No sé quién es Irina. Me enviaron su “rollo” en Tik Tok. Su voz me suena venezolana, y solo puedo decir que las ideas me parecieron ingeniosas y divertidas.

El tema son los talentos invisibles. Por supuesto, estos son talentos o virtudes que usualmente no se aplauden. De los visibles, no tendría mucho sentido hablar. Vamos a esos talentos que ella menciona. En cursiva van mis ideas al respecto. Para comenzar, Irina dice: hablemos de las virtudes y los talentos de los que casi no se habla.

  • La gente que sabe usar los emoticones. Que pone el preciso, en el momento adecuado; que los usa con gracia y maestría.

En mi opinión buenos son, si se usan poco. La gente los usa mal y abusa. Yo añadiría que no es necesario alargar el chat poniendo emoticones o Gifs. Cuando se ha dicho todo y te mandan una cosa más, te hacen mirar algo que es innecesario, y quita tiempo. El chat debe ser conciso, corto e ir al grano. Si la persona necesita decirte muchas cosas, para eso, debe llamarte por el teléfono.

  • Buenas parrillas. Irina dice que hay personas que no saben cocinar, pero hacen parrillas maravillosas.

Cierto, sobre todo los hombres.

  • Hay personas que hacen zumos de frutas deliciosos.

A la mayoría les quedan o muy dulces, o muy amargos, o muy aguados, o muy densos, o se les oxidan, o les quedan llenos de semillas trituradas, como sucios.

  • Algunas personas tienen risas que sanan. Risa-sana. Risas que suenan como un pájaro selvático.

Sí, y, además, agrego: risas contagiosas, sinceras y justas, ni con mucho o poco volumen, ni estridentes ni inaudibles. Hay gente que se ríe con ganas. Hay personas, como decía Javier Marías, de risa fácil. A él le encantaban. Las personas que se ríen y hacen reír son más atractivas que las personas serias.

  • Gente con hermosa caligrafía, que parecen que escribieran cartas de otros épocas.

Este es uno de los talentos que más he envidiado toda mi vida. Una letra hermosa deleita, una letra hermosa es el resultado de una maestría, es un extra, que va más allá de lo necesario, es como un regalo de la vida. Cómo puede ser que hay personas que escriben con letras del mismo tamaño, como de molde, que las formas son impecables y cuya la lectura es fácil. Que además ordenan las frases en el espacio del papel como si calcularan los lados y supieran donde está el centro. Que no se les tuercen las líneas, como si tuvieran renglones marcados debajo del papel. Ay, ¡qué envidia me dan esos virtuosos!

  • Gente que huele rico, y siempre; que emanan botánica.

Es cierto: hay personas que huelen rico siempre, no solo que usan perfume en la dosis perfecta, o sea, que solo huelen cuando uno se acerca hasta casi tocarles la piel, sino que, sin perfume, huelen a fresco, a matas, a verde, a algo que atrae. El olor es el ingrediente que decide si una pareja potencial nos gusta o no.

  • Personas que saben comprar pasajes baratos. Tú los compraste a 1200 dólares y ella pagó 499. ¿Cómo hacen?

Añado, hay personas que saben comprar electrodomésticos, ropa, zapatos, casas, carros. Otros, metemos las patas, compramos la nevera en la que no cabe el molde refractario, los zapatos estrechos, o los que no nos gustaban casi nada, pero que compramos porque la dependienta nos echó el cuento y nos dio pena no comprarlos, o no fuimos capaces de salir a tiempo de la tienda.

  • Personas con buen pie para los zapatos. Pasan cinco años y es como si los hubieran usado dos meses. Otros, en cambio, los usan dos meses, y es como si los hubieran usado cinco años.

Y otros parecen que tuvieran ácido sulfúrico en los dedos, no solo deforman los zapatos por los lados y en la suela, sino que también los rompen.

  • Contar historias bien, con gracia. Hay quienes hacen de una historia trivial un verdadero cuento al que deseamos ponerle atención. También los hay que cuentan los chismes muy bien.

Hay personas que saben imitar voces, y aderezan los cuentos con diálogos, con cambios de entonación y distintas voces. Es una delicia encontrar personas con ese talento. Ese talento requiere dar detalles, pero con moderación. Lo opuesto son aquellos que cuentan las historias en tiempo uno en uno, llenas de detalles irrelevantes, y que se pierden en las ramas y uno tiene que decirles que aceleren y que vuelvan al cauce.

