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Felicidades pildorita

Hoy me encuentro en El Heraldo un texto de opinión sobre la píldora anticonceptiva escrito por, quien sospecho es un sacerdote barranquillero, José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

El artículo es a propósito de que la píldora anticonceptiva está cumpliendo 50 años, una pepa que como él bien dice, inauguró un cambio en la vida de la mujer la familia y la maternidad. Bien señala el autor que la píldora permite que la mujer pueda controlar perfectamente su fecundidad, es decir, nos hizo dueñas de nuestros cuerpos, nos permitió decidir cuándo tener hijos y quién sería su padre, con un medio menos inverosímil que la abstinencia o la dependencia de que un man quiera ponerse condón.

Otaolaurruchi dice que “La píldora introdujo serios problemas éticos y morales en la sociedad de los que aún seguimos palpando su alcance y sus consecuencias. La píldora reforzó la cultura antinatalista que ya se venía gestando desde otras perspectivas políticas y económicas; rompió el vínculo entre sexualidad y maternidad, liberando una y sofocando a la otra; hipotecó el vínculo entre sexualidad y amor, pues expuso a la pareja a la práctica sexual sin mayor trascendencia que su uso, privándola del amor que es lo único que dignifica y humaniza el acto sexual; abrió la puerta a la infidelidad conyugal y los hijos comenzaron a encargarse a la carta, siguiendo las normas del consumismo materialista. ¡Felicidades ‘pildorita’!”

Pienso que la píldora no ha introducido problemas éticos o morales que no tuviéramos ya, antes de la píldora había infidelidad y sexo sin amor, al igual que después, pero gracias a la píldora este tipo de acciones no tienen consecuencias que repercutan en la vida de los demás. Sí, la píldora divorció el vinculo entre sexualidad y maternidad, y yo le doy las gracias, porque la sexualidad es necesaria y la maternidad es difícil, y cuando yo tenga hijos quiero que sea porque me siento preparada para ser mamá, no por un arranque de arrechera.

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