En medio de una racha de derrotas, desconexión táctica y apatía visible en el campo, los hinchas de Millonarios decidieron hacer algo inusual: lanzaron sus propios zapatos a la cancha. No fue un acto de vandalismo, sino una metáfora contundente. Un llamado a que los jugadores “se pusieran en los zapatos de la hinchada”, sintieran…
En medio de una racha de derrotas, desconexión táctica y apatía visible en el campo, los hinchas de Millonarios decidieron hacer algo inusual: lanzaron sus propios zapatos a la cancha. No fue un acto de vandalismo, sino una metáfora contundente. Un llamado a que los jugadores “se pusieran en los zapatos de la hinchada”, sintieran la frustración, el amor y la exigencia que viene con portar esa camiseta.
El gesto se volvió viral. Memes, comentarios, análisis tácticos y hasta parodias circularon por redes. Pero más allá del humor, esta protesta merece una lectura más profunda: fue una acción simbólica, creativa y no violenta en un país donde el fútbol suele ser escenario de tragedias.
Colombia ha vivido episodios dolorosos en sus estadios. Según un estudio de la Universidad Central de Bogotá, cada 20 días muere un hincha por disturbios relacionados con el fútbol. En los últimos cinco años, más de 250 personas han perdido la vida por enfrentamientos entre barras bravas, muchas veces armadas con machetes, piedras o armas hechizas.
La violencia en el fútbol no es anecdótica, sino estructural. Las causas son múltiples: intolerancia, falta de pedagogía, ausencia de regulación efectiva y una cultura que normaliza la agresión como forma de expresión.
La acción de los hinchas de Millonarios no solo fue ingeniosa, fue ejemplar. En lugar de recurrir a la violencia, eligieron el símbolo. En vez de romper, propusieron. Y eso, en el contexto colombiano, es profundamente político.
No se trata de que todos los hinchas deban quitarse los zapatos. Se trata de que todos los equipos, barras y aficionados encuentren formas de hacerse sentir sin que la pasión termine en pérdidas humanas o materiales. Que el fútbol sea espacio con cabida a crítica, pero también de creatividad, de catarsis sin sangre.
@castroopina
Un bogotano tratando de entender este maravilloso y país.
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