El sarcasmo es una de las múltiples formas como utilizamos el lenguaje. Cuando oímos una frase no la interpretamos de una sola manera sino de muchas: oímos entre líneas, suponemos, esperamos y agregamos contenido. El tono de la voz es determinante en el significado de una frase, y es muchas veces la clave que dilucida que el comentario es sarcástico. Así que el sarcasmo es una forma de relacionarnos verbal y socialmente, pues cuando lo hacemos, no solo estamos trasmitiendo una idea de una mente a otra, sino que estamos negociando un tipo de relación (usualmente de confianza). Las máquinas no detectan el sarcasmo, y a los niños les queda difícil, pues hay que agarrar un contenido en la información, que suena absurdo respecto a un contexto y que nos hace pensar que la frase puede significar lo contrario a lo que suena.
El sarcasmo sirve para decir o señalar indirectamente un aspecto negativo, y por tanto es un arma peligrosa que puede poner en jaque cualquier relación. Muchas veces el sarcasmo dice lo que no se podría decir sin llegar a tener un conflicto. Es una forma de comunicar con humor lo que nos molesta. Usar el sarcasmo es una muestra de poder, es como decir: soy tan fuerte, que me puedo dar el lujo de hacerte una crítica, y no me da miedo de las consecuencias. Según el ingenioso escritor Oscar Wilde, “El sarcasmo es la forma más baja de ingenio, pero la forma más elevada de inteligencia”. El esposo que ve a su mujer comiendo torta y le dice: lo bueno es que adelgaza, ¿verdad? Se está refiriendo probablemente a que ella ya está gorda y va a engordar más al comer la torta.
El sarcasmo es muy difícil de captar cuando se lee, pues hay que conocer previamente el pensamiento de quién escribe. Muchas columnas son mal interpretadas por los lectores pues no desentrañan correctamente lo que el escritor ha dicho, queriendo decir lo contrario. Por escrito, el sarcasmo demanda una habilidad especial de los dos que participan: escritor y lector.
En una investigación realizada por los investigadores: Francesca Gino, Li Huang y Adam Galinsky, se llegó a las siguientes conclusiones:
—El sarcasmo no es solo instigador del conflicto, sino también un catalizador de la creatividad.
—Las formas generales de sarcasmo, usado con moderación, promueven la creatividad a través del pensamiento abstracto en ambos: el generador y el receptor.
—Expresar con sarcasmo o aceptar el sarcasmo de los demás es una muestra de confianza que aumenta la creatividad sin elevar el conflicto.
—Se manipula el sarcasmo a través del ejercicio de una conversación simulada y del ejercicio de la memoria.
—El sarcasmo es creativo pues es una forma de pensamiento abstracto.
—En un estudio realizado con 30 parejas de estudiantes universitarios, se les dio una lista de frases: la mitad eran sarcásticas y la otra mitad, serias. Algunos estudiantes debían usar el correo electrónico; los demás, usar grabaciones de voz. Los receptores de los mensajes de voz identificaron el sarcasmo o falta de este el 73 % de las veces, pero los que recibieron correo electrónico lo identificaron solamente el 56% de las veces.
—En una investigación reciente, los investigadores aquí mencionados descubrieron el lado positivo del sarcasmo: aumentar la creatividad. Los que participan en una conversación sarcástica les va mejor luego en tareas en las que sea importante la creatividad, porque el cerebro tiene que pensar de “de lado” para entender o expresar un comentario sarcástico. Concluyen que no es la primera serie de estudios que demuestran que la creatividad puede ser impulsada por cosas que normalmente se consideran asesinas de la creatividad. Otros investigadores han encontrado que el ruido moderado puede ser una fuente sin explotar de la creatividad. El alcohol también puede ayudar, porque relaja la mente y desenfoca el blanco al cual va dirigido el pensamiento, y esto es importante para el pensamiento creativo.
