Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

¿Existió Jesús, o fue solo un personaje mitológico?

Dos artículos recientes, que han tenido mucho éxito en internet, se oponen en sus ideas sobre la existencia de Jesús de Nazaret. El primero apareció en The Guardian, escrito por el Dr. Simon Gathercole, y argumenta que hay evidencia convincente sobre la existencia de Jesús. El segundo apareció en Raw Story, escrito por Valerie Tarico, argumenta que las evidencias sobre su existencia son muy débiles.

Gathercole asegura que hubo muchísimos profetas en la misma época de Jesús y que las epístolas de San Pablo fueron escritas solo 25 años después de su muerte; poco tiempo, lo cual permite recordar y guardar en la memoria muchos detalles. Los evangelios del nuevo testamento fueron escritos, se cree,  40 años después de la muerte de Jesús, y las descripciones en los escritos concuerdan  con la cultura y la geografía de la Palestina del primer siglo. En los escritos de Josefo, Plinio y Tácito se menciona a Jesús. Estas menciones son evidencias sólidas, y el que haya consistencia en el registro histórico es también un criterio importante.

Para Tarico, en cambio, los estudios sobre la persona de Jesús muestran versiones contradictorias. En unos, Jesús aparece como un predicador, en otros, como un fanático, o un profeta apocalíptico, o un hereje esenio, o un simpatizante romano. Cada erudito en el tema dice saber quién fue Jesús, y tiene una versión distinta de él. No hay una versión común que converja al cristianismo primitivo y a su fundador.  Además, los evangelios, conocidos como Los cuatro evangelios, fueron seleccionados entre muchos que hubo, y sus afirmaciones son conflictivas. Fueron siglos después de que Jesús desapareciera que la Iglesia Cristiana decidió a cuales denominaría sus libros “canónicos”. Por otro lado, sobre  ninguno de los cuatro evangelios se puede afirmar que hayan sido escritos por testigos oculares. Originalmente, los cuatro evangelios fueron escritos anónimamente. Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron nombres puestos mucho después.

Tarico asegura que los cuatro evangelios que conocemos en la actualidad son ediciones adaptadas de evangelios más antiguos, cuyos desconocidos editores ampliaron las historias y las trasformaron. Para Tarico, vale la pena señalar que el evangelio según san Marcos presenta un Jesús más falible, humano y sin adornos. Según este, no se puede descartar que el personaje sea de ficción pues, todos los evangelios tienen anacronismos y errores; revelan que fueron escritos mucho tiempo después de los eventos que describen, y probablemente, desde lugares apartados de donde la historia ocurrió. Las contradicciones que muestran no son superfluas, son cruciales, según Tarico. Si se estudian los documentos históricos relacionados con Jesús y el Cristianismo temprano se encuentran varias historias que entran en conflicto, múltiples falsificaciones, muchas ediciones, escasas referencias históricas y ni una prueba.

Tarico encuentra otro argumento importante para dudar de la realidad del personaje de Jesús, y es el hecho de que los elementos básicos de la mitología cristiana ya hubieran existido en esa misma parte del mundo, y de hecho, durante siglos. Da como ejemplo a Osiris y Mitra, pues fueron concebidos milagrosamente, de la misma manera que Jesús; además, eran también mitad hombres y mitad hijos de Dios, y también eran salvadores, y para salvar tuvieron que hacer un sacrificio extremo. El mito del salvador ya se había dado varias veces, no es original. Hijos de vírgenes han sido Perseo, Aquiles, Heracles, Dionisios. Por otra parte, la idea de la resurrección ya se había inventado. A Osiris, su hermano lo partió en catorce pedazos que luego Isis, su mujer, volvió a unir, para dar vida. Existe un episodio pagano muy anterior al de Judas entregando a Jesús con un beso. El hijo del rey David, Absalom, lo traiciona con un beso y lo entrega a los enemigos. Por eso, en el evangelio según san Marcos, Jesús es retratado como el rey Davídico.

Que el profeta llamado Jesús haya existido no se sabe, pero sí se sabe que las historias sobre su vida no son confiables. Muchas de estas, de otros profetas, se pudieron haber fusionado en una, lo que ha ocurrido otras veces. El rastro de la realidad es imposible de probar, así que la gente puede creer en estas historias por fe, pero no porque haya buenas razones para hacerlo. Los que miran fríamente los evangelios, no los cuatro, sino muchos de los que fueron escritos, ven en ellos una obra de ficción, llena de contradicciones, una obra que recoge las mitologías más populares de la época. La elección posterior sobre cuáles evangelios dejar dependió de la selección de personas en las que no hay buenas razones para confiar. El hecho de que no haya un cuerpo consistente ni coherente en los evangelios muestra que las decisiones de esas personas fueron arbitrarias.

Trate el lector de reconstruir la historia de uno de sus abuelos y puede ver lo complicado que resulta. Las biografías son inventadas en muy buena medida. Lo que la gente cuenta de sus vidas es impreciso. Casi nunca coinciden los recuerdos de los testigos oculares de una escena, porque la memoria es muy vulnerable y corruptible. Se le atribuyen poemas a Borges que él nunca escribió y frases a García Márquez, a Neil Armstrong y a Mark Twain que nunca fueron dichas por ellos, y así ocurre, todavía. No importa que tengamos email, fotografías y registros escritos notariales de todo tipo, el mundo sigue inundado de historias mentirosas. De hace 2000 años es casi un milagro que algo confiable se pueda recuperar.

Las personas hacen una correlación entre éxito y verdad. El hecho de que la historia de Jesús haya tenido 2000 años de éxito hace pensar a la gente que es motivo suficiente para ser verdadera, pero no lo es necesariamente. Nos parece que la sobrevivencia de las religiones es algo inevitable y no algo accidental. Nadie da valor al papel del azar en esto, pero hoy sobreviven 4200 religiones en el mundo, aproximadamente, y como dice Richard Dawkins: “Todos somos ateos de los dioses de todas las religiones menos de una, en la que creemos”. Tenemos que preguntarnos: ¿Algo es cierto solo porque ha tenido éxito? ¿Son más verdaderas las religiones que cuentan con más fieles o deberán serlo por el hecho ser más antiguas? ¿No serán circunstancias históricas afortunadas las que llevan a algunas de estas religiones a permanecer y a convencer? Ya sabemos que, en general, la gente no se convierte a una religión cuando es adulta; no, a la gente hay que formarla desde que nace para que crea en la religión en que creen sus padres; un asunto importante que debe ser considerado en este juicio.

Sobre citas falsas en: https://www.nytimes.com/2017/04/26/books/famous-misquotations.html

 

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