen tener esperanzas bajo la luz de estos nuevos descubrimientos, no tanto en el control de la obesidad, como en su prevención. Tenemos que apoyar el patrocinio gubernamental a la ciencia y a la investigación pues repercuten hasta en los más livianos detalles de la vida.

Investigaciones recomendadas:

La obesidad está asociada con daños del hipotálamo en roedores y humanos: http://www.jci.org/articles/view/59660

Synaptic input organization of the melanocortin system predicts diet-induced hypothalamic reactive gliosis and obesity: http://www.pnas.org/content/107/33/14875

Astrocytic Insulin Signaling Couples Brain Glucose Uptake with Nutrient Availability: http://www.cell.com/cell/abstract/S0092-8674(16)30974-6?_returnURL=http%3A%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS0092867416309746%3Fshowall%3Dtrue

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