Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Definir el acoso y la agresión sexual. Por la campaña: YO TAMBIÉN

Algunos escándalos sirven de acicate para redefinir, aclarar un concepto y lograr un cambio social. A raíz de lo sucedido con Harvey Weinstein, la actriz Alyssa Milano comenzó la campaña: YO TAMBIÉN, en la que cada mujer escribe, en su red social, si ha sido víctima de algún tipo de acoso sexual. La actriz apuesta a que a la mayoría de mujeres han sido víctimas.

Las definiciones son casi siempre muy claras en un punto y difusas en otro. Delimitar el concepto de acoso sexual es fácil cuando se toman casos como el acaba de proporcionar Weinstein; más difícil es cuando algunas mujeres meten dentro del mismo costal los piropos callejeros o una mano puesta sobre el hombro.

Límites claros

Pedir un favor sexual o invitar física o verbalmente a actos de tipo sexual, cuando el aludido depende, ya sea por su empleo o por su situación escolar o académica, del invitador.

Amedrentar, exigiendo un favor sexual en contra de la voluntad del otro, utilizando como arma el temor a perder algún tipo de privilegio al cual se tiene derecho. Muchas veces, el consentimiento surge del temor a las represalias, a la hostilidad, al rechazo o cambio de estatus en el lugar donde se estudia, trabaja u opera.

Todo abuso de autoridad (ya sea que provenga de sacerdotes, gurúes, superiores, maestros, rectores…) que ejerzan algún tipo de presión sexual se puede tomar como acoso; así como la promesa de trato preferencial o amparos a cambio de favores sexuales. El acoso sexual se podría definir como todo acto que involucre la sexualidad, o que sea indeseable y que se ejerza en una situación de poder, que tenga consecuencias sobre los beneficios y derechos del implicado, ya sean sicológicas o materiales.

Todo acto donde uno se ha sido tratado como objeto de complacencia sexual por otro que está en situación de poder o autoridad; y a veces, aunque no esté en situación de poder. También existe abuso sexual que se limita a lo verbal o a lo visual. O el tema morboso al que te somete una persona, creando una situación incómoda o con el objetivo de escandalizarte. Y el exhibicionista que se masturba para ser visto, o que muestra sus órganos sexuales en un lugar y situación inesperados.

Existe el abuso por aprovechamiento de una situación. Se da cuando el otro te obliga a un roce o presión indeseada contra el cuerpo de uno; común en los espacios públicos, como el Metro, donde el desgraciado aprovecha el tumulto para apretar, tocar o restregarse contra el cuerpo de su víctima.

Límites difusos

Aspectos importantes que oscurecen la situación son aquellos que implican la participación activa del ofendido, ya que este puede mostrar reciprocidad o alentar avances que en realidad no deseaba. Las mujeres, en mayoría, hemos sufrido alguna modalidad de acoso sexual de las aquí descritas, lo cual no excluye que los hombres también, en menor cuantía, pueden ser acosados sexualmente, o engañados sexualmente, para luego ser acusados de abuso sexual (dos buenos casos se plantean en: la película La vida de David Gale, y en la extraordinaria novela Desgracia, de J. M. Coetzee). Los actos humanos se presentan en todas las modalidades. Estos movimientos son necesarios, importantes, pero deben considerar todas las posibles variantes y no convertirse en “cacería de brujas”. Recordemos que para juzgar una situación se necesita tener conocimiento de los detalles y hay que oír a los dos involucrados.

La parte débil de estos movimientos es cuando se llevan a un extremo: como el de considerar que un piropo callejero es un acoso verbal, o pensar que lo es un pellizco en el cachete, o una mano sobre el brazo, sobre el hombro o sobre la mano, un abrazo, un beso en la mejilla, me refiero a una expresión de afecto entre amigos o colegas. Sería muy triste que llegáramos a vivir en un mundo donde el contacto físico es mal visto, donde las palabras de afecto se vuelvan material de estudio, donde todos nos sentimos amenazados por actos inocuos o prevenidos ante un exceso de amabilidad. No todo el mundo tiene la misma inteligencia social para reconocer los límites que impone el otro (todos imponemos distintos límites), y no todo el mundo posee una “marco de distancia” razonable o inteligente; por eso, cierto margen de flexibilidad y de tolerancia son deseables también.

Alrededor del tema, la película The hunt, La caza, explora una posibilidad interesante. Resumen: https://www.youtube.com/watch?v=9Umv4CyxTdg

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