Título de la obra, Comediante, autor, Maurizio Cattelan. Último precio pagado en subasta, en Sotheby’s, miércoles 20 de noviembre de 2024: $5.200.000 USD. Materiales: un banano y una cinta pegante gris, tamaño real; intervención del artista, ninguna. Concepto: un banano pegado a la pared.

La pieza de arte,Comediante, fue exhibida en 2019. Cattelan compró tres bananos y pegó uno contra una pared, con un trozo de cinta adhesiva. Dos ediciones de la pieza de arte se vendieron por $ 120.000 USD (480.000.000 pesos) en Art Basel, Miami Beach. La tercera pieza se vendió en $150.000 USD. La cuarta fue la que se remató la semana pasada.

A Cattelan le gusta el humor en el arte.  Ya había expuesto en el 2016 un inodoro bañado en oro de 18 kilates, titulado América. Hoy en inodoro está en museo Guggenheim de New York, y se usa no exactamente para la contemplación, sino para otros menesteres más afanosos.

Comediante es sin duda nada más que un banano pegado a la pared. Miento, es una idea que encierra el concepto de banano pegado a la pared, pero tiene una diferencia con todos los otros bananos que decidamos pegar a la pared: la diferencia es que al autor, Maurizio Cattelan, le permiten y aceptan como arte este juego o idea irreverente. Maurizio Cattelan es un artista amado por los marchantes de arte y por los museos; o sea, es un artista reconocido por el establecimiento.

El galerista Emmanuel Perrotin dice que el trabajo de Cattelan no trata sólo de objetos, sino de cómo los objetos se mueven a través del mundo: “Ya sea que se coloque en la pared de un stand de una feria de arte o en la portada del New York Post, su trabajo nos obliga a cuestionar cómo se le asigna valor a los bienes materiales”.

Aplaudo la imaginación de los galeristas pues siempre encuentran algo muy serio para decir sobre la obra de sus artistas. Por supuesto que todo acto contestatario nos obliga a pensar en el hecho de que tenga una repercusión en los medios y un precio en el mercado, y que haya gente dispuesta desembolsar una suma nada despreciable de dinero por él (y sin ni siquiera un bonito marco). El fenómeno es muy interesante y debería ser estudiado profundamente dentro del tema de los fenómenos del mercado. Qué compra la gente, cuánto paga y por qué lo hace. La sicología humana en este aspecto no ha sido bien estudiada, pero hay datos interesantes que podemos considerar y discutir. Recordemos que el banano se pudre, recordemos que los animales metidos en tanques de formol, como son las obras de arte de Damian Hirst, también se pudren y es necesarios remplazarlos. Estas son obras efímeras. Todas las obras del mundo son efímeras, pues van a desintegrarse con el tiempo, pero definamos efímero como algo que dura un día, una hora, una semana o unos cuantos años. El banano ha tenido compradores; a estos, la galería que les hace la venta les ofrece un nuevo banano con “certificado de autenticidad”. Se pregunta uno, hasta cuándo le reponen el banano al comprador.

No tenemos que preguntarnos si es arte o no. Ya los filósofos de hoy, como Arthur Danto, han dicho que arte es todo lo que el establecimiento defina como tal. Desde principios del siglo 20 se han encumbrado obras con características similares. Todo el mundo sabe cuál es la más famosa, luego sigue La caja de Brillo, de Andy Warhol, y así van resultando, en cada continente, y en cada década, más obras de los artistas de lo insólito.

Si usted es un lego buscará las cualidades que su mente — automáticamente y sin haber sido entrenada— espera encontrar en los objetos artísticos, como que sea de alguna manera especial, o que posea excelencia técnica, o que sea complejo o improbable, o que muestre creatividad, o belleza, o algún estilo, o significado. Hay más, pero dejemos aquí la lista. El caso es que usted no encuentra ninguna cualidad, y esto es incontestable. Ahora, esta obra cuenta con el aval de algún gurú del arte y con la bendición de los medios de comunicación, como revistas, noticieros, videos, Facebook, TikTok, etcétera. Porque los medios hablan de ella, nuestra atención se dirige a ella. Ya pasó la primera prueba: la de obtener nuestra atención. Sin atención la obra simplemente no existiría para el espectador. La segunda prueba es que ya encontró quién pagara por ella. Este aspecto es muy interesante, es quizás el que no ha sido bien estudiado; sin embargo, en el mundo vemos muchos objetos virtuales que adquieren precio y crean mercados y se mueven en el mundo de la venta y de la compra. Se vuelven reales debido al comportamiento de los individuos, como las criptomonedas, como el mismo dinero.  

El problema no está en la realidad, sino en la mente humana. Como dice Yuval Harari: las culturas están ligadas a las narrativas, a las fantasías, y no importa si estas son verdad o no, lo que importa es que la mayoría las crea (las religiones, los dioses). Los seres humanos tendemos a creer que los objetos, o que algunos objetos tienen una esencia. Por eso se vende, y por mucho dinero, el brasier de Marilyn Monroe, por eso se venden por precios astronómicos los incunables, por eso se venden pedazos de papel con la escritura de un escritor famoso, por eso nadie compra o está dispuesto a usar la chaqueta que usaba un asesino que acuchilló a su víctima, aunque haya pasado por la lavandería en seco. Ah, y la copia perfecta no tiene valor; no importa que sea imposible identificarla del original. En el original depositamos toda nuestra confianza. Filosóficamente esto es increíblemente interesante. La discusión, sin embargo, no cambia nuestro cableado interno: ese que le da valor al banano de Cattelan simplemente porque es de Cattelan y porque cuenta con el Certificado de autenticidad (otro papel más).  

Pero oigan, en la república de lo insólito hay más frutas y cáscaras de banano. Hace unos diez años, la artista Adriana Lara mostró una cáscara de plátano en el suelo, como escultura, y el artista Darren Bader ha exhibido frutas y verduras frescas en pedestales. El Museo Whitney puso en escena la obra de frutas, de Bader, y el personal del museo cortaba regularmente los ingredientes para hacer ensaladas de fruta para el público.

Y si a usted se le ocurre una idea similar, con variaciones, digamos pegar una manzana o una naranja de la pared, esté preparado para que nadie de un peso por ella.

Hay más sobre nuestra extraña relación con los objetos. Si te interesa el tema ve a Catrecillo de Blogspot.

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Avatar de Ana Cristina Vélez

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