Somos tan malos observadores, que por serlo repetimos falacias sin cesar. Tan común oír a los peluqueros y estilistas decir: el pelo hay que cortarlo, podarlo, para que salga más sano y fuerte, como las plantas. Tan común oír a las mamás aconsejando a sus hijas no afeitarse las piernas desde muy jóvenes, pues el pelo les saldrá mucho más grueso en el futuro. Otra falacia se relaciona con los productos para la caída del pelo, que de existir, de funcionar, no encontraríamos tanto calvo en este mundo.
El pelo es un filamento de proteína que crece a partir de un folículo. Cada fibra de pelo se compone de tres capas: la más externa llamada cutícula, consta de células planas que parecen escamas superpuestas; la corteza, en el medio, se compone de unidades de queratina que dan forma de varilla al pelo, contiene además la melanina que les da su color. La médula se encuentra en el centro. En los pelos lisos, el filamento es un cilindro perfecto, en los crespos, el cilindro se aplana en ciertos fragmentos dando como corte trasversal un óvalo. La única parte viva del pelo se encuentra en el folículo, dentro de bulbo; una vez sale de allí, las células ya están muertas.
Es imposible alimentar el pelo desde afuera; no obstante, su apariencia se puede mejorar: las células muertas no están en la capacidad de absorber los ungüentos que usemos, no pueden absorber ni aceites ni humedad, pero sí pueden perder sus aceites y humedad naturales cuando las escamas se abren. La estructura del pelo se puede dañar, esas fibras poseen una elasticidad y humedad propias que pueden destruirse. Los químicos que se utilizan para aclararlo abren las escamas y vuelven el pelo frágil, también los productos para teñirlo, y sobre todo los que se usan para hacer las permanentes. Las puntas del pelo se terminan abriendo en eso que llamamos horquillas, son las escamas que se han abierto, y no hay tratamiento que devuelva el pelo a su estado inicial. El único remedio para este mal es cortar las puntas.
Cada pelo posee sus instrucciones que determinan el período de crecimiento y la longitud que puede alcanzar. Si no lo extraemos, cada pelo durará pegado al folículo unos años específicos, entre dos y siete, si se trata del cabello, y crecerá centímetros y a veces metros (se ha reportado hasta dos metros en algunas mujeres chinas y solo algunos centímetros entre los Dinkas del Sudán) dependiendo de la genética. En cada persona el largo al que puede llegar el cabello es diferente, y así mismo ocurre con los pelos del cuerpo. Algunas personas poseen pelos largos en las cejas, en otros, los pelos de las cejas pueden ser muy cortos. El pelo sale, crece y cuando completa su ciclo sufre una muerte celular programada (apoptosis), y el folículo entra en una fase de reposo durante la cual el cabello se cae. Así que, en ciertas épocas de la vida, tenemos más folículos activos, y en otras, menos; pero siempre alrededor del 80 o el 90 por ciento se encuentran en la fase activa. La cantidad de pelo en la cabeza y en el cuerpo varía, no solo en cada individuo, sino también durante las distintas etapas de vida. El ciclo más común para el cabello es de aproximadamente siete años. No nos quedamos calvos cada siete años, pues los distintos folículos de la cabeza se encuentran en distintas etapas.
La cantidad de pelo varía según la edad. La mayoría de los hombres pierden mucho pelo de la cabeza después de los 35 años. Las mujeres también, después de los cincuenta, pero es menos dramático. Perder pelo en la madurez tanto para los hombres como para las mujeres se considera normal, no es síntoma de ninguna enfermedad. Algunos pelos del cuerpo, en cambio, los más mal situados aumentan en densidad y grosor con los años: bigote y barbilla en las mujeres, y orejas, nariz, espalda y cejas en los hombres. El pelo es un marcador de edad, no solo porque se pone blanco cuando se ha dejado de producir melanina, sino también porque escasea y su distribución cambia con los años. Mire el lector a sus cantantes predilectos en Youtube, si es que se los puede ver filmados al menos en tres décadas de la vida, y note como la melanina y la densidad se modifican con la vejez.
Así que:
No importa qué peluquero le corte el pelo, no hay mano buena y mano mala, hay quien sabe cortarlo mejor, pero el corte en sí mismo, ni la tijera ni el procedimiento, ni el ciclo lunar, pueden cambiar la estructura del pelo.
A las plantas conviene podarlas, pues los nutrientes que van de la raíz a las hojas tendrán menos lugares que alimentar. En el pelo no ocurre esto, pues no hay nutrientes que salgan del folículo y vayan a la punta del pelo. A las células muertas no les llega alimento de adentro ni de afuera.
No hay productos que verdaderamente hidraten el pelo, pues las células muertas no absorben alimentos ni vitaminas. La calidad del pelo depende de la salud y la alimentación: una vez ha salido, bello o feo, ya está muerto.
Rasúrese las piernas las veces que quiera, por más que lo haga no le saldrá un solo pelo que no esté codificado en su material genético, y los pelos tampoco pueden variar en su densidad, grosor o longitud por más que se los corte.
Joven, aféitese el bigote que con seguridad el vello va a aumentar, pero no debido a la afeitada sino el aumento natural de testosterona y su efecto sobre el vello.
Arrancar con cera el pelo puede, después de muchas repeticiones, debilitar el folículo, pues al arrancar el vello el folículo sufre un trauma, y después de muchos traumas puede dejar de salir o salir debilitado. Sin arrancar los pelos del cuerpo, en algunas partes, se van debilitando con los años, con la vejez. La piernipeluda deja de serlo cuando las hormonas dejan de estar en su furor. A muchas mujeres se les caen los pelos de las axilas y del pubis, con el paso de los años, sin haberlos arrancado nunca.
El minoxidil es el único producto reconocido por las compañías farmacéuticas que puede ejercer moderada acción en evitar la caída del cabello o en mejorar su apariencia. No se sabe cómo funciona y parece que en algunos casos sí actúa.