  • Hay gente que sabe abrazar, que da abrazos que aportan algo bueno a la vida, que dan abrazos sabrosos. Otros dan abrazos tiesos, como si estuvieran obligados bajo un serio compromiso, abrazos que no dan nada.

Creo que sí, que es verdad. Hay personas, mujeres y hombres, a quienes da gusto abrazar porque sus abrazos están llenos de calor y de gusto, dan abrazos abullonados. Esas personas son seguras de sí mismas y no se tienen miedo ni le temen a los demás. Hay personas que te abrazan como si les fueras a pegar el COVID, o como si las fueras a ensuciar. Nadie debería sentirse obligado a abrazar.

  • Gente que mantiene las plantas vivas y hermosas. Es un talento, y que les sacan piecitos, y estos nacen.

Desconozco todo sobre el cuidado de plantas.

  • Hay gente que sabe cuándo irse de un sitio. Son sensibles para saber cuándo hay que largarse.

Es un talento muy, muy importante. Los que no leen las señales de cansancio, hacen que uno no los vuelva a invitar. Mi tío, a esos, les decía mirando a su esposa: “mija, acostémonos que la visita tiene sueño”. Lo hacía con el fin de dar risa y, al mismo tiempo, obligar al otro a decir adiós. Es mejor ser escaso y corto, y que se queden con ganas de estar con uno, a estar tanto tiempo que nuestra compañía empalague.

  • Hay quienes entienden el sarcasmo, la ironía.

Yo agrego, y los chistes.

  • Hay quienes van lejos en las conversaciones y no se limitan a las historias sobre ellos o los demás, y filosofan sobre cualquier tema.

Voy más lejos: hay buenos conversadores y malos conversadores. Los buenos hacen buenas preguntas y dan respuestas que te dejan pensando, y hacen que se te ocurran más preguntas. Los buenos se sincronizan mentalmente con uno, y la conversación fluye y, a veces, incluso es caudalosa: el tiempo pasa y no te das cuenta. Con ellos, el amanecer te sorprende conversando sentado en una silla dura. Los buenos conversadores hacen que las conversaciones sigan dentro de uno muchas horas; como si uno no pudiera apagar el motor que ellos encienden. Con los malos, la conversación se da a trompicones, los silencios se imponen, la mente se seca. Estos últimos matan las ideas, y con ellos el tiempo no pasa. Miras el reloj, y ha pasado media hora, que a ti se te ha hecho como dos días.

  • Hay quienes tienen el talento de guardar secretos, de ser confiables.

Es necesario descubrir rápidamente si tienen este talento: tu amigo o amiga, tu padre o madre, tu hermano o hermana, tu pareja. El que no lo tiene, no tiene la culpa, pero es mejor tener cuidado.

  • Saber ser la mejor amiga de alguien. Esa mejor amiga es la persona que está contigo en las buenas y en las malas, cuando estás sicópata, obsesiva y enferma. Es una persona con capacidad de aguante, que te oye sin juzgarte y dándote cariño.

Y añado, y aguanta lo malo durante mucho tiempo seguido. Porque el tiempo cuenta para este talento. Ser la mejor amiga unos días es muy fácil para cualquiera.

Otro talento, que ella no menciona, es el de tener una voz bella (como la de David Attenborough). Hay personas cuya voz es hermosa y deleita, y dan ganas de oírla. Hay personas con voz fea, y fastidian, aunque digan cosas interesantes. Hay personas que hablan muy duro o muy agudo, y te rompen el tímpano. Otras hablan en voz muy baja, y cansan, porque uno tiene que hacer un esfuerzo muy grande para entender lo que dijeron. La voz frita nos achicharra (como la de Sam Altman). Con una voz bella se nace, pero el manejo de la voz es un talento que se puede moldear.

 El talento de dar regalos. Algunas personas siempre aciertan. Otras parecen no conocerte, y te dan un regalo que te deja más triste que contento y, además, sintiéndote un malagradecido.

Lector, ¿qué otros talentos invisibles se te ocurren?

 

 

 

 

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