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Mala calidad de aire en Bogotá (y Medellín)

Las noticias en Bogotá durante el recién acabado mes de febrero fueron varias. Nos encontramos, como es costumbre, con un sinfín de cosas que pasan en la capital del país del Sagrado Corazón. No obstante, la que más me desconcertó fue la constante de la mala calidad del aire en Bogotá. Específicamente en el sur de la ciudad.

Calidad de aire en Bogotá

Las localidades más afectadas fueron las de Bosa, Ciudad Bolívar, Kennedy y Puente Aranda. La afectación fue tan grave que el 16 de Febrero se publicó en El Espectador que: «en Carvajal-Sevillana se respira el peor aire de Colombia».

En estas 4 zonas viven más de 2.5 millones de personas, lo que representa alrededor del 25% de la población de Bogotá, o el 5% de la población del país. Con estas cifras resulta ser una noticia alarmante no solo para el distrito, sino para toda la nación.

No obstante, a pesar que este problema afecta a una gran cantidad de personas, aún no tiene una connotación nacional, el gobierno del presidente Duque hace caso omiso a este tipo de problemáticas, mientras que la recién llegada alcaldesa hizo lo que parecía más lógico: erradicar la mayor fuente de dicha contaminación.

Los buses y camiones más antiguos son los mayores causantes de la constante contaminación del aire de Bogotá. Eso es una realidad irrefutable, por ello la alcaldesa les prohibió su circulación y además empezó a trabajar una política de renovación y cambio de dichos vehículos.

La decisión fue en realidad desacertada, al igual que todas las legislaciones prohibicionistas y no reguladoras (Ya lo traté la semana pasada en «Pereza»). Con el pasar de los días la calidad del aire mejoró, pero no lo suficiente. Además, ocurrió lo obvio, los conductores se manifestaron y generaron en algunos puntos congestiones
y problemas de movilidad.

Calidad del aire en Bogotá

Para aquellos que vivimos en la zona afectada, y trabajamos en la zona del «Sevillana-Carvajal», sabemos de primera mano el funcionamiento de la industria y la producción en el sector. Los camiones y buses son solo «la punta del iceberg». Las empresas (Que en su mayoría son micro y pequeñas empresas) trabajan con maquinaria adaptada y creada de manera artesanal, que no cuentan con estándares mínimos de producción o con topes de generación de contaminación.

La renovación no debe estar enfocada en el mayor de los males, sino en general en todo el proceso. Estos camiones hacen parte de la cadena de producción de estos miles de empresas que con valor y empuje hacen crecer la economía del país. El plan debe ser liderado, no por la Alcaldía de Bogotá sino por una Alianza gubernamental nacional entre el Ministerio de la Ciencia y el Ministerio de Comercio.

Esta alianza que propongo debe estar enfocada en la productividad de las empresas más pequeñas, las que tienen menor margen de utilidad, y au vez son las que normalmente recurren a prácticas ambientalmente insostenibles, y desde allí construir redes de valor, procesos y productos que cada vez generen menor contaminación.

Costará miles de millones, o incluso algunos billones, pero es imperativo que el país inicie un proceso de renovación industrial como la que vivió de la mano de los ex presidentes Rafael Reyes o Enrique Olaya Herrera, quienes en medio de la crisis cafetera de los años 1910 y la gran crisis del 1929 modificaron el agro y la industria del país apostándole a la renovación a través de grandes inversiones e incentivos desde el sector público.

Este plan de renovación nos permitirá abrir las puertas al mundo. Es inconcebible que mientras el mayor productor del mundo (China) trabaja a media marcha por el Covid-19, un país en vía de industrialización no pueda ser un centro de producción para el resto del mundo.

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