Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Cómo cuidar en casa a un enfermo de coronavirus

Basado en las recomendaciones de John Campell

Se trata de proteger a los sanos, de cuidar al enfermo, de observar la evolución de la enfermedad y de conocer cuáles son las posibles complicaciones.

Cómo proteger a los sanos

Es necesario aislar al enfermo en un cuarto, idealmente, con la puerta cerrada.

El cuarto debe tener ventanas y estas deben permanecer abiertas. La idea es que circule el aire y baje la concentración de virus en el espacio del cuarto. El virus no puede sobrevivir en el aire por mucho tiempo. Recordemos que el virus queda suspendido en el aire cuando el enfermo habla, tose o estornuda. Si al cuarto le entra sol, mejor aún, pues ayuda a matar el virus, y es conveniente para el enfermo tomar algo de sol (sintetizar la vitamina D).

La ropa, las sábanas, las fundas de almohada y las toallas en contacto con el paciente están contaminadas. Se deben lavar con frecuencia en una solución de agua, jabón y límpido. Preferiblemente en agua caliente. No se deben tocar con las manos. Para cambiarlas, es necesario pedirle al enfermo que las ponga en una bolsa plástica, y que cierre la bolsa. Uno debe coger la bolsa con guantes, y abrirla justo en la lavadora o en la ponchera donde va a poner las prendas directamente, allí donde se van a lavar.

Si es posible, el sanitario debe ser usado únicamente por el paciente, pero de no haber más de uno en la casa, los cuidados higiénicos deben ser extremos. El virus está en las heces. Al vaciar el sanitario se debe poner la tapa para que el virus no salga disparado hacia el aire. El virus permanece en las heces algunas semanas después de que el paciente se ha curado. Es recomendable entonces desinfectar el piso, el espejo, el lavamanos, las toallas y el pozuelo del cuarto de baño, tan a menudo como sea posible.

Si en la casa hay limitadas cantidades de mascarillas es preferible dárselas al enfermo. Los habitantes de la casa también deben usar mascarillas, guantes y gafas protectoras. Deben lavarse las manos y la cara muchas veces al día; incluso, tomar una ducha después de entrar al cuarto del enfermo; y, por supuesto, deben quitarse y lavar la ropa que estaban usando en ese momento.

Se deben separar los platos y los cubiertos del enfermo y lavarlos con jabón y agua caliente.

Cuidar al enfermo

Cuando la persona tiene fiebre debe tomar mucho líquido, con el fin de mantener las mucosidades menos densas. Debe orinar con frecuencia y la orina debe verse clara.

Debe comer a voluntad. La enfermedad quita el apetito. Es normal no sentir hambre. Si el enfermo tiene fiebre NO debe tomar medicamentos para bajarla. La fiebre es la única defensa que tenemos para este virus. Si está por debajo de 40° centígrados es mejor aceptarla y no tratar de reducirla con medicamentos. El enfermo debe mantenerse abrigado, si hace frío. En general, debe sentir que la temperatura es confortable. Es mejor que pase casi todo el tiempo que pueda sentado, no acostado. De estar acostado, es mejor que sea boca abajo.

Es importante observar en el enfermo la temperatura, el pulso, la presión arterial y la oxigenación. Ver los valores de referencia y comparar los cambios cada día, y varias veces al día. Si la temperatura sube, si  la presión baja, o si hay un incremento en el pulso, son señales de que la enfermedad está avanzando y el paciente requiere hospitalización. Si es posible, es recomendable conseguir un pulsioxímetro (un dispositivo pequeño que se coloca en un dedo) para medir la oxigenación. Si la saturación es menor del 94%, también es señal de complicaciones, así mismo el que no pueda decir una frase sin interrumpirla para tomar aire. Labios y uñas azulosos son señal de poco oxígeno en la sangre. El enfermo debe respirar entre 12 y 20 veces por minuto; si pasare a 30 veces por minuto es señal de que no está absorbiendo suficiente oxígeno.

Algo fundamental: el paciente curado debe seguir apartado de los sanos durante 15 días, pues el virus todavía está en él y lo puede pasar a otros.

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