El presidente de la República, Gustavo Petro, en medio de una de sus tantas intervenciones apareció diciendo que el ataque realizado por el ELN (Ejército de Liberación Nacional) contra una volqueta en Puerto Jordán, Arauca, en el que al menos 2 soldados murieron y otros 25 resultaron heridos, era un cierre ‘con sangre’ de las negociaciones que el Estado adelantaba con ese grupo armado.

Aunque la paz es un derecho, y por lo tanto es un deber del Estado garantizarla, en Colombia todos menos el presidente nos habíamos dado cuenta que desde hace meses la intención del ELN era entretener la opinión pública y las miradas mientras que fortalecían su brazo financiero y armado.

Esto supone ahora un problema muy serio, puesto que la tarea de organizar las Fuerzas Armadas no es de ‘soplar y hacer botellas’. Es necesario verificar las capacidades tácticas y tecnológicas del ejército, fuerza aérea, armada y policía. En este blog no vamos a hablar de eso, pero vale la pena mencionar que este gobierno ha dilatado peligrosamente la decisión de la renovación de la flota super sónica (reemplazo de los KFir), así como la renovación de las Fragatas (Construcción de las Plataformas Estrategicas de Superficie), ambas columnas vertebrales de la defensa y seguridad nacional.

Retomando, así como él fue el único que no se dio cuenta del actuar del ELN, es necesario que el presidente salga de su urna de Cristal, en el que es un líder mundial que vencerá, él solito, al cambio climático, las petroleras y renovará la industria agropecuaria.

Bueno sería que el señor presidente ahora volteara a mirar cada una de las carteras que tiene a su cargo y se empiece a dar cuenta de las fallas en las que se han dejado dar largas y no se han dado soluciones de fondo.

Los casos de corrupción son alarmantes. Mientras el 60% de la población del país se encuentra en la pobreza o en riesgo de caer, no puede pasar que se roben plata en el gobierno que prometió trabajar por los pobres. Se requiere mano dura y agilizar los procedimientos para juzgar a los culpables, recuperar el dinero y entregarlo a quienes si lo necesitan.

La economía del país está en una no oficial recesión. Esto significa que los estímulos tienen que llegar para aumentar la producción, que aumentará el recaudo y que evitaría así una nueva reforma tributaria (aunque la quieran llamar ley de financiamiento). Es necesario hacer un recorte, ser austeros, ajustarse el cinturón y proceder a trabajar con consciencia y evitar que los impuestos hundan a la económica colombiana. Vale la pena decir que la inflación actualmente la está cediendo por la buena gestión del Banco de la República, no por la gestión del gobierno nacional.

En cuanto a las reformas, lo primero que debería hacerse es centrarse en la ejecución de la Reforma Rural. Fue de las primeras logradas, hace parte del mandato del Acuerdo de Paz con las FARC y es parte del plan de gobierno del Presidente, pero parece que al sector Agricultura le da miedo ejecutar. La ciudadanía no va a confiar en las reformas mientras que las que ya han salido no se ejecuten y no demuestren su potencial benéfico.

Y, aunque acá podríamos continuar un buen rato, lo importante es que el Presidente se dé cuenta de estas situaciones al interior de la administración y que no vuelva a pasar que todos sabemos qué está pasando, menos él.

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