La gran Barrera de Coral o el Gran Arrecife de Coral es el mayor ecosistema del planeta. Está situado al frente de la costa nororiental de Australia y al sur de Papúa Nueva Guinea y, por su enorme tamaño, 2600 kilómetros, es el único organismo vivo que puede ser visto desde la Luna.
J. E. N. Veron, conocido como John Veron o también Charlie Veron, es uno de los biólogos de la actualidad más expertos en corales y arrecifes. En su último libro (2008 ) Una Barra en el tiempo: la Gran Barrera de Coral desde sus comienzos hasta su final (Harvard University Press), dirigido al público popular, nos alerta sobre la inminente destrucción del Gran Arrecife debido a la descomunal e indefinida producción humana de dióxido de carbono. Para evitar este daño, de proporciones catastróficas, existe un grupo llamado «Iniciativa del Triángulo de Coral «, que espera, con su ambicioso plan, conservar el Gran Arrecife; no obstante, Veron predice que en un plazo de no más de veinte años, el arrecife va a perecer.
Nada hay más hermoso que los arrecifes de coral, son una fantasía visual que nunca, por imaginación que tengamos, podríamos ni soñar. Los arrecifes, con sus corales de las más variadas formas y colores, son el hábitat de ¡una cuarta parte de todas las especies marinas! Son los ecosistema más diversos que existen: albergan peces de todos colores, plantas, erizos, moluscos, tortugas, marsopas, delfines, caballitos de mar, ranas, serpientes y cientos de especies de aves. Ofrecen un espectáculo multisensorial, emocionante en retos para biólogos, geólogos, zoólogos y demás estudiosos de los milagros que se dan en nuestro planeta azul. Los corales, son archivos vivientes que suministran datos sobre la historia de los océanos y la historia climática del planeta. En Colombia tenemos varios arrecifes de coral en el Caribe, en la isla Providencia, en Santa Marta y en otros lugares.
El asunto terrible es que todos están amenazados de extinción. Cambios en el nivel del mar, cambios en las temperaturas, la abundancia de un tipo de estrella de mar cuyo alimento son los corales, llamada corona de espinas (especialmente prolíficas en aguas contaminadas), la influencia humana que modifica la acidez del agua, sus nutrientes y la cantidad de sedimento están causando su desaparición. Los corales son frágiles, lo explica J. E. N. Veron en su otro libro, Los Corales en el espacio y en el tiempo (Corals in Space and Time), y aunque haya grupos haciendo lo posible por protegerlos, las políticas de los gobiernos no son suficientes para controlar la emisión de gases.
La historia que cuentan los arrecifes muestra que las extinciones masivas de corales han tenido su principal causa en la acidificación de las aguas, debida al aumento del gas metano y del dióxido de carbono en la atmósfera; pero, en otras épocas, causada por la erupción de volcanes y el choque de meteoritos con la Tierra. Las grandes extinciones del presente coinciden con el alza en la temperatura de los océanos. La primera gran extinción ocurrió entre 1981 y 1982; la segunda, entre 1997 y 1998 (los espectaculares arrecifes de Indonesia no son más que un esqueleto blanco desde 1990); y la tercera, entre 2001 y 2002; todas de ellas ligadas al fenómeno del Niño, a su vez causado por el calentamiento global. Los corales no soportan el incremento de más de tres grados centígrados por encima de 31 grados, ni resisten el aumento en la cantidad de luz solar. Las algas que viven en el tejido externo del coral, que los proveen de color y alimento a través de la fotosíntesis, bombean oxígeno a su anfitrión, el coral, a niveles tóxicos. El coral debe expeler esta vida simbiótica y si no lo hace muere y se convierte en esqueleto blanco. Los corales son capaces de regenerarse si las aguas vuelven, a tiempo, a su temperatura y calidad, pero la frecuencia a la cual aumenta la temperatura del agua en este momento no les permite recuperarse, y esto hace pensar que los daños serán irreversibles.
Los niveles de dióxido de carbono que estamos produciendo y soltando a la atmosfera no tiene precedentes en la historia humana, y es el exceso lo que acidifica los océanos. Los corales se están disolviendo en el ácido, y ahí no para todo, la proporción de fitoplancton, base de la cadena alimentaria de los ecosistemas acuáticos, está disminuyendo velozmente debido a la misma causa.
Las políticas se mueven con la convicción de que los océanos son indestructibles, y no lo son, tampoco son fuente inagotable de proteínas, y aun así la pesca sigue siendo feroz e indiscriminada, como lo es la basura y los químicos que se vierten a las aguas cada día.
Detrás del calentamiento global, ya innegable, hay una razón, que no solo incluye las políticas ignorantes, sino otra más poderosa, la superproducción de humanos, la superpoblación. Mientras aumentemos en la proporción en que lo estamos haciendo, habrá pocas esperanzas de dejarles un planeta vivo a nuestros nietos. Los políticos nunca lo mencionan pues es una especie de suicidio político, pero es la verdad y es lo que ocurrirá.