Momentos de sarcasmo, tomados del libro, El humor, de Antonio Vélez :
Un tejano visitaba el rancho de un primo suyo en Israel. —No me digas que esto es un rancho –dijo. —En el mío, en Texas, puedo partir con el coche por la mañana y no llegar al otro extremo de mis tierras hasta la puesta del sol. El israelí replicó: —Sí, una vez tuve un coche de esos.
El jefe dice: — Este es el cuarto día que usted llega tarde esta semana. ¿Qué conclusión saca de eso?
El empleado: —Que hoy es jueves…
En el palacio presidencial, el mandatario llama a la secretaria y le pregunta: —¿Quién está dando esos gritos tan espantosos?
—Es el canciller, que está hablando con el embajador en Zambia —dice la secretaria.
—Me parece bien, ¿pero no podría usar el teléfono? —responde el presidente.
Diálogo entre un empleado y su jefe:
—Señor, ya llevo varios años con el mismo sueldo de un millón de pesos. Le solicito un aumento. —¿Cómo cuánto sería?
—Siquiera tres millones de pesos.
—Te voy a nombrar subjefe, con doce millones de sueldo; te voy a asignar a una reina de belleza como secretaria privada, y te voy a enviar en un crucero por el Caribe, todo de cuenta de la empresa.
—¡Jefe, usted me está mamando gallo!
— ¿Sí? ¿Pero, quién empezó primero?
—Qué lindo atardecer —dice la suegra moribunda. A lo que contesta el yerno: —No se me distraiga suegrita, concentrada en el túnel, mirando el túnel…
El ginecólogo dice: —Señora, le tengo una buena noticia.
—Señora no, señorita —responde la dama.
—Entonces, señorita, le tengo una mala noticia…
—Padre, me acuso de haberme acostado con Angelina Jolie.
—Hijo, lo absuelvo si me jura que está arrepentido.
Un abogado tomaba el sol en el antejardín, cuando la vecina le pregunta: —¿Qué hace, doctor? —Aquí robándole unos rayitos al sol, responde.
— Como siempre, trabajando a toda hora ¿no? —dice la vecina.
En un bus se lee: “Si timbra más de dos veces seguidas, le encimamos dos cuadras”.
Mark Twain: Puedo decir que los rumores sobre mi muerte son exagerados.
Mark Twain: Perdonen que los llame caballeros, pero es que no los conozco muy bien.
Patrick Murray: Tuve mala suerte con mis dos esposas. La primera me dejó, la segunda no.
Mike Tayson: Es mejor dar que recibir.
Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro.
Trabajar nunca mató a nadie… pero, ¿para qué arriesgarse?
No te dejes vencer por la fuerza de la voluntad.
El doctor Artois era abogado, humilde, hijo de una chocoana y un francés. (Estas tres historias del doctor Artois las contaba el periodista y abogado Alberto Aguirre).
En clase de derecho, el profesor Pombo, un bogotano de familia de alcurnia, hizo la siguiente pregunta a sus estudiantes: “Supongamos que le doctor Artois fuera hijo natural; es solo una suposición… Qué harían ustedes en esta o aquella situación…” Artois estaba sentado en su pupitre y contestó con ironía: “Supongamos profesor Pombo que usted fuera hijo legítimo, es solo una suposición… que haría usted en…”.
En otra ocasión, el doctor Artois llegó tarde a clase a lo cual el profesor Pombo dijo, mientras miraba a los estudiantes de la clase: “Qué pena doctor Artois, tuve que comenzar la clase sin usted…” . Artois le contestó: “No hay ningún problema profesor Pombo; eso sí, ¡que no se vuelva a repetir!”.
Cuando Artois ya era senador, un enemigo político se dirigió a él diciendo: “No, yo no soy como el senador Artois, un hombre de dos caras…”. A lo cual Artois le contestó: “Perdóneme doctor: ¿cree usted que si yo tuviera dos caras, estaría usando esta?”.