En el mundo de la física teórica se acepta la idea de que si se conocen los valores iniciales de las variables que caracterizan un sistema físico, y si además se conocen las ecuaciones que explican cómo estas variables se modifican con el tiempo, entonces se puede saber y calcular el estado de ese sistema en los momentos futuros. Las implicaciones que esto tiene sobre la idea del libre albedrio es importante, pues implica que si no sabemos el futuro del estado de un cuerpo es solo porque carecemos de la información suficiente, pero, de hecho, está determinado. En resumen, el libre albedrío, visto así, sería una mera ilusión.
Libre albedrío es poder decidir entre alternativas, poder cambiar el resultado de un plan, en el camino. Libre albedrío implica libertad y, por tanto, responsabilidad.
Si aceptamos la idea de que lo que existe en el universo, incluyendo nuestro cerebro, está compuesto de átomos (de forma resumida) tenemos que aceptar que todo está sometido a las mismas leyes físicas que actúan sobre estos. Así que los pensamientos, o leer este articulo, son asuntos determinados, o mejor, que están predeterminados desde el principio del universo.
Hoy los físicos creen que con la teoría cuántica se puede explicar lo que ocurre en el universo. El problema es que nadie entiende bien la teoría cuántica, como lo dijo el extraordinario Richard Feynman (todavía hoy, no hay consenso). Pero bueno, una vez más, si se acepta que la biología a nivel molecular está basada en la estructura física de las proteínas, de las moléculas mensajeras y de las moléculas de ADN y ARN, y que todo esto está hecho de átomos, entonces la biología a nivel molecular estará sometida a las mismas leyes: las de la química cuántica. Hoy se ha comprobado que la fotosíntesis de las plantas y la manera como se guardan datos en una memoria USB son procesos ligados a la teoría mencionada.
La química cuántica se basa en la ecuación de onda de Schrödinger (para los que sepan que es una ecuación de onda). Sin explicar lo que no podría explicar, pero siguiendo un simple razonamiento lógico, uno puede entender la pregunta a la que llega George Ellis y que se hacen los físicos: ¿determina la ecuación de Schrödinger, junto con el estado inicial de la función de onda que describe todo lo que existía en el universo temprano, todo lo que pienso hoy porque determina los estados de todas las biomoléculas en mi cuerpo? (George Ellis, From Chaos to Free Will, AEON)
Ecuación de Shrödinger
A este universo determinado responden algunos biólogos moleculares, como Stuart Hameroff, —reconociendo que la conciencia sigue siendo un misterio— creyendo firmemente en que el libre albedrío tiene que existir, puesto que existe un cerebro que ha evolucionado para decidir y si no hubiera nada que decidir porque todo está determinado, no habría razón de su existencia. Esta habilidad de decidir sería innecesaria.
George Ellis cree que los resultados a los que se puede llegar en una situación dada no dependen únicamente de las ecuaciones sumadas a las condiciones iniciales, sino que dependen también de las restricciones a las que se ve sometida la situación. Si me tiro del cuarto piso de un edificio me voy a estrellar contra el suelo, pero esto no va a ocurrir si me tiro amarrada a las cuerdas de un bungy jumping. En este último caso, me quedaré bamboleando sin alcanzar el suelo. Si la cuerda se rompe, otro será el desenlace, pues la rotura removerá las condiciones previas. Así que cuando las restricciones varían, los resultados no estarán determinados por las condiciones iniciales; dependerán de la forma en que las restricciones cambien con el tiempo.
El matemático Roger Penrose y el biólogo Stuart Hameroff creen que la biología cuántica puede salvar la idea de que sí existe libre albedrío consciente. Juntos lanzaron una teoría: Penrose-Hameroff “Orch OR”. En esta, los momentos en los que se toman decisiones conscientemente se identifican con “reducciones de un estado cuántico en los microtúbulos dentro de las neuronas”. Y sugieren “que las reducciones de estado cuántico en Orch OR pueden enviar información cuántica hacia atrás en el (lo que percibimos como) tiempo, del orden de cientos de milisegundos. Lo que permite que la conciencia regule los disparos axonales y las acciones de comportamiento en tiempo real, cuando se siente que la elección consciente ocurre (y realmente ocurre), rescatando así la conciencia de ser necesariamente una ilusión epifenoménica.”
El universo mecánico de Newton y de Leibniz no tiene espacio para el libre albedrio. Quizá la mecánica cuántica sí pueda responder por el libre albedrio, ya que sigue sido una teoría en la que no hay una posición consistente para observar y explicar el universo. Existe una puerta abierta, que es gigante, con muchas incógnitas, y, a lo mejor, la solución a este problema se encuentre allí. En realidad, ni los físicos ni los biólogos ni los filósofos saben si existe o no el libre albedrío; además, es posible que la pregunta misma no tenga sentido o esté mal formulada.
Todo parece indicar que no existe el libre albedrío y uno aquí aguantándose las ganas de comerse un pedazo de torta.
Fuente de citas
How quantum brain biology can rescue conscious free will. Por Stuartt Hameroff.
Libre albedrío en Investigación y ciencia
George Ellis, From Chaos to Free Will, AEON, june 2020
El experimento de Libet es muy famoso en esta historia del libre albedrio. Para quienes deseen conocerlo, he aquí un fragmento sobre un experimento sobre este experimento, tomado de De Investigación y ciencia, “El libre albedrio es cosa del cerebro, y puede ser manipulado.” Julio Rodriguez.
Según lo expuesto en un reciente artículo publicado en la revista Psychological Science, el leer un pequeño artículo que defiende que “el libre albedrío es una ilusión del cerebro” causa un cambio en la manera de operar del propio cerebro. En concreto, el trabajo de investigación argumenta que el inducir descrédito en el libre albedrío altera la correlación entre la acción y la activación preconsciente de la corteza motora.
El autor del trabajo tomó a 30 voluntarios y los dividió en dos grupos al azar: Uno de los grupos tenía que leer un pasaje del genial libro de Francis Crick “La búsqueda científica del alma”, en el que se defendía fehacientemente la no existencia del libre albedrío argumentando que todas nuestras acciones están determinadas por nuestros genes y por el ambiente; y el otro grupo, que se correspondía con el grupo control, tenía que leer otro pasaje del mismo libro pero que no hacía ninguna referencia –ni positiva ni negativa- al libre albedrío.
Después de la lectura, los voluntarios fueron sometidos a una tarea específica, la Tarea de Libet, mientras eran analizados mediante Electroencefalografía (EEG). La tarea de Libet fue puesta a punto por el famoso neurocientífico Benjamín Libet, y está destinada a demostrar la no existencia del libre albedrío en nuestras decisiones. Básicamente, la tarea consiste en pulsar un botón en el momento que tú prefieras, e indicar, guiándote por un reloj que a su vez está coordinado con otro que posee el experimentador que está observando tu EEG, el momento exacto en el que mentalmente tomaste la decisión.
Lo que Libet encontró analizando los EEG de los participantes en su estudio original es que existe un cambio eléctrico en el cerebro –un voltaje negativo llamado el potencial de disponibilidad– que se activa 2 segundos antes de realizar el movimiento –pulsar el botón-, mientras que la mayoría de los participantes reportan que “deciden conscientemente” realizar el movimiento 200 milisegundos antes de pulsar físicamente el botón. La conclusión que extrajo Libet de este estudio es que nuestro cerebro “decide” realizar el movimiento antes de que nosotros conscientemente lo hagamos, tal y como indica el potencial de disponibilidad.