En medio del muy particular remesón que tuvo el gabinete ministerial y directivo del presidente Gustavo Petro, la salida de Iván Velásquez como ministro de defensa nacional llegó tarde. La compleja situación de orden público y seguridad que actualmente el país es producto de una administración pobre, poco proactiva y dedicada a una agenda fuera de lo tradicional que terminó con un resultado nefasto para el país.

El saliente ministro de defensa, Iván Velásquez.

Su reemplazo será -es- el brigadier general Pedro Sánchez, miembro activo -hasta su momento- de las Fuerza Aeroespacial. Un nombramiento que rompe la tradición que marcaba a un civil como jefe de la cartera de defensa. Acerca de este nombramiento se ha dado un debate muy fuerte sobre qué deben hacer los generales de mayor rango que él y sobre la forma en la que se podría llegar a darse el posicionamiento del General Sánchez. También hay mucho por hablar sobre la cúpula de las fuerzas armadas. La Policía Nacional, por poner un ejemplo, inició su reestructuración la semana pasada al cambiar varios nombres importantes en su dirigencia.

Sin embargo, este espacio no busca alargar la conversación que ya se está dando sobre la delicada situación de seguridad nacional que se vive en cada rincón del país. Más bien quiero traer al debate otros temas que el nuevo ministro deberá tener en cuenta en su agenda, porque su importancia empieza a ser mucho más relevante de lo que se cree y no se está abordando de la manera que debería.

Más allá de la seguridad en las regiones y la contención de los cultivos ilícitos, la cartera de defensa debería centrar su preocupación en la renovación del ala aérea supersónica de la Fuerza Aeroespacial. Actualmente Colombia cuenta con 22 unidades K-Fir, de las cuales funcionales son solo 3. Si bien se firmó un contrato por 7 millones de dólares (con el gobierno y empresas israelíes a las que el gobierno Petro les cerró la puerta), los aviones ya son obsoletos y su funcionamiento es más costoso que su recambio. La opción de compra de los F16 (Aviones estadounidenses) se ve lejana después del rifirrafe que hubo entre Petro y Trump, lo cuál da una buena luz a la compra de los Saab Gripen (que por mucho es la mejor opción para Colombia). Ojalá que Sánchez al venir del arma aérea de la prioridad que se merece a este tema.

Desde inicios del 2024 la disponibilidad del ala supersónica de la FAC se ha visto gravemente reducida por la falta de suministros y por los mantenimientos y sus costos.

Al igual que en los aires, la actualización de las unidades de superficie de la fuerza naval de la Armada empieza a ser una tarea crucial para la defensa nacional. Las fragatas FS1500, clase Almirante Padilla, con más de 40 años a cuestas tienen el final de su vida útil muy cercano. Aunque sigan siendo actualizadas y reparadas por COTECMAR, el proyecto de las Plataformas Estratégicas de Superficie – PES es el futuro de la Armada y como tal debe adelantarse con celeridad. Bueno sería que el mismo COTECMAR fuera quien fabrique las próximas fragatas, pero eso hace parte del debate pendiente en materia de defensa.

Las fragatas de la Clase Almirante Padilla tienen más de 40 años en servicio y sus actualizaciones ya no son suficientes para poder hacer frente a las nuevas características de los conflictos.

En otros temas, la aplicación del Código Nacional de Seguridad y Convivencia sigue siendo un reto en todo el país. Es apremiante que se encuentren las herramientas pedagógicas y coercitivas para que la ciudadanía, sin falta alguna, se apropie de la normativa vigente de seguridad y convivencia. En Colombia, 7 personas mueren al día en riñas y unas 1.500 resultan lesionadas o heridas. Es imperativo encontrar caminos que permitan que la cultura cívica vuelva a ser la guía de la cotidianidad en Colombia.

Finalmente, y no menos importante, el Ministerio de la Defensa ha pospuesto por años -ya casi décadas- la actualización del decreto 356 de 1994 sobre la vigilancia y seguridad privada. Este es un sector que al año mueve, por lo menos 12 billones de pesos, que se puede potenciar para el mejoramiento del empleo y la inversión en Colombia. Pero, sobre todo, es un sector estratégico que puede aportar a solventar la situación de seguridad en algunas regiones del país a través de alianzas público-privada, la transferencia de conocimiento o el uso de nuevas tecnologías.

En todo caso, la agenda que dejó pendiente el saliente ministro Velásquez puede hacerse mayor. Estos son los puntos que creo son urgentes y pueden aportar a la seguridad y defensa nacional y que deberán ser acogidas por el nuevo ministro y los venideros. De no tenerse en cuenta estos puntos, se podría poner en tela de juicio las capacidades de las fuerzas armadas por la debilidad y obsolescencia de las armas.

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