En la extraña relación que tenemos con los objetos quedaron algunas por mencionar. Dos muy interesantes y parecidas son las de coleccionar y acumular objetos. En ambos casos la persona guarda motones de objetos, pero en el caso del coleccionista, este consigue, busca, compra o intercambia unidades, para aumentar su colección. La colección tiene unas directrices, un estilo, un tipo de objeto y unas metas. Sin los coleccionistas de arte no existirían los museos. En el caso del acumulador, este no persigue nada, este se va sepultando en lo que muchos llamamos basura: tarros, bolsas, periódicos, revistas, frascos, tornillos y cuanta cosa llegue a sus manos.

El acumulador siente angustia al deshacerse de cualquier cosa. El valor de esas cosas no importa, porque el valor es puramente mental, independiente de su valor real. El coleccionista busca el placer al encontrar piezas nuevas. A los acumuladores los estudian los siquiatras, a los coleccionistas no.

El síntoma del acumulador está relacionado con un apego desmedido por los objetos, con la incapacidad de tomar decisiones, con problemas de planificación y organización. El gusto por comprar, que en muchas personas es enfermizo, lleva a la acumulación. En los compradores compulsivos también hay un temor: a estar perdiendo una oportunidad (miedo a que se acabe). El mercado les ofrecerá infinitas y renovadas oportunidades, pero es algo que olvidan cuando les ofrecen una primicia.

Los coleccionistas buscan la aguja de oro en el pajar, los acumuladores acumulan la paja. Las colecciones con el tiempo se vuelven numerosas, pero nunca abarrotadas, pues en el coleccionista hay el deseo de exhibición y reconocimiento de cada una de las piezas.

El acumulamiento empieza en los cajones, luego en el cuarto útil, en el garaje, hasta ocupar literalmente toda la casa. En muchos casos, se ha visto que la persona no puede usar ni la cocina ni el baño ni el garaje ni su habitación. Como en todos los aspectos humanos, la condición puede ir de leve a grave. En algunos casos, se trata de la acumulación repuestos, frascos, botones y cacharros que pueden servir en algún momento para envasar basura o hacer reparaciones, pero en otros casos, la acumulación puede afectar gravemente el funcionamiento diario.

Muchas mujeres compran ropa y accesorios en exceso, compran más de lo que pueden usar, más de lo que necesitan para lucir bien (cantidad y buen gusto no van necesariamente de la mano) y siempre encuentran una justificación. Las ardillas hacen lo mismo con las semillas. Hay una famosa anécdota de la primera dama filipina Imelda Marcos. Cuando tuvo que huir del país, en el Palacio de Malacañán se encontraron más de mil pares de zapatos​. Muchos hombres acumulan dinero, relojes, tierras, autos (como las ardillas acumulan semillas). El sultán de Brunei, Hassanal Bolkiah, se estima que posee alrededor de siete mil autos. Cuánta tierra necesita un hombre es un cuento de León Tolstoi que toca el tema.

Sin duda, la compra acciona en muchas personas lo botones de placer y recompensa. Pero como en todas las características humanas hay grados y excepciones. A otras personas, comprar nos produce remordimiento, nos activa el miedo al derroche, muy molesto, por cierto. Si existe un movimiento llamado el minimalismo es porque hay quienes en el uso óptimo del espacio y de los objetos encuentran un gran sentido de belleza, armonía y paz.

Casi todos poseemos más de lo que necesitamos, pero hay quienes lo controlan mejor. Dicen que todas las posesiones del matemático húngaro Paul Erdős (1913 1996) cabían en una pequeña maleta. Erdős adoraba viajar de una universidad a otra para hablar de matemáticas, con matemáticos. Las posesiones materiales nunca tuvieron valor para él; no solo los corotos, tampoco los premios y otras ganancias que siempre donó a estudiantes necesitados. Otro matemático, Grigori Perelman, fue famoso no solo porque fue galardonado con la medalla Fields —que equivale al Nobel de matemáticas— por resolver la conjetura de Poincaré, sino porque rechazó la medalla y el premio de un millón de dólares, para defender una vida sencilla y alejada de la atención pública.

El consumo de prendas, la moda, está acabando con la Tierra. Debemos ser conscientes de esto. Un articulo al respecto en Catrecillo y un video.

https://americanuestra.com/ana-cristina-velez-la-moda-esta-acabando-con-la-tierra

Video https://vimeo.com/125952936

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