Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

El repentino origen del arte

Hacha de piedra con 1.7 millones de años

Las manifestaciones artísticas son un fenómeno muy reciente. Desde hace 200.000 existe la especie Homo sapiens, poseedora de un cerebro grande y complejo; sin embargo, para llegar a la explosión de creatividad artística que poseemos tuvieron que trascurrir 160.000 años, ¿por qué? No lo sabemos, pero esto es lo que piensan algunos investigadores: el origen de la capacidad artística se debió a varios factores, un cerebro grande, un cerebro complejo, selección sexual a favor de aquellos que hacen cultura y la capacidad de manejar símbolos. 

La selección natural y la sexual favorecieron el crecimiento del cerebro en la especie Homo. El linaje humano apareció en África hace 6 millones de años; hace dos, los homínidos caminaban como nosotros, pero su cerebro era pequeño. Los australopitecos poseían un cerebro de 450 centímetros cúbicos, muy parecido en tamaño al de un chimpancé. Hace 1.6 millones de años, en el Homo erectus, este ya se había duplicado, alcanzaba los 900 centímetros cúbicos; y hace 100.000 años, en el Homo Sapiens, se volvió a duplicar, hasta alcanzar unos 1.300 centímetros cúbicos.

La selección sexual favoreció a los hábiles, capaces de manipular el fuego, buscar abrigo, trasmitir conocimientos y fabricar herramientas. Las hembras preferían a los machos que mostraban estas habilidades, pues son ventajosas. Sus elecciones propagaron esos genes, que en últimas posibilitan la creación de cultura. Entre más avanzada la cultura, más presión selectiva sobre los hábiles; así se dio la coevolución entre genes y cultura.

Otro factor que propició el aumento de la inteligencia fue el clima. Las dramáticas oscilaciones climáticas durante la Edad de hielo se consideran un factor determinante de selección. Hace 1.4 millones de años el clima era perverso, iba de estaciones cálidas y áridas a estaciones intensamente frías, ante las cuales los homínidos tuvieron que reaccionar rápidamente para sobrevivir.

Es importante señalar que el invento más antiguo y extraordinario (muy anterior al hombre), que da muestra de una mente inteligente, fue el hacha de piedra. Se utilizó durante 1.6 millones de años sin sufrir ninguna modificación. Es curioso, los encuentros arqueológicos de cultura material muestran que la innovación fue un fenómeno bastante raro y esporádico.

El homo sapiens surgió hace 200.000 años y el objeto más antiguo conocido, que presenta marcas simbólicas, tiene 77.000 años. Además de este, los arqueólogos han encontrado otras muestras de cultura material. Un grupo de la universidad de Witwatersrand descubrió, en las cuevas de Sibudu, en Suráfrica, que los habitantes de hace 77.000 años seleccionaban, para hacer sus camas, hojas de unas plantas que repelen los insectos. Además, se dieron cuenta de que estos mismos individuos conocían tecnologías para hacer pegantes, que utilizaban para unir partes de las herramientas; eran alquimistas también. En otras cavernas de Suráfrica se han encontrado piezas gravadas y luego entintadas con ocre, pedazos de huesos con incrustaciones de conchas, y objetos que parecen estar relacionados con diseños de vestidos, datados con una antigüedad de 70.000 años. Los arqueólogos siempre han considerado que el uso de símbolos es el indicador más importante de la cognición humana, incluso porque da testimonio de la capacidad de lenguaje, una característica desarrolladísima en el Homo sapiens.

objeto con 70.000 años

Sin embargo, aunque el Homo sapiens contara con un lenguaje, la explosión creativa no llegó hasta mucho más adelante. De hace 40.000 años son los dibujos y pinturas de las cavernas, los collares y demás adornos y un variado lujo de herramientas. Otras hipótesis explican esta demora: cambios en la estructura del cerebro y crecimiento de la población.

El cerebro no solo creció tremendamente sino que también se reorganizó durante la evolución homínida. Hubo un crecimiento de la corteza frontal, la encargada de orquestar el comportamiento y dirigirlo hacia metas específicas. No solo aumentaron el número de neuronas, sino que también se volvió más compleja la interconexión entre estas. La memoria creció, así como la capacidad de hacer asociaciones libres: combinaciones con la información guardada. El cerebro creativo explora muchas posibilidades, no importa lo absurdas o locas que sean, y encuentra novedades. La asociación libre es mayor en un cerebro grande y muy bien interconectado.

El cerebro humano se mueve entre la capacidad de análisis y la capacidad asociativa, y para pasar de una forma de pensamiento a otra se necesita un cableado especial. La adquisición del lenguaje permite representar el mundo por medio de palabras y de imágenes simbólicas que recombinamos en la mente, y así quedamos capacitados para hacer más versiones posibles de la misma realidad; jugamos mentalmente con lo que es y con lo que podría ser, y ese juego genera cultura.

Por otro lado, el tamaño de los grupos humanos fue aumentando, y ese aumento favoreció la propagación de conocimientos. Los humanos estamos todo el tiempo intercambiando información, por tanto las buenas ideas no surgen solamente de un cerebro inteligente, sino de varios que comparten conocimientos. Se ha comprobado que existe una correlación entre un cierto tamaño mínimo de una sociedad y la explosión cultural. Así que hace 40.000 años los grupos humanos alcanzaron el tamaño que permitió esa explosión de creatividad que encontramos en distintas partes del Globo simultáneamente: en Europa, en Asia y en África. Ya decía la investigadora y arqueóloga Fiona Coward, de la la Royal Holloway University of London: “Las innovaciones culturales para esparcirse necesitan unas condiciones sociales particulares, más notablement, grandes poblaciones conectadas, de manera que unas puedan ´infectar´ las otras”.

The origins of creativity, By Heather Pringle, Scientific American March 2013 pag 43

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